En el desierto de la Tatacoa (en el departamento del Huila), un equipo de científicos descubrió un fósil que podría cambiar la comprensión de la fauna prehistórica en la región.
Todo esto se dio por cuenta de un tibiotarso, un hueso equivalente a la tibia humana, y que sería perteneciente a un ave prehistórica conocida como el ‘ave del terror’, que también es conocida en Sudamérica como fororracos, sobre todo en el Cono Sur.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
Esta especie prehistórica, Phorusrhacidae, es una una familia de aves grandes, carnívoras y no voladoras que hacen parte del orden Cariamiformes. Estos animales extintos poseían una masa corporal de gran tamaño; podía llegar a pesar hasta 70 kilogramos y alcanzar una altura de entre 90 centímetros y 2 metros.
Una de las características que hacía unica a su especie es que no podía volar (algo similar a lo que ocurre con los avestruces), pero tenían cuerpos esbeltos y adaptaciones locomotoras únicas para poder correr y atrapar a sus presas.
Lo anterior, sumado a un inmenso pico y las adaptaciones mecánicas en su cráneo, explican los expertos, dan cuenta de que era un depredador eficiente que habitó Sudamérica durante el periodo Cenozoico, pero varios registros destacan que también estuvieron habitando la Tierra en el Plio-Pleistoceno (Norteamérica) y en el Eoceno (África), explicó el portal especializado Sci.News.
Este hallazgo, publicado en la revista Palaeontology, sugiere que el ave podría haber alcanzado una altura de entre uno y tres metros, superando en un 5% a 20% el tamaño habitual de su especie (de 2 metros máximo).
El descubrimiento fue realizado por un grupo de científicos colombianos y extranjeros, quienes han trabajado en conjunto para desenterrar este fósil que data de hace aproximadamente 12 millones de años. La profesora Siobhán Cooke, de la Universidad Johns Hopkins, explicó que estas aves eran carnívoras y se alimentaban principalmente de otros animales, utilizando sus extremidades adaptadas para correr.
Un detalle intrigante del fósil es la presencia de marcas de dientes, que los investigadores atribuyen a un Purussaurus, una especie de caimán extinto. Este dato sugiere posibles interacciones entre estas especies prehistóricas, añadiendo una capa más de complejidad a la historia evolutiva de la región.
El fósil fue inicialmente descubierto por el paleontólogo César Augusto Perdomo hace casi dos décadas, explicó El País, pero solo hasta ahora se ha confirmado su pertenencia a esta especie de ave gigante. Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre la biodiversidad prehistórica de Colombia, sino que también destaca la importancia de la colaboración internacional en el campo de la paleontología.
Colombia guarda un fósil de la Titanoboa, la serpiente más grande del mundo
Hace aproximadamente sesenta millones de años, la región de La Guajira en Colombia era una densa selva tropical, similar a la actual Amazonia. En este entorno habitó la Titanoboa cerrejonensis, una serpiente prehistórica que podía alcanzar los 15 metros de longitud y pesar más de una tonelada.
Este reptil, uno de los mayores depredadores del Paleoceno, fue descubierto en 2005 en el Cerrejón, un área rica en fósiles ubicada en el departamento de La Guajira, según informó el Servicio Geológico Colombiano.
Los fósiles de la Titanoboa se encuentran actualmente en el Museo Geológico Nacional en Bogotá, donde se exhiben como parte de una colección que ofrece una visión única del pasado ecológico y climático de la región. Este descubrimiento no solo reveló la existencia de este gigantesco depredador, sino que también proporcionó información valiosa sobre el ambiente selvático de la época, permitiendo a los científicos entender mejor las condiciones climáticas y ecológicas del pasado.
El actor y geólogo colombiano Diego Vásquez ha invitado a los bogotanos a visitar el museo para conocer más sobre esta impresionante criatura. En un video compartido por el Servicio Geológico Colombiano, Vásquez destacó la importancia de la Titanoboa como una de las serpientes más grandes que ha existido en el mundo y subrayó que sus fósiles originales se encuentran exclusivamente en Colombia.
El hallazgo de la Titanoboa ha sido crucial para los paleontólogos, ya que ofrece pistas sobre cómo era el clima y la ecología de la Tierra hace millones de años. La región del Cerrejón, donde se descubrieron los restos, era un ecosistema muy diferente al paisaje árido que se observa hoy en día en La Guajira. Este contraste resalta la importancia de los fósiles para reconstruir la historia geológica y biológica de nuestro planeta.
La Titanoboa era una serpiente carnívora y constrictora, lo que significa que cazaba y se alimentaba de grandes presas, utilizando su enorme tamaño y fuerza para someter a sus víctimas. Este comportamiento depredador es similar al de las serpientes constrictoras modernas, aunque la Titanoboa superaba en tamaño a cualquier serpiente conocida en la actualidad.