En el Día Internacional de la Televisión, es importante hacer un recorrido por la evolución de este medio que marcó profundamente la vida cultural y social de Colombia. Desde sus inicios en 1954 con la primera transmisión oficial en blanco y negro, la televisión colombiana no solo fue testigo de la historia del país, también un reflejo de sus transformaciones, sus alegrías y sus desafíos.
A lo largo de las décadas, las producciones nacionales jugaron un papel crucial en la construcción de identidad, ofreciendo desde icónicos dramatizados como Café con aroma de mujer, Gallito Ramírez y Escalona hasta telenovelas y series que retratan realidades complejas y diversidad cultural. Este medio, que comenzó como un lujo para pocos, se convirtió en un vehículo masivo que conectó a las familias colombianas frente a las pantallas, promoviendo historias que han trascendido generaciones.
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1970: La sombra de un pecado
En 1970 se estrenó La sombra de un pecado, una telenovela colombiana de 91 episodios producida por FGA Televisión. Dirigida por Luis Eduardo Gutiérrez y basada en la radionovela de Jorge Barral, la historia seguía el amor de una joven invidente, interpretada por Raquel Ercole, y su romance con Julio César Luna. Fue pionera en grabarse en videotape, lo que permitió su comercialización internacional. Se exhibió en varios países centroamericanos, pero en 1972, durante su transmisión en Nicaragua, las cintas fueron destruidas por el terremoto de Managua.
1983: La pezuña del diablo
La pezuña del diablo es una telenovela colombiana producida en 1983 por RTI Televisión para la Primera Cadena, bajo la dirección de David Stivel. La trama, inspirada en la obra de Alfonso Bonilla Naar, se desarrolla en la Cartagena Colonial y está ambientada en el contexto histórico de 1610, cuando la Inquisición española hizo su llegada a la ciudad. A través de esta historia, se exploraron las tensiones y conflictos de la época, entrelazando elementos de la cultura local con los duros acontecimientos que marcaron esa fase de la historia colombiana.
1984: Pero sigo siendo El Rey
En 1984, Caracol Televisión estrenó la telenovela Pero sigo siendo el rey, una producción que, más allá de la trama apasionada y las melodías de rancheras, escondía una fuerte crítica social dirigida al machismo profundamente arraigado en la sociedad colombiana. Basada en la exitosa obra literaria del mismo nombre escrita por David Sánchez Juliao, la serie fue adaptada al formato televisivo por la guionista Martha Bossio de Martínez. La novela original ya había generado gran impacto en el país por su mirada ácida hacia la conducta masculina, un tema que la telenovela expandió y exploró de manera profunda a lo largo de sus episodios.
1986: Gallito Ramirez
Gallito Ramírez es una icónica telenovela colombiana producida por Caracol Televisión y transmitida por la Cadena Uno entre 1986 y 1987. La producción estuvo protagonizada por Carlos Vives y Margarita Rosa de Francisco, con Bruno Díaz como el principal antagonista. Bajo la dirección de Julio César Luna y con libretos de Martha Bossio de Martínez, la historia se inspiró en el relato El Flecha de David Sánchez Juliao.
La trama sigue a Javier, conocido como “Gallito” Ramírez, un joven de pueblo con grandes sueños de convertirse en boxeador profesional. Enamorado desde siempre de Carmenza Lavalle, “La Niña Mencha”, una joven coqueta y caprichosa, pero dulce, hija de una influyente familia de Cartagena, “Gallito” enfrenta un dilema. Aunque Mencha lo ama, se opone firmemente a su carrera en el boxeo.
1987: Lola Calamidades
Lola Calamidades fue una telenovela colombiana producida en 1987 por R.T.I. y transmitida por primera vez en la Cadena Uno. La trama, escrita por Julio Jiménez, fue protagonizada por Nórida Rodríguez y José Luis Paniagua. La historia seguía a Lola, una mujer que, debido a su infortunio, parecía atraer tragedias a su alrededor, hasta el punto de sentirse condenada a vivir en un cementerio. A pesar de sus esfuerzos por escapar de su destino, cada vez que Lola regresaba al mundo civilizado, su suerte continuaba siendo desfavorable. Sin embargo, en el ámbito del amor, su atractivo logró captar la atención del hombre más codiciado del pueblo.
1989: Azúcar
Azúcar es una de las series más emblemáticas de la televisión colombiana, producida por RCN Televisión y emitida por la Cadena Dos. La serie marcó un antes y un después en la representación de la diversidad racial en los medios colombianos, siendo la primera en incorporar actores de raza negra en papeles protagónicos. Basada en la historia original de Rodolfo Gómez, Azúcar no solo retrató la vida en el Valle del Cauca, sino que también profundizó en las complejas dinámicas sociales y raciales de la región, todo ello mientras ofrecía una mirada a la cultura y las tradiciones de los ingenios azucareros y los cañaduzales.
1990: La Vorágine
La Vorágine es una miniserie de televisión colombiana que se estrenó en 1990, basada en la obra literaria homónima del escritor José Eustasio Rivera. Esta producción, emitida por la Cadena 2 de Inravisión y producida por RCN Televisión, es un reflejo fiel de los dramáticos y complejos escenarios descritos en la novela, que abordó las tensiones sociales y las difíciles condiciones de vida en el Amazonas colombiano a principios del siglo XX. La serie fue escrita y dirigida por Lisandro Duque Naranjo, quien supo adaptar el carácter profundo y sombrío de la obra literaria a la pantalla con gran maestría.
1991: Escalona
Escalona es una serie de televisión colombiana que se estrenó en 1991 y se convirtió en un hito en la historia de la televisión nacional. Realizada por Caracol Televisión, la serie tuvo la misión de retratar la vida y el legado de uno de los artistas más emblemáticos de la música vallenata: Rafael Escalona. Con una narrativa que fusionaba elementos de la biografía con la historia de la música popular colombiana, Escalona no solo se destacó por su fidelidad al relato de la vida del cantautor, también por la manera en que logró capturar la esencia del vallenato, un género musical profundamente arraigado en la cultura de la región caribe de Colombia.
El elenco estuvo encabezado por Carlos Vives, quien interpretó al mismo Rafael Escalona, y Florina Lemaitre, quien asumió el papel de la esposa del famoso cantautor. Vives, que en esa época ya comenzaba a posicionarse como uno de los artistas más importantes del país, trajo su propio carisma y talento a la pantalla, logrando conectar con el público tanto a través de su actuación como de su interpretación de la música vallenata.
1994: Café con aroma de mujer
Café, con aroma de mujer, es una producción que no solo capturó la atención del público en su momento de estreno, sino que, años después, experimentó un resurgimiento al ser adaptada con nuevos actores, reafirmando su éxito. Originalmente lanzada en 1994, la telenovela tuvo la participación de dos grandes estrellas de la época: Margarita Rosa de Francisco y Guy Ecker, que, con sus interpretaciones, lograron ganarse el corazón de la audiencia.
La trama de la telenovela, que se desarrolló en el pintoresco y tradicional campo colombiano, no solo destacó por su historia de amor, también por su capacidad para reflejar la vida rural y la cultura cafetera, un elemento esencial que marcó la identidad de la producción.
1999: Yo soy Betty, la fea
El lanzamiento de esta producción tuvo lugar en octubre de 1999 y, desde entonces, se consolidó como un fenómeno sin precedentes, reconocida por muchos como la telenovela más exitosa en la historia de la televisión. Su impacto fue tan profundo que logró trascender fronteras, siendo emitida en más de 180 países y traducida a 25 idiomas, un logro extraordinario que la posicionó como un referente en el género de las telenovelas a nivel mundial.
La trama, protagonizada por Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello, cautivó a millones al narrar la vida de Beatriz Pinzón, una economista brillante, pero cuya apariencia física se alejaba de los estándares convencionales de belleza. A pesar de su aspecto, Beatriz conquista con su inteligencia y dedicación, elementos que la llevan a enamorarse de su jefe, Armando Mendoza, un atractivo ejecutivo que dirige la empresa donde ella trabaja.
En el Día Internacional de la Televisión, es fundamental reconocer el impacto de este medio como un vehículo para preservar la memoria cultural, amplificar las voces diversas y construir puentes entre el pasado y el presente, recordándonos que, aunque los formatos cambien, las historias bien contadas siguen siendo el alma de la pantalla.