Según detalló la Fiscalía General de la Nación en sus más recientes cifras, a corte del 31 de octubre de 2024, se registraron 648 feminicidios en todo el país y, de la totalidad de víctimas, 65 fueron menores de edad. Uno de los casos que conmocionó a la ciudadanía es el de la niña de 12 años Sofía Delgado, de Candelaria (Valle del Cauca), cuyo cuerpo fue hallado desmembrado en un cañaduzal el 17 de octubre de 2024, luego de que su familia la buscara durante 19 días. Un vecino, llamado Brayan Campo, fue el responsable de su muerte.
El feminicidio es la violencia más extrema que puede ser perpetrada contra una mujer por el hecho de ser mujer, y va en aumento en Colombia. De acuerdo con el Observatorio Colombiano de Feminicidios, en los primeros tres meses de 2023 una mujer fue asesinada cada 28 horas en el país. Ese rango de tiempo se ha ido reduciendo con el paso de los meses, lo que quiere decir que cada vez hay más víctimas.
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En conversación con Infobae Colombia, la abogada y directora de Sisma Mujer, Katerin Jurado precisó que cada 11,2 horas, una mujer es asesinada en el país por el hecho de ser mujer o por su identidad de género. Basada en datos de la Fiscalía, hizo énfasis en Bogotá: la ciudad con más casos reportados, 121.
Eso evidencia que, tras décadas de lucha por conseguir una igualdad en derechos y un respeto por la integridad y la vida, las mujeres en Colombia y en el mundo siguen enfrentándose a múltiples formas de violencia que sufren de manera diferenciada por su género. Según la directora de Sisma Mujer, son muchas las agresiones que sufren las mujeres, incluso, al mismo tiempo: violencia sexual, intrafamiliar, económica, patrimonial, psicológica y trata de personas, son algunas de ellas.
No es normal, pero así se percibe
Este tipo de agresiones no solo están presentes, sino que perduran en el tiempo porque la sociedad no ha logrado cambiar la mentalidad machista en su totalidad. Eso implica, según indicó la experta a Infobae Colombia, que todavía rigen reglas que subordinan a las mujeres en su diario vivir, impidiéndoles, incluso, tomar sus propias decisiones.
Y, cuando deciden no cumplir con esas normativas impuestas, están en peligro de convertirse en víctimas. “Están transgrediendo unos estereotipos específicos de género”, precisó. En ese sentido, el solo hecho de elegir el rumbo de sus propias vidas es una justificación que todavía se considera válida para que sean golpeadas, violadas o asesinadas.
Por su parte, la directora de la Red Nacional de Mujeres, Susana Mejía, explicó a este medio que, aunque se han ido desdibujando ciertos roles de género, todavía persisten algunos de ellos. Básicamente, están soportados sobre la idea de que los hombres tienen la facultad de ejercer “control” sobre la vida de las mujeres en todos sus ámbitos: laborales, personales, económicos, sentimentales y sexuales.
¿Qué está ayudando a perpetuar esos estereotipos, roles y normas? Lo que se ve y lo que se escucha; eso involucra a los medios de comunicación, la música, el arte y todo tipo de expresiones masivas. Lo que allí se expone tiene influencia en las audiencias, que adoptan esos discursos como propios, válidos y normales, según aclaró Mejía.
Se añade también el poder y la política, en donde pareciera que no hay consecuencias para quienes ejercen violencia: “Posibilitar que perpetradores de violencia en contra de las mujeres puedan estar en cargos públicos hace que se piense que no tiene ninguna relevancia”.
Un Estado deudor
Las relaciones de poder desiguales se suman a un Estado que todavía tiene una deuda histórica con las mujeres y a la carencia de voluntad política. “Hay una falta de priorización de los impulsos de la oferta institucional, pero también de los presupuestos sensibles al género que, en efecto, apunten a erradicar las violencias”, detalló la directora de Sisma Mujer.
No obstante, es importante destacar que hay ciertos avances en la materia, como la expedición de la Ley 1761 de 2015, Ley Rosa Elvira Cely, con la que se tipificó el feminicidio como un delito autónomo. También está la Ley 1257 de 2008, mediante la cual se dictaron normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres.
Eso quiere decir que la normativa existe, generando un sistema jurídico robusto en el papel, pero débil en la ejecución. Según Mejía, hace falta incrementar el compromiso de las autoridades nacionales y locales, así como fortalecer y expandir la institucionalidad, no solo para prevenir más casos, sino para evitar que los crímenes queden impunes. Pues, según reportó en su momento la congresista Carolina Arbeláez, el 77 % de los casos de feminicidio en Colombia que son investigados, por ejemplo, no tienen los resultados esperados, es decir, no hay justicia.
Mujeres en el conflicto armado: el peso de la violencia sexual
Pero no todo recae en el Estado. Las problemáticas del país en sí mismo inciden necesariamente en la vida de las mujeres. El conflicto armado, todavía vigente, a pesar de los múltiples intentos por hacer la paz en Colombia con los grupos armados ilegales, impide que las mujeres vivan en un entorno libre de violencias. Pues, si bien es cierto que la guerra afecta a toda la población, hay delitos característicos de ella que impactan de manera directa, diferenciada y mucho más extrema, a las niñas, adolescentes y mujeres, como por ejemplo, la violencia sexual.
Cifras del Registro único de Víctimas lo demuestran: a corte de abril de 2020, hubo 32.092 víctimas de violencia sexual en el contexto del conflicto, de las cuales, 29.189 fueron mujeres, que representan el 90,95% de los casos. A esto se suma que, una mujer que es violentada tiene más riesgos de padecer afecciones tanto físicas como mentales, y más dificultades para atenderlas, sobre todo, cuando son de carácter reproductivo, según precisó el exdirector general del Instituto Nacional de Salud (INS), Giovanny Rubiano García, citado por la entidad.
Las mujeres jóvenes, de entre 18 y 28 años, y adultas, de entre 29 y 60 años, son las que más peligro corren de ser víctimas de violación en el país.
Ese crimen es considerado tan grave a la luz de la sociedad, que los perpetradores se niegan a reconocer su responsabilidad. “Alguna persona que haya hecho parte de algún grupo armado, ilegal o legal, va a reconocer de una manera mucho más fácil o más liviana que fue perpetrador de desplazamiento, de asesinatos, de amenazas, y demás; pero ninguno de ellos va a aceptar que cometió violencia sexual en el marco de un conflicto”, explicó Jurado.
Y, aunque el cuerpo de las mujeres ha sido tomado como objeto de guerra en el conflicto colombiano, la violencia sexual está presente, en el diario vivir de todos y todas. Según datos de Medicina Legal compartidos por la directora de Sisma Mujer, en el primer semestre de 2024 se registraron 11.106 casos, en los cuales 9.700 las víctimas fueron mujeres, que representan el 87.3%, y el 79,4% de ellas fueron menores de edad. En conclusión, cada 27 minutos, una mujer sufre violencia sexual en Colombia.
Así las cosas, mientras perdure la guerra en Colombia, las mujeres seguirán siendo un blanco de ataque, porque los actores armados “hacen que se profundice la situación”. Es así como, según detalló la directora de la Red Nacional de Mujeres, algunos territorios específicos del país se tornan mucho más riesgosos para las mujeres.
Un feminismo que se niegan a aceptar
El feminismo es el punto de partida de la lucha contra las violencias basadas en género. Por ese movimiento, globalmente las mujeres han logrado el acceso a derechos que siglos antes, muchas no pudieron alcanzar. Uno de los logros más destacados es el haber permitido que las mujeres ocupen cargos de poder y de toma de decisiones.
Sin embargo, hacen falta más esfuerzos para garantizar la participación de ellas en esos espacios, pero, sobre todo, para garantizar que vivan: “Nos preocupa que la situación cada vez más sea más grave”, expuso Mejía. Pues, “el 52% de la población está siempre expuesta por esta sociedad tan patriarcal y tan machista a violencias basadas en género”, aclaro Jurado.
La base fundamental, entonces, es el feminismo, que, erróneamente, ha solido interpretarse como un ataque hacia las hombres y como lo contrario al machismo. Según las expertas, hay un claro desconocimiento sobre lo que es el movimiento feminista, cuyas beneficiarias no solo son las mujeres, sino también los hombres, que han tenido que cargas, también, con estereotipos y roles de género perjudiciales, como el hecho de ser proveedores en relaciones sentimentales y en sus familias. “El feminismo busca que el mundo sea mejor para todas y para todos, porque en la medida en que las mujeres estamos mejor, pues el mundo está mejor”, indicó Susana Mejía.