Incorporar legumbres en la dieta no solo es una forma de mejorar la nutrición, sino también de reducir el riesgo de enfermedades graves como el cáncer.
Así lo confirman numerosos estudios que destacan su papel en la salud cardiovascular y en la lucha contra el cáncer de colon, uno de los más frecuentes a nivel mundial.
Este tipo de alimentos tiene variedad, entre las que se encuentran las lentejas, garbanzos, alubias y habas, las cuales todas son una fuente importante de proteínas, fibra, vitaminas y minerales. Además, tienen un bajo contenido en grasas saturadas, lo que las convierte en una opción sostenible y beneficiosa para el corazón. Sin embargo, no todas las legumbres son iguales en cuanto a su impacto en la salud.
Entre todas las variedades, las alubias destacan por sus propiedades únicas. Su alto contenido en fibra no solo mejora el sistema digestivo y previene el estreñimiento, sino que también contribuye a reducir el riesgo de cáncer, especialmente el colorrectal. Esta enfermedad afecta a millones de personas en todo el mundo y es la tercera más común, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica.
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La fibra presente en las alubias favorece el equilibrio del microbioma intestinal, un factor clave en la prevención y tratamiento del cáncer. Estudios recientes han demostrado que añadir una taza diaria de alubias blancas a la dieta habitual puede generar cambios positivos en la salud intestinal, incluyendo un aumento de bacterias beneficiosas como Faecalibacterium, Eubacterium y Bifidobacterium, mientras reduce bacterias patógenas.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Texas y publicada en eBIOMedicine, una revista del grupo The Lancet, revela que las alubias blancas tienen un efecto positivo en pacientes con cáncer colorrectal.
En solo ocho semanas, los participantes del ensayo que incorporaron alubias blancas en su dieta mostraron mejoras notables en su salud intestinal. Estas mejoras no solo se traducen en una mayor protección contra el cáncer, sino también en una respuesta más efectiva a los tratamientos existentes.
Según Carrie Daniel-MacDougall, profesora de Epidemiología y autora del estudio, “es raro observar un cambio en la diversidad del microbioma solo con la intervención dietética, y este estudio subraya la capacidad de un alimento prebiótico fácilmente disponible para provocar tales cambios”.
Más allá de su capacidad para prevenir el cáncer, estos cambios dietéticos también benefician el sistema inmunológico y contribuyen a tener una vida más saludable, pues permite reducir las cifras de obesidad y otras enfermedades.
Por otro lado, investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y el Centro de investigación biomédica en red de la fisiopatología de la obesidad y nutrición de España analizó a 7.212 personas con alto riesgo de enfermedad cardiovascular y después de seis años de seguimiento arrojaron como resultado que los individuos con menor consumo de leguminosas tienen casi el doble de probabilidad de morir por cáncer a diferencia de los que las comen regularmente.
Asimismo, la investigación comprobó que aquellos individuos que consumían menor proporción de legumbres –especialmente alubias–, tenían un menor riesgo de obtener y morir por enfermedades cardiovasculares.
Qué son las alubias
La alubia proviene de una planta que hace parte de la familia de las legumbres y se caracteriza por tener tallos delgados, erguidos o volubles, con hojas compuestas por tres hojas más pequeñas en forma de corazón y flores generalmente blancas, que brotan en racimos.
El fruto de estas matas son las alubias, que es una legumbre comestible, la cual contiene varias semillas blancas en forma de riñón, a las que también se les conoce como frijoles blancos.
Cómo se recomienda preparar y consumir las alubias
Las alubias secas tienen una larga duración si se almacenan en un lugar fresco, seco y alejado de la luz solar o espacios en los que haya mucho calor; sin embargo, la recomendación es consumirlas en el mismo año de su recolección.
Esta legumbre requiere de un remojo previo para hidratarse y facilitar la cocción, un proceso que también ayuda a la digestión. Para ello, se pueden lavar previamente con agua y después dejarlas cubiertas con el líquido en frío, al menos 8 horas (toda la noche) en remojo. Se debe escurrir esa agua y prepararse con una totalmente nueva y limpia, se cocinan solas o con verduras y se pueden acompañar con arroz o con diferentes hierbas aromáticas.
Una vez preparadas se le pueden añadir todo tipo de caldos, guisos y estofados, lo ideal es que queden ligeramente firmes y se dice que son perfectas para ensaladas, así como para preparar rellenos (vegetarianos o no) con distintas salsas y acompañamientos. Estas legumbres se pueden triturar para hacer cremas, purés y pastas untables tipo hummus.