La tranquilidad en el barrio Altos de San Isidro de Cartagena se vio comprometida el segundo puente festivo de noviembre (2024) tras una riña multitudinaria que habría provocado un supuesto caso de infidelidad.
La agresión, que en redes sociales no bajaron de “pelea salvaje”, inició, según la plataforma de denuncias ciudadanas Colombia Oscura, luego de que “que una de las involucradas se metiera con la pareja sentimental de la otra”.
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Además, testigos sugieren que una de las mujeres involucradas habría utilizado un arma cortopunzante para dañar a su oponente. Por lo que, tuvo que ser atendida en un hospital de La Heroica, en donde necesitó de varias puntadas.
En la grabación, realizada desde distintos ángulos, se escucha cuando se avientan piezas en vidrio o cerámica en plena vía pública. De ahí que, al menos tres personas terminaran la noche en un pabellón de urgencias.
“Mientras tanto, el alcalde mandándole la Policía a la señora santandereana”, “Qué risa pelear por un miembro. La ignorancia es atrevida”, “Que bajo”, “Y capaz se queda con las dos”, se lee en algunos de los comentarios que, con evidente preocupación, realizaron los cartageneros en la publicación de los videos.
Colombia: el segundo país con mayor número de infieles en la región
En junio del 2023, Colombia se posicionó como el segundo país de Latinoamérica con mayor número de casos de infidelidad en personas casadas, de acuerdo con datos de Gleeden y Ashley Madison, plataformas que analizan el comportamiento de sus usuarios de cerca. Solo Brasil, que cuenta con una población de 214 millones, supera a Colombia, con apenas 51 millones. Y, México, con 127 millones de habitantes, ocupa el tercer lugar.
El psicólogo clínico Andrés Gutiérrez, en una entrevista para Blu Radio, describió que los factores más comunes detrás de la infidelidad incluyen la rutina, el deseo de experimentar algo nuevo y la monotonía en la relación. “La infidelidad se da cuando hay contacto mediante medios digitales o encuentros físicos”, afirmó Gutiérrez, quien resaltó el impacto emocional que este fenómeno produce en las víctimas, afectando profundamente su salud mental, relaciones personales y rendimiento laboral.
Los datos sugieren que algunas ciudades colombianas presentan mayores índices de infidelidad, con Rionegro a la cabeza, seguida de Medellín y Bucaramanga. Otras ciudades que registran alta frecuencia de este comportamiento son Tunja, Tuluá, Bogotá, Pereira, Villavicencio, Ibagué y Popayán. La infidelidad, además, parece no distinguir edad, género, orientación sexual, o religión, afectando a personas de distintos trasfondos.
A pesar de la amplia visibilidad de situaciones de infidelidad en redes sociales, donde cada vez son más comunes los videos de víctimas que denuncian públicamente a sus parejas infieles, el problema sigue en aumento. Esta situación ha llevado a intentos de intervención legislativa, como la propuesta de la congresista Kelly Karina Espinosa. En abril, Espinosa presentó el proyecto de ley “Cero Cachos”, argumentando que “la infidelidad está generando violencia, depresión y suicidios”, y que el Estado no debe ignorar estas consecuencias.
Según Gleeden, seis de cada diez colombianos han sido infieles al menos una vez, con un 80% de infidelidad entre los hombres, frente al 60% en mujeres. Silvia Rúbides, directora de marketing de Gleeden, indicó que el 70% de los usuarios de la plataforma en Latinoamérica son hombres y que la mayor parte de los suscriptores provienen de Colombia. Sin embargo, explicó que, aunque las mujeres son menos infieles que los hombres, sufren mayores estigmatizaciones sociales, siendo juzgadas en un 68% de los casos por su comportamiento. Según Rúbides, las causas principales difieren entre ambos géneros: mientras los hombres afirman ser seducidos y caer en la tentación, las mujeres suelen buscar atención y afecto que no reciben en sus relaciones actuales.
Existen tres tipos de infidelidad predominantes entre los colombianos, según Rúbides: el contacto físico, la conexión emocional y el sexting o coqueteo a través de redes sociales. Estos patrones reflejan la diversidad de motivaciones y dinámicas en las que se basa este fenómeno que, además de ser un tema social, ha alcanzado proporciones de salud pública.