El robo de vehículos continúa afectando gravemente la percepción de seguridad en Bogotá, pese registrar en algunos momentos una leve disminución. Este delito, que representa un desafío constante para la alcaldía y las autoridades de la ciudad, se mantiene como una de las principales preocupaciones de los habitantes, quienes cuestionan la eficacia de las estrategias de control y prevención implementadas.
El temor ciudadano se intensifica al saber que las organizaciones criminales detrás de estos robos operan con un alto nivel de planificación. Los delincuentes seleccionan con precisión las zonas más vulnerables, realizan un seguimiento exhaustivo a sus víctimas y estudian sus rutinas diarias, incluyendo horarios de salida y características de sus vehículos. Además, trazan rutas de escape minuciosamente diseñadas para evitar ser atrapados, lo que complica la labor de las autoridades.
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Por otro lado, algunos modelos y marcas de automóviles se destacan como los preferidos por estas redes delictivas. Este interés está motivado por el valor que los vehículos alcanzan en el mercado ilegal y por la alta demanda de sus repuestos en el comercio clandestino.
Así mismo, el robo de vehículos mostró tendencias específicas que las autoridades analizaron minuciosamente debido al impacto negativo que tienen en la seguridad y la economía local. Uno de los patrones más destacados fue la preferencia de los delincuentes por ciertos colores de vehículos, siendo el blanco, gris, rojo y negro los más codiciados. Estas tonalidades facilitan la reventa rápida en el mercado ilegal, especialmente en regiones alejadas de la capital, lo que aumenta las posibilidades de éxito para los ladrones.
Según cifras de la Policía Metropolitana de Bogotá, entre los modelos más afectados, las camionetas de alta gama ocuparon un lugar prioritario. Los delincuentes se enfocan principalmente en marcas como Toyota, específicamente los modelos Fortuner y TXL, cuya popularidad no disminuye incluso cuando estaban blindados. De hecho, el blindaje se convirtió en un atributo adicional que incrementaba su valor en el mercado negro.
Otros vehículos de este segmento que son blanco de robos incluyen las camionetas Mazda CX5, Mazda CX30 y Renault Alaskan, las cuales resultaron especialmente atractivas para grupos armados ilegales, que representan una porción significativa de los clientes de estas redes delictivas. Las estadísticas indican que el 26% de los hurtos correspondieron a este tipo de camionetas, debido a su alto costo y la dificultad para rastrearlas después de ser sustraídas.
En cuanto a los automóviles compactos, el Kia Picanto y el Chevrolet Spark se posicionan como los más vulnerables, dada su popularidad y la alta demanda de sus repuestos en el mercado ilegal. Esto convirtió a estos vehículos en objetivos recurrentes de los delincuentes, quienes los priorizan por ser fáciles de comercializar.
Por último, las autoridades identificaron patrones en los momentos de mayor actividad delictiva. Los robos se concentraron en las noches, particularmente entre las 6:00 p. m. y las 12:00 de la medianoche, siendo los días miércoles, jueves, viernes y sábado los de mayor incidencia. En contraste, los domingos los delitos solían ocurrir en la madrugada.
Las autoridades hicieron varias recomendaciones para prevenir el robo de vehículos, resaltando la importancia de no dejar los autos estacionados en la vía pública y, en su lugar, buscar parqueaderos seguros. También enfatizaron la necesidad de mantener los seguros puestos mientras se circula y evitar transitar por rutas desconocidas, especialmente en áreas de alto riesgo. En cuanto a las viviendas, se sugirió extremar las medidas de seguridad al ingresar o salir del garaje, como usar sistemas automáticos para evitar bajarse del vehículo.
Además, destacaron la importancia de actuar rápidamente en caso de un robo, alertando a las autoridades de inmediato y realizando la denuncia correspondiente, lo cual facilita la recuperación del vehículo y ayuda en la recopilación de datos para futuras estrategias de seguridad.