El ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, anunció el 27 de noviembre el levantamiento del bloqueo que afectaba a las centrales hidroeléctricas de El Paraíso, Guaca y Darío Valencia, ubicadas en el municipio de Mesitas del Colegio, Cundinamarca. Esta medida se toma tras días de tensiones que habían paralizado la operación de estas importantes instalaciones energéticas.
Camacho explicó que el desbloqueo responde a acuerdos alcanzados entre las partes involucradas, lo que permitirá retomar la producción de energía en estas centrales, que son clave para el suministro de electricidad en la región. El ministro destacó que este paso es fundamental para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico y evitar mayores interrupciones en el servicio.
Enel se pronunció sobre los trabajos para restablecer el servicio de las centrales hidroeléctricas de El Paraíso, Guaca y Darío Valencia, asegurando que “si bien, este proceso podrá tomar alrededor de dos días, se retomará la totalidad de la capacidad instalada de la cadena de generación Paraíso Guaca, referente a 600 megavatios (MW) para el Sistema Interconectado Nacional”.
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Las centrales hidroeléctricas de El Paraíso, Guaca y Darío Valencia habían sido bloqueadas por grupos de ciudadanos locales debido a disputas relacionadas al incumplimiento con el mantenimiento de varias vías terciarias del municipio por parte de Enel. La intervención del Gobierno central, a través de la mediación y el establecimiento de compromisos, permitió resolver las diferencias y asegurar la reactivación de las operaciones.
El bloqueo a estas instalaciones en el municipio de Mesitas del Colegio, Cundinamarca, que comenzó el domingo 24 de noviembre, fue resultado de las protestas de los habitantes rurales de la zona. La causa principal fue el incumplimiento de acuerdos pactados en septiembre, tras manifestaciones previas.
Además, los residentes responsabilizan a Enel por la emergencia del 20 de noviembre, cuando fuertes inundaciones afectaron la región. Según el alcalde del municipio, la falta de mantenimiento a las tuberías que conducen el agua del río Bogotá hacia las hidroeléctricas fue la principal causa de los desastres.
En respuesta a las demandas, Enel aseguró que transfirió $3.000 millones para cumplir con las promesas a las comunidades afectadas. Por su parte, el gobierno extendió las mesas de diálogo para abordar otros reclamos, como tarifas preferenciales y soluciones a los problemas ambientales causados por fugas en los canales de transporte del agua.
La situación sigue siendo vigilada por las autoridades locales, mientras se espera una resolución definitiva. Mientras tanto, este levantamiento es un alivio para el sistema energético del país, que se ve beneficiado con el regreso de estos proyectos a plena capacidad.
Consecuencias de los bloqueos
Los bloqueos a las centrales hidroeléctricas tienen profundas implicaciones económicas y sociales, tanto a nivel local como nacional. Desde el punto de vista económico, las hidroeléctricas son una fuente clave de energía para el país. Cuando se interrumpe su operación, como sucede en los bloqueos, se afectan directamente los niveles de generación de electricidad, lo que puede generar desequilibrios en el suministro y un aumento en la dependencia de fuentes de energía más costosas, como las termoeléctricas. Esto, a su vez, podría generar un alza en los costos de energía, afectando tanto a los consumidores residenciales como industriales.
Además, el bloqueo de estas infraestructuras impacta la estabilidad de los precios y el acceso a los servicios básicos. Las zonas afectadas por estas interrupciones pueden enfrentar cortes prolongados de electricidad, lo que dificulta las actividades cotidianas y puede frenar el desarrollo económico local, especialmente en sectores que dependen de un suministro constante de energía, como el comercio, la industria y los servicios.
Socialmente, los bloqueos de hidroeléctricas reflejan tensiones en las relaciones entre las comunidades y las empresas encargadas de estas instalaciones. Las demandas de las comunidades, que suelen estar relacionadas con condiciones de vida dignas, como la mejora de infraestructura vial o el cumplimiento de acuerdos previos, se convierten en el centro del conflicto. Estos bloqueos, aunque buscan visibilizar problemáticas sociales, también generan un ambiente de inestabilidad y desconfianza, lo que complica las soluciones a largo plazo y puede agravar los problemas socioeconómicos en las regiones afectadas.