El reclutamiento de jóvenes en Colombia continúa siendo una problemática alarmante, especialmente en regiones vulnerables donde grupos armados ilegales como los grupos residuales de las Farc, el Clan del Golfo y el ELN ejercen control territorial. Según datos de la Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico), al menos 142 menores fueron reclutados en el primer semestre de 2024.
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Estos jóvenes son arrancados del seno de sus familias y de su entorno social para ser llevados a soportar condiciones inhumanas en la inmensidad de las selvas colombianas, donde enfrentan no solo el riesgo de morir en enfrentamientos armados, también la amenaza de ejecución por decisión interna de la organización criminal en caso de intentar escapar.
La brutalidad de lo vivido por los jóvenes reclutados queda en evidencia en el testimonio de un joven de 21 años que logró escapar de las filas del Clan del Golfo tras caminar durante cuatro días a través de los densos bosques de Antioquia. Según relató en el medio Semana, bajo el seudónimo de Juan Carlos Ramírez para proteger su identidad, fue inicialmente víctima de un engaño: lo contactaron a través de redes sociales con la promesa de un trabajo como jornalero en una finca, sin saber que esto lo llevaría a ser forzado a unirse a una estructura armada ilegal.
El salario de 2.500.000 pesos le resultó tentador, por lo que aceptó la oferta. La persona que lo contactó le consignó 300.000 pesos a su cuenta de Nequi para cubrir su traslado a la subregión del Bajo Cauca, específicamente al municipio de Nechí, donde supuestamente trabajaría como jornalero. Sin embargo, al llegar, se dio cuenta de la terrible decisión que había tomado.
“Ellos me dijeron que yo ya no podía devolverme para donde mi familia porque ya estaba con ellos”, relató Ramírez al medio citado, indicando que al llegar el sueldo de más de dos millones de pesos se convirtió en un salario mínimo del cual los paramilitares le solían descontar 400.000 pesos.
También mencionó que durante su estadía de 12 meses era frecuentemente amenazado por los criminales quienes les indicaban a los reclutados que sí intentaban huir iban a ser asesinados: “allá le dicen a uno que, si uno se vuela y se entrega, la misma ley lo coge y lo entrega allá para que ellos lo maten a uno”.
El momento decisivo para Ramírez llegó cuando uno de sus superiores le ordenó asesinar a un compañero que había expresado su deseo de regresar a su hogar. Al negarse, fue marcado como uno de los reclutas destinados a ser ejecutados, lo que lo llevó a tomar la decisión de escapar a pie del lugar donde estaba siendo recluido e instruido militarmente por los terroristas.
Según relató el joven, su escape fue un calvario de cuatro días, durante los cuales caminó sin descanso, corrió por campos abiertos y nadó a través de corrientes peligrosas. Finalmente, encontró refugio en una familia que lo ayudó a llegar hasta una instalación militar, donde pudo confesar el calvario que había sufrido durante un año en manos de la organización criminal.
Grupos armados ilegales en Colombia están utilizando redes sociales como TikTok, Instagram y Facebook para reclutar menores, según Leonardo González, director de Indepaz. Con mensajes y videos que distorsionan la realidad, los guerrilleros buscan atraer a jóvenes con imágenes que glorifican la violencia, el uso de armas y vehículos lujosos, así como falsas promesas de poder.
Además, adaptan sus publicaciones para evadir la detección de algoritmos, alterando, por ejemplo, los nombres de sus grupos. Este tipo de propaganda sensacionalista ha ganado alcance en plataformas populares entre adolescentes, por lo que las autoridades han solicitado al círculo familiar de los menores que estén atentos al contenido que consumen en redes sociales.