Cada año, Cundinamarca atrae a turistas nacionales e internacionales, fascinados por la variedad geográfica y el rico patrimonio histórico de la región. Sin embargo, lo que realmente impulsa a visitarlo es su imponente naturaleza. Este departamento, ubicado en el centro del país, siempre fue reconocido por su privilegiada topografía, que lo hace un destino perfecto para los ciclistas de todos los niveles. Desde principiantes hasta expertos, los ciclistas encuentran rutas adaptadas a sus habilidades, lo que convirtió a Cundinamarca en un lugar ideal para quienes buscan una aventura en dos ruedas.
Recorrer su tierra en bicicleta es considerado un plan perfecto para compartir con un amigo, ya que ofrece una manera única de conectar con la región y descubrir sus hermosos paisajes. La bicicleta, como medio de transporte tradicional y sostenible, permite explorar los pintorescos pueblos coloniales, tales como Girardot y Fusagasugá, que ofrecen una atmósfera encantadora y un sinfín de oportunidades para disfrutar de la cultura local.
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La combinación de estos atractivos naturales y culturales hace que Cundinamarca sea un destino perfecto para los amantes del ciclismo, quienes, además de disfrutar de su ejercicio, descubren cada rincón de la región. Cada ruta tiene sus propios encantos y desafíos, permitiendo a los aficionados del ciclismo disfrutar del paisaje y mejorar sus habilidades mientras recorrían las montañas y valles de la región.
Para los ciclistas que recién comienzan en el ciclismo de montaña, el Parque Natural Chicaque se presenta como una opción ideal. Este parque cuentan con senderos suaves y caminos rodeados de paisajes cautivadores, perfectos para compartir con amigos o familiares. Los principiantes disfrutan de la tranquilidad del entorno natural, sin la presión de rutas complejas o demasiado exigentes.
A medida que los ciclistas ganan experiencia, comienzan a buscar rutas más desafiantes. La Ruta del Tequendama, que parte desde Bogotá, se destacó como un recorrido perfecto para quienes se encuentran en un nivel intermedio.
Para aquellos que ya dominan las rutas intermedias y quieren un reto adicional, las rutas de Boquerón y Lourdes son una opción excelente. Estas rutas comenzaron en La Caro y ofrecen una elevación de 370 metros, lo que representa un desafío para los ciclistas que buscan superar sus límites sin llegar a enfrentarse a terrenos extremadamente difíciles.
En el nivel avanzado, las rutas de mayor exigencia se encuentran El Alto de Patios, por ejemplo, ofrece una elevación considerable, convirtiéndose en una de las rutas preferidas para ciclistas con una condición física más resistente y acostumbrados a recorrer terrenos difíciles. Esta ruta fue reconocida por su dificultad, pero también por la satisfacción de quienes logran completarla.
Otra opción desafiante para los ciclistas más experimentados es la ruta de Madrid y Alto del Vino. Con una distancia de 110 km, esta ruta no solo ofrece retos físicos, también permite a los ciclistas disfrutar de mágicos paisajes mientras respiran aire puro en el camino.
La Capilla de Siecha y Guasca es otra ruta avanzada que atrae a ciclistas con experiencia. Comienza en Eduardo Briceño y atraviesa terrenos pavimentados, pero lo más destacado de esta ruta es el ascenso de 1.120 metros, lo que la convierte en una de las más exigentes de la región. Este recorrido fue mencionado en el portal El Observador como una de las rutas más desafiantes para los ciclistas avanzados.
Finalmente, el recorrido del Alto de las Arepas, que parte desde Guasca, es una de las rutas más largas y demandantes. Con una distancia de 73,53 km y un desnivel de 883 metros, este camino es ideal para aquellos ciclistas que buscan un desafío largo, con un ascenso pronunciado que pondría a prueba tanto su resistencia como su técnica.