En diciembre de 2022, Japón realizó una significativa donación de más de 25.000 dosis de vacunas contra la viruela del mono a Colombia. El objetivo era colaborar en un estudio clínico liderado por la Universidad Nacional de Colombia y apoyado por el Ministerio de Salud, en un esfuerzo por contribuir tanto a la protección de la población colombiana como al avance de la investigación en la lucha contra la enfermedad.
Sin embargo, un año después, más del 98% de estas dosis se habrían quedado sin administrar, resultando vencidas en almacenamiento y generando preocupación y críticas sobre su gestión.
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La senadora Angélica Lozano, que reveló públicamente la situación, denunció que solo se administraron 556 de las más de 25.000 vacunas donadas, es decir, menos del 3% del total. La congresista subrayó la gravedad del caso al señalar la inacción del gobierno frente a una donación destinada a proteger vidas y avanzar en la ciencia.
Posibles repercusiones diplomáticas
Este incidente ha trascendido más allá de la esfera de la salud pública y ha generado cuestionamientos en términos de diplomacia y relaciones internacionales. Según Lozano, el país “dejó en mala posición” la colaboración internacional con Japón, un aspecto que podría afectar la percepción de otros países sobre la capacidad de Colombia para gestionar ayuda en situaciones críticas de salud pública.
“No solo quedamos mal con la ciudadanía, que sigue expuesta al riesgo, la enfermedad y la muerte, sino también con Japón, quien donó las vacunas para hacer un estudio clínico”, señaló Lozano, enfatizando en que esta situación es una oportunidad desaprovechada no solo para Colombia, sino para el campo de la salud pública en general, en un momento en que la lucha contra la viruela del mono sigue siendo una prioridad en muchas regiones del mundo.
El abogado y experto en salud pública Daniel Alarcón también se pronunció al respecto, destacando la importancia de diferenciar entre la coordinación de un estudio clínico y la ejecución de una campaña de inmunización masiva. “No es lo mismo en términos de salud pública organizar un estudio que hacer la compra de unas vacunas y vacunar a las personas que están necesitando de estos medicamentos”, explicó para RCN, señalando que la infraestructura necesaria para llevar a cabo cada tipo de operación es distinta y requiere diferentes enfoques logísticos y estratégicos.
Recursos y capacidades para enfrentar el brote en Colombia
A finales de agosto de 2024, el presidente Gustavo Petro encabezó una reunión con su equipo de Gobierno para evaluar la situación de la viruela símica en Colombia. Durante el encuentro, el mandatario subrayó la importancia de un “monitoreo permanente” de la enfermedad, que ha afectado a miles de personas desde 2022, y que exige una respuesta ágil y coordinada de las autoridades.
Uno de los temas clave en la reunión fue la capacidad del sistema de salud para detectar, aislar y tratar los casos de viruela símica. El Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) informó que se revisaron las capacidades diagnósticas de los laboratorios a nivel nacional, considerando la necesidad de tener disponibles recursos médicos, como equipos de protección para el personal de salud, camas hospitalarias y medicamentos específicos para el tratamiento de la enfermedad.
El presidente Petro destacó la necesidad de actuar con “la mayor celeridad posible ante cualquier amenaza a la salud pública”, considerando la progresión de la enfermedad en otras partes del mundo, especialmente en África; y destacando que el enfoque inmediato en Colombia se centra en garantizar que los laboratorios y el personal médico cuenten con dichos recursos.
Según el Instituto Nacional de Salud (INS); Colombia ha registrado, hasta el 14 de agosto de 2024, un total de 4.257 casos de viruela símica desde su aparición en junio de 2022. La mayoría de estos casos se concentran en Bogotá, Medellín y Cali, y afectan principalmente a hombres, con 4.119 casos frente a 138 en mujeres. Por otra parte, los grupos de edad más afectados son los de 20 a 49 años, con la mayor concentración en personas de 30 a 39 años (1.753 casos).