Son varias las razones que llevaron a la caleña Lorena Giraldo a pensar que su vida era mejor en Colombia que como migrante en España, y una de ellas se encuentra directamente relacionada con el problema de los “okupas” del que fue víctima una noche.
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“Esta historia la cuento así de chévere, pero, en realidad, fue algo duro, algo traumático y que jamás en la vida me había sucedido, ni siquiera cuando vivía en los barrios más populares de la ciudad de Cali. Nunca nadie se me había metido a la casa, y menos dos extraños intentando quedarse”, insistió en un video compartido en su perfil en la plataforma TikTok.
De acuerdo con Giraldo: “En España hay una mafia, un grupo de personas que, no sé qué pensarán de la vida, se meten en casas ajenas para ocuparlas; de ahí el nombre de okupas. Según lo que escuché después de este suceso traumático, es que lo hacen con niños, porque la ley respalda tanto a los menores que no los pueden desalojar. Esta gente se aprovecha, y así es como muchos españoles han perdido sus propiedades. La misma policía nos contó todo esto, y luego empezamos a escuchar de más casos”.
El caso de ella ocurrió en los primeros días de la temporada de verano: “Hacía mucho calor, ese apartamento no tenía aire acondicionado y llegamos, como la mayoría de latinos, con la idea de que todo era muy seguro, así que nos sentíamos tranquilos, a pesar de compartir con otra familia, algo totalmente normal para ahorrar costos”.
Vivía en “una casa donde, al abrir la puerta, había unas escaleras, y arriba te encontrabas con la puerta del apartamento como tal. La chapa de esa puerta era una porquería, pero uno se sentía seguro porque ¿quién se iba a poner a molestar con esa chapa? Pero el que sabe, sabe”.
Por coincidencia, ese día su esposo se quedó despierto hasta tarde. Sin embargo, los okupas encontraron el momento perfecto para actuar y llegaron hasta la cama de la pareja colombiana para revisar quién estaba en casa.
“Ese día yo estaba súper cansada y, aunque mi esposo y yo solemos dormirnos juntos, es decir, al mismo tiempo, ese día, gracias a Dios, él no tenía sueño. Yo caí profundamente dormida, pero a eso de las 2:00, 2:30 de la mañana, sentí que me pegaron en la pierna y mi esposo gritó de inmediato: ‘¡Se nos metieron!’”, dijo la colombiana.
Continuó: “Yo no sabía ni dónde estaba parada, pero él enseguida abrió la puerta de la habitación, encendió la luz que daba a la sala y dijo: ‘En las escaleras cojo a este hijue...’. Porque escuchó cómo uno le dijo algo al otro en árabe mientras bajaban”.
A pesar de la valentía con la que su esposo decidió enfrentarlos, “esos desgraciados ya tenían todo abierto y se tiraron por las escaleras. Mi esposo los insultó hasta más no poder, les soltó todo el repertorio colombiano, y ni la señora de la casa ni yo sabíamos qué hacer. Estábamos en shock”.
El impacto fue tal y la información entregada por las autoridades españolas tan desalentadora que, entonces, Girado empezó a comprar su vida de migrante con la que llevaba en Colombia, hasta, finalmente, devolverse.
Pero “lo peor fue darnos cuenta de que eran vecinos. Se metieron a una casa por ahí cerca y hablamos con una vecina que se quedó por ahí chismoseando, pero no supo darnos más información. Mientras, yo solo pensaba ¿qué está sucediendo aquí? ¿Qué familia sale tranquila a sus vacaciones? Si, incluso, estando ahí mismo, se te van a meter y las autoridades no puedan hacer nada”.