Valiéndose de sus redes sociales, la creadora de contenido con residencia en Medellín, Andrea Rincón, más conocida como Una ama de casa millennial, quiso advertir a sus seguidores sobre una nueva modalidad de estafa que estarían implementando bandas delincuenciales con la ayuda de rappitenderos.
“La estafa que estuvo a punto de hacer ayer, a través de Rappi, un rappitendero, es una vaina sin precedentes. Califica en crimen organizado y lo sigo sin intención de despotricar sobre una plataforma que, honestamente, uso todos los días. Cada uno de los servicios de Rappi los he utilizado”, explicó.
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Y es que, del uso frecuente de la aplicación, aprendió que “es una plataforma con demasiado potencial y que, genuinamente, si así lo quisieran, podrían organizarla mejor y brindar una atención bastante más personalizada cuando se presenta un inconveniente”.
Pero, lamentablemente, no es así. O, al menos, no es así como ella lo ve, sobre todo de los recientes acontecimientos en los que estuvo a punto de hacer un pago doble en por lo menos tres ocasiones.
“Las cosas fallan, pero lo que me pasó, de verdad, lo supera todo. En un lapso, de más o menos 15 días, a nosotros nos han intentado estafar cuatro veces a través de la plataforma. No directamente la plataforma, pero sí los rappitenderos. En los dos primeros casos, básicamente, el rappi llegaba hasta nuestra casa a entregar el pedido y nos informaba que le aparecía cancelado el pedido en la plataforma, aunque, en la aplicación nos salía vigente. La persona lo que quería es que le hiciéramos la transacción directamente porque, ‘al estar cancelado’ no le entraba el dinero”.
Al escuchar la misma historia de boca de un familiar, entendieron que, en su caso, la estafa no logró concretarse debido a que el servicio al cliente que tienen vinculado a su cuenta es, excepcionalmente, ágil. Sin embargo, no sería el caso de otros usuarios.
“En esa cuenta, tal vez porque la usamos mucho, tenemos muy buena atención, entonces escribimos y desde Rappi contestaron que no fuéramos a entregar el dinero, debido a que el pedido seguía vigente para nosotros. Así que iban a solucionarlo, directamente, con el restaurante, pero podíamos quedarnos con el pedido. Sin embargo, a mi primo le aplicaron el mismo modus operandi, todo súper extraño, porque se canceló justo cuando el tipo llegó a la portería. Él le pidió que le pasara el dinero porque, de lo contrario, iban a bloquearlo y no podría trabajar más ese día. Un discurso que juega con los sentimientos de las personas y mi primo, en su afán de no dilatar el proceso y debido a que no tiene un buen servicio al cliente, pagó y perdió la plata”.
Un caso que estuvo a punto de repetirse, nuevamente, el viernes 8 de noviembre, cuando realizaron un pedido considerable a un restaurante que suelen frecuentar, dentro y fuera de la aplicación.
“Ayer hicimos un pedido grande y el rappi, que se supone era una mujer, nos escribió que había un problema con la plataforma e intentaron comunicarse sin éxito y, por tanto, nos pedía comunicarnos a un número común y corriente, cunado, al mismo tiempo, nos llegó un mensaje de texto informando que el repartidor venía en camino”.
Y agregó: “Se nos hizo raro, empezamos a llamar y nadie contestó. Entonces, a través de la aplicación, llamamos al rappitendero y era un hombre. Le dijo que hablaba de parte del restaurante, pero estábamos llamando al domiciliario. Sin embargo, se salió por la tangente y nos dijo que escribiéramos al número que nos habían dado”.
Con el caso de su primero en mente y los últimos dos intentos de estafa que lograron evitar, decidieron buscar por su propia cuenta una manera de contactar al restaurante y así, salir de dudas:
“Ya era demasiado extraño, nos timbramos y buscamos el número del restaurante. Escribimos al WhatsApp oficial y, afortunadamente, nos contestaron. Dijeron que no tenían relación alguna con el otro número y, además, el pedido ya había sido recogido; por lo que nos recomendaron no entregar ni un peso, porque se trataba de una estafa a la que ya se habían enfrentado”.
Finalmente, el domiciliario se presentó a entregar el domicilio, pero trató de retrasarlo hasta averiguar si, efectivamente, había escrito al número no oficial, desde donde, minutos más tarde, les llegó un mensaje en tono sarcástico sobre el no pago de la estafa.