Fredy Guarín, exfutbolista colombiano conocido por su talento en el campo y su paso por grandes clubes, como el Inter de Milán y el Porto, reveló en una emotiva entrevista con Los informantes los episodios más oscuros de su vida.
A los 38 años de edad, Guarín confesó cómo las adicciones y los excesos lo llevaron a tocar fondo, a tal punto que estuvo al borde de quitarse la vida. Hoy, comparte su historia como un testimonio de lucha, arrepentimiento y transformación.
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Fredy Guarín inició su carrera profesional a los 18 años con una proyección internacional brillante. Mientras debutaba en el Saint-Étienne en Francia, ya era padre de su primer hijo y estaba casado. Posteriormente, su talento lo llevó al Porto, donde conquistó títulos europeos, y luego al Inter de Milán, uno de los clubes más prestigiosos del fútbol mundial.
Aunque el éxito en la cancha vino acompañado de la exposición a un estilo de vida desbordado. Fue en Italia donde empezó a coquetear con el alcohol de manera peligrosa, creyendo que podía manejar su adicción sin afectar su rendimiento.
“Me emborrachaba dos días antes del partido y llegaba a jugar bien, ganábamos, hacía goles. Creía que lo tenía todo bajo control”, recordó.
Con el tiempo, el alcohol comenzó a traspasar los límites de su vida profesional y personal. Las fiestas, las grandes sumas de dinero y la ausencia de límites lo alejaron de su familia y su propósito. A pesar de las advertencias, Fredy se sumergió cada vez más en un estilo de vida autodestructivo que, según sus propias palabras, le hizo perder el rumbo.
Tras dejar Europa, Guarín continuó su carrera en China con el Shanghái Shenhua. Allí, con contratos millonarios, adquirió un avión privado y organizaba fiestas desmedidas que alimentaban su adicción. “Jugaba y tomaba, tomaba y jugaba”, comentó. El desenfreno llegó a su punto máximo cuando, en plena pandemia de covid 19, se encontró completamente solo en Brasil.
Sin familia, amigos ni entrenamientos que le dieran estructura a su vida, Guarín quedó atrapado en un círculo vicioso de alcohol y autodestrucción. “Podía tomarme 50, 60, 70 cervezas en una noche. Perdí el temor, me iba a las favelas a buscar adrenalina, a ver armas. Me abandoné por completo.”
En su aislamiento, llegó el momento más crítico de su vida. Viviendo en el piso 17 de un edificio en Brasil, Fredy intentó quitarse la vida. “Me desconecté de la vida, salté por el balcón, pero una malla me detuvo. No sé qué pasó, fue algo que me devolvió a la realidad.”
Decidido a cambiar, Guarín volvió a Colombia, pero su llegada estuvo marcada por un incidente que se volvió viral: un video en el que aparecía esposado, borracho y ensangrentado, saliendo de la casa de sus padres. La escena generó preocupación y críticas, pero también se convirtió en un catalizador para que reconociera que necesitaba ayuda profesional.
Fredy ingresó a un proceso de rehabilitación en una clínica especializada, donde comenzó a reconstruir su vida desde cero. Con el apoyo de su mentora Liliana Rodríguez, se comprometió con su recuperación y aceptó las consecuencias de sus acciones pasadas.
Fredy también ha encontrado en su fe un refugio. Durante su entrevista, expresó que su propósito es compartir su historia para inspirar a otros que enfrentan luchas similares. “Dios está poniendo en mí una misión, quiero tocar corazones y salvar vidas con mi testimonio.”
En un mundo donde las adicciones y la salud mental a menudo se silencian, su decisión de hablar abiertamente sobre sus batallas es un acto de valentía que puede inspirar a quienes luchan en silencio. Como él mismo dice: “Este testimonio no es solo mío, es de todos los que luchamos por una vida mejor.”