Con el incremento de las lluvias y los fuertes vientos característicos de la temporada invernal, Bogotá enfrenta un desafío ambiental recurrente: la caída o volcamiento de árboles en el espacio público. Esta problemática, exacerbada por factores climáticos, también refleja la necesidad de una gestión activa del arbolado urbano para prevenir emergencias.
Según datos recientes de la Secretaría de Ambiente, en lo que va de 2024, se registraron 783 casos de árboles caídos debido a las inclemencias del clima o problemas estructurales. La incidencia de este fenómeno es especialmente alarmante en meses lluviosos como noviembre, cuando se reportaron 154 árboles volcados, casi el doble de los registrados en octubre, cuando las precipitaciones eran más escasas.
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Ante la magnitud del problema, la Secretaría de Ambiente reforzó su labor de monitoreo y evaluación. Este año, la entidad recibió 3.654 reportes de emergencias relacionadas con el arbolado urbano. Como respuesta, se inspeccionaron 6.477 árboles en riesgo, de los cuales 5.100 fueron intervenidos con medidas como podas controladas, tratamientos fitosanitarios y, en casos extremos, la tala.
La secretaria de Ambiente, Adriana Soto, destacó la importancia de la colaboración ciudadana para prevenir incidentes. “Con las lluvias y los vientos de los últimos días, el riesgo de caída de árboles ha aumentado. Si identifica señales de riesgo como troncos inclinados, raíces expuestas, ramas secas o hongos, repórtelo de inmediato al 123″.
La identificación de un árbol en riesgo requiere atención a diversos signos que pueden indicar problemas estructurales o de salud. Una inclinación excesiva del tronco puede ser una señal de inestabilidad, mientras que las raíces expuestas o levantadas reflejan un debilitamiento en su capacidad de anclaje al suelo. Además, las ramas secas o quebradas no solo son indicios de deterioro, también representan un peligro potencial al desprenderse.
La presencia de hongos o cavidades en el tronco sugiere la existencia de enfermedades o pudrición que comprometen la integridad del árbol. Por último, los agrietamientos en el suelo alrededor del tronco pueden evidenciar problemas en el sistema radicular, que afectan su soporte y estabilidad.
El efecto de las lluvias en el debilitamiento de los árboles es evidente. Las precipitaciones prolongadas saturan el suelo, reduciendo su capacidad de sostener raíces, mientras que los vientos fuertes ejercen presión sobre los troncos y ramas. En paralelo, algunos árboles ya debilitados por enfermedades o condiciones urbanas adversas se convierten en puntos críticos durante la temporada invernal.
En un esfuerzo preventivo, los técnicos de la Secretaría de Ambiente también realizaron operativos especiales para evaluar 2.748 árboles antes de que se convirtieran en un riesgo. Sin embargo, el volumen de emergencias destaca la importancia de continuar fortaleciendo estas medidas de monitoreo y acción.
Además de la línea de emergencias 123, los bogotanos pueden utilizar la aplicación ArbolApp, desarrollada por el Jardín Botánico, para reportar árboles en riesgo. Esta herramienta permite identificar y localizar problemas con mayor precisión, facilitando la intervención oportuna por parte de las autoridades.
Riesgos de árboles caídos
Los árboles representan un componente vital del entorno urbano, pero también pueden convertirse en un riesgo significativo si no se gestionan adecuadamente, especialmente durante temporadas de lluvias y vientos fuertes. La caída de un árbol puede causar graves daños a vehículos, infraestructura y propiedades, así como poner en peligro la vida de las personas en zonas densamente pobladas. Este riesgo se incrementa en áreas con tráfico vehicular elevado o donde hay gran afluencia de peatones.
Las raíces débiles o expuestas, inclinaciones pronunciadas y la presencia de ramas secas o quebradas son señales que aumentan la probabilidad de un colapso inesperado. A ello se suman factores climáticos, como tormentas o ráfagas de viento, que amplifican las posibilidades de que un árbol en mal estado ceda repentinamente.
La falta de una detección temprana de árboles en condiciones peligrosas agrava el impacto de estos incidentes. Además de los daños materiales, el riesgo para la integridad de las personas convierte esta problemática en una prioridad para las autoridades. La vigilancia constante y la colaboración ciudadana son esenciales para reducir la exposición al peligro, especialmente en temporadas climáticamente adversas.