Campesino colombiano logró probar que las aves del terror habitaron la Tatacoa hace 13 millones de años

Lejos de interesarse por el oro o las joyas preciosas, César Perdomo encontró en los fósiles la mayor de las riquezas

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Esta especie prehistórica es el primer registro de un 'Ave del Terror 'en el periodo Mioceno Medio en Colombia - crédito Grupo de Investigación en Paleontología e Historia Natural
Esta especie prehistórica es el primer registro de un 'Ave del Terror 'en el periodo Mioceno Medio en Colombia - crédito Grupo de Investigación en Paleontología e Historia Natural

La expedición de Kondo Shiro y Nogami Yasuo en los últimos años de la década de los 70s marcó un antes y un después en la vida de César Perdomo, el campesino colombiano que apareció en el periódico The New York Times tras descubrir un fósil de 13 millones de años que demostraría que el “ave del terror” habitó Colombia.

Su interés por los fósiles nació luego de que su abuelo le explicara que, si grupos de otros países venían a buscarlos, tenían un gran valor: “Yo los acompañaba. Viéndolos, me entró esa fiebre: yo tenía que aprender a hacer eso”.

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Un yeso y unas pinzas que habían olvidado fueron suficientes para que continuara descubriendo su nueva pasión. Según dijo en un reportaje de El Espectador, la emoción era tal que se puso “a buscar fósiles para tenerlos ahí, para cuando ellos volvieran. Pero nunca volvieron”.

Los demás fósiles de aves del terror se tienen de países al sur - crédito H. Santiago Druetta
Los demás fósiles de aves del terror se tienen de países al sur - crédito H. Santiago Druetta

En el desierto de la Tatacoa hay quienes han llegado a perderse días enteros, en busca de oro o piedras preciosas, de los que no queda nada, más que una resaca: “Cornetas de oro, sapitos de oro, pero se enloquecieron con eso y se lo bebieron. Eso trae tragedia. Y yo no he querido eso. Mi locura son los fósiles”.

Pero Perdomo, con la guía de su abuelo, se interesó genuinamente en encontrar fragmentos de la historia, incluso, en su jardín. “En mi niñez era distinto. Había muchos fósiles en el patio. La casa de mi abuelo, que peleó la Guerra de los Mil Días, era un museo natural”.

La riqueza paleontológica del lugar borró cualquier rastro de avaricia en sus expediciones y, habiendo forjado una reputación, entendido que “es bueno dejarlas (algunas piezas) para otras generaciones que vayan llegando. Para mejores ciencias. ¿Para qué tener lo mismo?”.

Y es que, según explicó al medio citado, el geólogo Javier Luque, en el pasado era “un bosque seco tropical” y ahora “patrimonio de la humanidad por el número de especies y fósiles de animales como mamíferos y reptiles que se ha encontrado y que vivieron en Colombia hace entre 14 a 10 millones de años, lo que se conoce como Mioceno Medio”.

Tortuga gigante habitó Boyacá:

De acuerdo con un artículo publicado en la revista de la Asociación Paleontológica Argentina PeAPA, el descubrimiento de nuevos fósiles de la tortuga gigante puentemys mushaisaensis en Socha, Boyacá, ofrece una visión única sobre cómo era el paisaje de Colombia hace 57 millones de años. El estudio realizado por paleontólogos colombianos y estadounidenses, junto al pintor Byron Benítez, quien ha sido clave en la localización de estos fósiles, ha revelado información fascinante sobre la fauna prehistórica del país.

Esta tortuga, que alcanzaba unos 1.5 metros de largo, se había identificado previamente solo en la mina de carbón de El Cerrejón. Sin embargo, su aparición en Socha, a 500 kilómetros al sur, permitió a los investigadores reconfigurar la historia del ecosistema colombiano durante el Paleoceno-Eoceno. Según Edwin Cadena, paleontólogo de la Universidad de Ciencias Naturales, este hallazgo sugiere que durante esa época Colombia estaba conectada por vastos ecosistemas sin grandes barreras geográficas, lo que habría facilitado el movimiento de especies entre las regiones costeras y continentales.

La Puentemys mushaisaensis  convivió con la titanoboa y el cocodrilo gigante - crédito Tortugas fundación
La Puentemys mushaisaensis convivió con la titanoboa y el cocodrilo gigante - crédito Tortugas fundación

El descubrimiento apoya la hipótesis de que existía una Colombia unificada, sin divisiones geográficas significativas, lo que permitió la convivencia de especies similares a través de diferentes regiones. Esto refuerza la idea de un corredor de fauna que cruzaba el país de norte a sur, dejando una “composición idéntica de ambas paleofaunas” en diversos puntos geográficos.

La Puentemys mushaisaensis destaca por su caparazón redondo, que superaba los 1,5 metros de diámetro, un rasgo único que la diferenciaba de otras tortugas de la época. Esta característica, además de ser una defensa natural contra depredadores como la titanoboa o el cocodrilo acherontisuchus, favorecía su termorregulación. El gran tamaño de su caparazón le permitía absorber el calor del sol durante el día y retenerlo, lo que le otorgaba la capacidad de mantenerse activa en los días fríos. Además, su diseño le permitía disipar el calor de manera eficiente durante las noches, asegurando un equilibrio térmico adecuado.

La Puentemys mushaisaensis  tenía un caparazón circular para protegerse de los depredadores - crédito Paleopedia
La Puentemys mushaisaensis tenía un caparazón circular para protegerse de los depredadores - crédito Paleopedia

Este rasgo de adaptabilidad a las condiciones climáticas extremas muestra cómo las especies prehistóricas se ajustaron para sobrevivir en ambientes dominados por grandes depredadores. En este sentido, los fósiles de Puentemys mushaisaensis no solo brindan información sobre su biología y comportamientos defensivos, sino también sobre las complejas interacciones ecológicas de aquellos tiempos.

El descubrimiento de estos fósiles en Boyacá también resalta la importancia de la región en términos de patrimonio paleontológico. Este hallazgo no solo coloca a Colombia como un punto crucial en la paleontología mundial, también impulsa iniciativas de turismo científico en la zona y la protección del patrimonio paleontológico, lo que podría abrir nuevas posibilidades para el desarrollo local.

Aunque el estudio sobre la Puentemys mushaisaensis sigue en sus primeras fases, los descubrimientos realizados hasta el momento ofrecen valiosos indicios sobre la vida prehistórica en un planeta dominado por especies colosales, proporcionando nuevas perspectivas sobre los mecanismos de adaptación y supervivencia de las especies prehistóricas.

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