Nuevamente, el creador de contenido bogotano conocido en redes como El Cristian González intentó sorprender a sus seguidores, yendo al “bajo mundo” de la moda en Bogotá y registrando sus compras en un video acompañado por la descripción: “Pinta completa por 20.000 en la calle”.
Junto a dos de sus amigos, uno de ellos en aparente condición de calle, González visitó el centro de Bogotá para intentar comprar un conjunto completo por 20.000 pesos, 4,57 dólares o 4,33 euros al cambio de noviembre del 2024.
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Lo primero que llamó su atención al pasar por un puesto de venta ambulante fue la camiseta de la selección Colombia que, al ser comprada en la tienda oficial, puede rondar los 350.000 pesos. Sin embargo, al ser de segunda, su precio era considerablemente menor, aunque no lo suficiente para que González cumpliera el reto.
Por tanto, se vio obligado a escoger una segunda opción, que pagó en ocho mil pesos. El pantalón a juego, con un precio inicial de 15.000, logró comprarlo en 10.000, al explicarle al vendedor que, por su color (rosa claro), difícilmente podría venderlo.
Y, con los 2.000 restantes, se compró una gorra que le habría dado el toque final a “la pinta” y la razón a Gonzalez sobre la posibilidad de vestirse con menos de 5 dólares en Bogotá:
“En el primer puesto cumplimos la tarea: 20.000 pesos, por pantalón, camisa y gorra. Pero poco se habló de la gorra. Está parada en el mugre, pero ahí la tenemos”, precisó, al referirse a la calidad de los artículos adquiridos.
González también se hizo pasar por habitante de calle para medir el trato que reciben en los sitios “más gomelos” de Bogotá
Semanas antes, González decidió llevar a cabo un experimento social para poner a prueba la discriminación y el trato que reciben los habitantes de calle en espacios de alto perfil en el norte de la ciudad.
Con el fin de experimentar de primera mano lo que sufren quienes a menudo son invisibilizados por la sociedad, González se maquilló y se vistió como un habitante de calle para ingresar a varios establecimientos “de lujo”.
En su primer intento, acompañado por Jaime Julio de Ávila, un habitante de calle real, González trató de ingresar a un supermercado Carulla. Sin embargo, a pesar de su apariencia, ambos lograron realizar una compra sin ser detenidos, lo que evidenció que la discriminación no siempre es explícita y que la presencia de dinero puede cambiar el trato que reciben las personas en estos espacios.
El siguiente lugar en el que intentaron ingresar fue una cafetería Starbucks, donde la situación se complicó.
González, junto con Policarpo, un reciclador de oficio, encontró resistencia por parte de un guardia que no quería permitirles la entrada debido a que el perro de Policarpo no se separaba de él.
A pesar de las dificultades, lograron pasar y disfrutar de la experiencia. Incluso, el servicio fue agradable y Policarpo comentó que se sintió muy bien tratado, destacando la elegancia del lugar y cómo la situación cambió gracias al dinero.
“Cuando tengo platica, lo hago como todos, entro tranquilamente y saco mi plata adelante pa’ que sepan”, explicó Policarpo, quien al igual que muchos otros, ha sido discriminado en otros lugares.
Caso contrario al del centro comercial Andino, donde González y su compañero fueron rápidamente abordados por un guardia de seguridad que les pidió que se retiraran, o de lo contrario llamaría a la Policía. A pesar de insistir en que tenían dinero para comprar, los sacaron del lugar de manera forzosa. Sin embargo, antes de irse, uno de los miembros de seguridad les compró lo que necesitaban, un gesto que sorprendió a González. En sus palabras, la situación fue más intensa de lo esperado. A pesar de la hostilidad inicial de los guardias, el trato mejoró con la llegada de un superior, quien se mostró mucho más amable y comprensivo.
El experimento, de acuerdo con González, deja claro que el trato hacia los habitantes de calle varía dependiendo de su apariencia y de la presencia de dinero. Sin embargo, también evidenció que, cuando se trata de estos espacios exclusivos, las reglas sociales y económicas son mucho más rígidas para aquellos que no encajan en el perfil esperado.