La crisis por la falta de medicamentos para tratar la tuberculosis en Colombia pone en alerta a las autoridades de salud y organizaciones especializadas, mientras el Gobierno busca soluciones inmediatas. La Asociación Colombiana de Infectología (Acin), a través de su Comité de Micobacterias, fue una de las primeras entidades en advertir sobre esta preocupante situación, destacando la escasez de medicamentos básicos para el tratamiento de la tuberculosis sensible, como el tetraconjugado RHZE. Esta carencia podría tener un impacto grave en la salud pública, dado que la tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más peligrosas en el mundo.
Frente a este panorama, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, reconoció la magnitud del problema y la urgencia de encontrar alternativas para garantizar la atención de los pacientes afectados. Según el ministro, uno de los factores principales que llevó a esta escasez es la baja rentabilidad que algunos productores farmacéuticos perciben en la fabricación de estos medicamentos, lo que redujo su disponibilidad en mercados como el colombiano. Esta situación no es exclusiva de Colombia, ya que otros países también enfrentan retos similares en el suministro de medicamentos esenciales.
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“Estamos comprando etambutol aquí en Colombia, y también hemos recibido apoyo de un laboratorio que nos ha entregado una donación de medicamentos”, aseguró el ministro Jaramillo al detallar las medidas inmediatas que tomó el Gobierno. Este fármaco alternativo ya está siendo distribuido en el país mientras se espera la llegada, en diciembre, del tetraconjugado proporcionado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), lo cual aliviaría parcialmente el desabastecimiento actual.
Además, el ministro destacó que el Gobierno está evaluando otras opciones de compra para cubrir la demanda de medicamentos en el corto plazo. Estas medidas buscan garantizar que los pacientes reciban un tratamiento continuo y adecuado, evitando que la interrupción del tratamiento agrave los casos de tuberculosis o provoque el desarrollo de resistencias farmacológicas.
A pesar de estas acciones, persisten las preocupaciones sobre los efectos que esta escasez podría tener en la lucha contra la tuberculosis, especialmente en poblaciones vulnerables. La Acin, junto con otras organizaciones, reiteró la necesidad de un enfoque integral para abordar este tipo de crisis, desde la gestión de inventarios hasta la implementación de políticas que incentiven la producción sostenida de medicamentos esenciales.
Las cifras
La tuberculosis continúa siendo una de las principales amenazas de salud pública en el mundo, con un impacto significativo en países de las Américas y a nivel global. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2021 se estimaron 10,6 millones de personas enfermas de tuberculosis y 1,6 millones de muertes relacionadas, de las cuales 187.000 ocurrieron en personas con coinfección por VIH. La pandemia de COVID-19 y las desigualdades socioeconómicas agravaron esta situación, revirtiendo años de avances en su control y aumentando la carga en las poblaciones más vulnerables.
En Colombia, la situación es alarmante. Según el Hospital Universitario, en 2023 se reportaron 17.043 casos de tuberculosis, un aumento del 15-20% en comparación con los 14.000 casos registrados en 2022. Además, 1.137 personas fallecieron por esta enfermedad, lo que equivale a tres muertes diarias, según Carlos Torres, director de Cineumo-Fundación Neumológica Colombiana.
La tuberculosis es causada por Mycobacterium tuberculosis, una bacteria que afecta principalmente a los pulmones y se transmite por el aire. Sus síntomas incluyen tos crónica, dolor torácico, fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso y debilidad. Aunque algunas personas con tuberculosis latente no presentan síntomas ni son contagiosas, ciertas condiciones como la diabetes, el VIH, la malnutrición y el tabaquismo aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad activa.
La Estrategia Fin de la TB, impulsada por la OMS, busca erradicar la epidemia mundial de tuberculosis para 2035. Sus metas incluyen reducir las muertes en un 95%, disminuir los casos en un 90 % y garantizar que ninguna familia enfrente costos catastróficos asociados a la enfermedad.