Medellín, una ciudad que ha experimentado un notable desarrollo en infraestructura y progreso social, aún enfrenta desafíos relacionados con su pasado violento.
Cada año, el 30 de noviembre, la ciudad se ve envuelta en un estallido de fuegos artificiales conocido como la “alborada”, una tradición que tiene sus raíces en el paramilitarismo y el narcotráfico, según un informe de Mi Oriente. Esta práctica, que comenzó como una celebración de la desmovilización de un bloque paramilitar, se ha convertido en un símbolo de la relación entre el crimen organizado y la cultura local.
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La alborada se originó en 2003 cuando Diego Murillo Bejarano, alias “Don Berna”, líder del Bloque Cacique Nutibara, ordenó la compra masiva de pólvora para celebrar la entrega de armas de su grupo. Este evento marcó el inicio de una tradición que, a pesar de los esfuerzos de las autoridades locales, continúa afectando a la ciudad.
La noche del 30 de noviembre se caracteriza por un aumento en los casos de quemaduras y un impacto negativo en la fauna local, especialmente en perros, gatos y aves, que sufren desorientación y estrés debido al ruido.
Las autoridades de Medellín, encabezadas por el alcalde Federico Gutiérrez, han intentado contrarrestar esta práctica mediante campañas de concienciación y la promoción de alternativas culturales. En un esfuerzo por cambiar la percepción de la alborada, la ciudad ha organizado eventos culturales con la participación de miles de artistas, buscando reemplazar los fuegos artificiales por celebraciones más seguras y responsables.
El impacto de la alborada no se limita a Medellín. En Cali, otra ciudad colombiana, el uso de pólvora durante las festividades de fin de año también representa una amenaza para la fauna urbana. Especies como guatines, zorros y zarigüeyas sufren las consecuencias del ruido y las luces, lo que ha llevado a las autoridades a implementar medidas restrictivas y sanciones para quienes utilicen pirotecnia en espacios públicos.
La problemática de la pólvora en Colombia refleja un desafío más amplio en la región, donde la tradición y la modernidad chocan en un contexto de transformación social. Las campañas como “Soy antipólvora” buscan concienciar a la población sobre los riesgos asociados con el uso de fuegos artificiales, promoviendo la protección del medio ambiente y el bienestar de los animales y las personas.
A pesar de los esfuerzos por cambiar estas prácticas, la alborada sigue siendo un recordatorio de la compleja relación entre el pasado violento de Medellín y su presente en transformación. Las autoridades y organizaciones continúan trabajando para erradicar esta tradición y fomentar una cultura de paz y respeto hacia el entorno y sus habitantes.
En Cali, prohibición de pólvora busca prevenir accidentes en diciembre
En Cali, las autoridades locales están tomando medidas para enfrentar el uso de pólvora durante las festividades de diciembre.
La Personería de Cali ha solicitado a las autoridades acelerar la emisión de un decreto que prohíba la manipulación, venta y transporte de estos materiales, con el objetivo de prevenir accidentes y proteger a la población, especialmente a los menores de edad.
Esta iniciativa surge tras las preocupantes cifras del Ministerio de Salud, que reportó que en diciembre de 2023, el Valle del Cauca registró 82 personas quemadas por pólvora, de las cuales el 31% eran menores.
El secretario de Salud de Cali, Germán Escobar, ha informado que la administración está trabajando en medidas para garantizar la seguridad de los ciudadanos. “Estamos acompañando estas medidas para prevenir cualquier quemadura o afectación, especialmente en niños, niñas y adolescentes”, declaró Escobar.
La preocupación no solo se centra en los humanos, ya que la pólvora también afecta a las mascotas, que suelen estresarse y, en algunos casos, huir de sus hogares. Patricia Dosman, una reconocida animalista de Cali, señaló que en 2023 se reportaron 36 casos de animales afectados por la pólvora durante la alborada.
La alborada, una celebración que marca el inicio de la temporada navideña, es conocida por el uso intensivo de pólvora, lo que genera un ambiente de riesgo tanto para las personas como para los animales. La falta de permisos adecuados para estas celebraciones ha llevado a las autoridades a considerar la prohibición como una medida necesaria para evitar que las festividades se conviertan en motivo de tristeza.
El decreto en preparación busca no solo prohibir la venta y manipulación de pólvora, sino también su transporte, con el fin de reducir los incidentes relacionados. La Personería de Cali ha enfatizado la importancia de actuar con rapidez para que las medidas estén en vigor antes de que comiencen las celebraciones de diciembre.