El excongresista Tiberio Villarreal Ramos enfrentará un juicio por su presunta participación en la masacre de ‘La Rochela’, un evento que estremeció a Colombia al dejar doce personas muertas y tres heridas el 18 de enero de 1989 en la zona rural de Simacota (Santander).
La noticia fue confirmada por una fiscal delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá, quien “ratificó en segunda instancia la resolución de acusación en contra del excongresista”, según el documento publicado el 13 de noviembre de 2024.
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Villarreal Ramos es acusado de haber usado su influencia para “ejercer presiones y determinar” a líderes paramilitares en el Magdalena Medio.
El cargo se centra en que presuntamente instruyó a un cabecilla paramilitar conocido como alias Vladimir para que ordenara la eliminación de integrantes de “una comisión judicial, que investigaba la desaparición de 19 comerciantes en Santander”, hecho que, según el proceso, apunta directamente a Villarreal Ramos como posible instigador.
Los crímenes por los que será juzgado incluyen homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y concierto para delinquir.
Según el reporte, “los elementos de prueba en poder de la Fiscalía dan cuenta de Villareal Ramos”, demostrando supuestas reuniones con cabecillas paramilitares del Magdalena Medio. Estas reuniones, en busca de “apoyo político y financiero”, son piezas clave de la acusación; en una de ellas, habría “presionado para que fueran asesinados los integrantes de una comisión judicial”.
“El procesado deberá responder en juicio como posible responsable de los delitos de homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y concierto para delinquir”, señaló la Fiscalía.
Durante aquel fatídico evento, los criminales interceptaron a los funcionarios judiciales bajo el pretexto de proporcionar “información valiosa”.
Los llevaron por un camino rural donde “fueron emboscados por una estructura a cargo de alias Vladimir”, lo que resultó en la muerte de doce personas, entre ellas “dos jueces, dos secretarios de despacho, seis investigadores judiciales y dos conductores”. Este acto de violencia se contextualiza en una época de intensa actividad paramilitar en el país.
El proceso judicial contra Villarreal Ramos se desarrolla bajo los parámetros de la Ley 600 de 2000, que corresponde al anterior Sistema Penal colombiano. Este detalle resalta la magnitud y antigüedad del caso, situando los procedimientos legales dentro de un marco que ha evolucionado considerablemente desde entonces.
La masacre de ‘La Rochela’ se inscribe en el sombrío historial de violaciones a los derechos humanos en Colombia, un país golpeado por décadas de conflicto armado. La resolución de acusación, ratificada en segunda instancia, trae un rayo de esperanza para las víctimas y sus familias, quienes han esperado justicia por más de 35 años.
El caso de Villarreal Ramos destaca, además, las conexiones entre política y paramilitarismo en el país. Según el documento divulgado, Villarreal Ramos habría buscado relaciones ilícitas para “recibir apoyo político y financiero”, con el grave resultado del asesinato de operativos judiciales que desempeñaban sus funciones en una región ya marcada por la violencia.
Este desarrollo es un recordatorio del costoso precio del conflicto y la lucha constante por erigir un sistema de justicia que trate incluso con los casos más antiguos y notorios. La ratificación de la acusación en contra de Tiberio Villarreal Ramos es considerada un paso crucial hacia el reconocimiento y el castigo de aquellos que, presuntamente, incitaron tales actos de brutalidad.
La masacre de La Rochela
El 18 de enero de 1989, un brutal ataque en el corregimiento de La Rochela, en el municipio de Simacota, Santander, dejó una marca indeleble en la historia de Colombia. Un grupo paramilitar, con la colaboración de agentes estatales, perpetró una masacre que resultó en la muerte de 12 de los 15 funcionarios judiciales que investigaban delitos en la región. Este evento es recordado como uno de los ataques más atroces contra el sistema judicial colombiano.
Entre las víctimas se encontraban destacados funcionarios judiciales, como la jueza Mariela Morales Caro y el juez Pablo Antonio Beltrán Palomino, ambos de San Gil. Otros funcionarios asesinados fueron Virgilio Hernández Serrano, Carlos Fernando Castillo Zapata, Luis Orlando Hernández Muñoz, Yul Germán Monroy Ramírez, Gabriel Enrique Vesga Fonseca, Benhur Iván Guasca Castro, Orlando Morales Cárdenas, César Augusto Morales Cepeda, Arnulfo Mejía Duarte y Samuel Vargas Páez, quien era conductor del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de San Gil.
Este crimen no fue un hecho aislado, sino parte de una serie de ataques dirigidos contra funcionarios judiciales en Colombia durante esa época. La masacre de La Rochela se inscribe en un contexto de violencia sistemática que buscaba intimidar y desarticular los esfuerzos del sistema judicial por investigar y procesar delitos en zonas conflictivas del país.