Cuando está a punto de cumplirse 39 años desde que ocurrió la toma al Palacio de Justicia aquel 6 de noviembre de 1985, por primera vez en la historia, un agente del Ejercito Nacional que hizo parte las labores para retomar el control del edificio central de la rama judicial en Colombia contó que lo que verdaderamente ocurrió ese trágico día que dejó un saldo de 101 fallecidos, incluidos 11 magistrados.
De hecho, José Dorado Gaviria, exagente de inteligencia de la institución militar, reveló impactantes detalles sobre su participación y la de otros altos mandos militares en múltiples actos delictivos durante los años ochenta y noventa.
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En su entrevista con la revista Cambio, Dorado relató que desde 2016 ha intentado colaborar con la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), pero afirmó que su ingreso fue bloqueado por “conveniencia” de varios generales.
Desde entonces, ha proporcionado información sobre diversas operaciones de inteligencia en las que estuvo involucrado. Incluso, Dorado contó que se adentró en el mundo de la inteligencia a los catorce años, gracias a la conexión con su primo Justo Pastor Perafán, un exsargento del Ejército que se dedicó al narcotráfico.
En su juventud, fue presentado a importantes figuras del Ejército, como los generales Adrada Córdoba y Bedoya Pizarro, lo que le permitió comenzar su carrera como informante. Según Dorado, “era normal que jóvenes de doce o trece años fueran hombres de inteligencia militar”, hecho que puso de manifiesto el uso de menores en actividades de alto riesgo.
En cuanto al funcionamiento interno de la inteligencia durante la toma al Palacio, Dorado explicó que se definían como objetivos a personas simplemente por tener contactos sospechosos, señalando que el proceso no requería más que una suposición basada en seguimientos y vigilancias previas.
“Bastaba con una suposición, porque para esos años no había derechos humanos; tampoco garantías por parte de la Procuraduría o la Defensoría. No es que esas entidades no existieran, sino que por la circunstancia que manejaba la inteligencia de autoritarismo total, ellas no podían ejercer de forma libre su actividad”, comentó Dorado al medio citado.
Además, el exagente indicó que el personal de inteligencia participó activamente en los interrogatorios y desapariciones de personas que salieron con vida del Palacio. Él afirmó conocer el destino de varias de estas personas, incluyendo a Irma Franco, cuyo se habría dado al interior de un batallón de contrainteligencia del Ejército Nacional.
“Conozco el destino de varias de esas personas y así lo he declarado. Por ejemplo, el caso de la señora Irma, que fue asesinada en las instalaciones del Batallón de Contrainteligencia número 1, en la Escuela Logística. Y de varias personas que fueron trasladadas muertas al cementerio sur de Bogotá. Hubo otras personas que después de muertas, por el nivel de importancia que tenían, fueron devueltas al Palacio de Justicia para hacer creer que había muerto ahí. Eso se hizo para ocultar que esas personas habían muerto sometidas a interrogatorios de inteligencia o asesinadas con tiros de gracia”, contó Dorado a Cambio.
Además, Dorado mencionó que varios magistrados, entre ellos Carlos Horacio Urán, fueron objeto de seguimiento intensivo por la inteligencia, indicando que “ya nos eran conocidos y considerados como enemigos”. Estas acciones se llevaron a cabo en colaboración con altos mandos militares, como los generales Harold Bedoya Pizarro y Mario Montoya Uribe.
En sus declaraciones, Dorado también apuntó a posibles relaciones entre la inteligencia militar colombiana y agencias extranjeras. Aseguró que la inteligencia siguió políticas alineadas con intereses de Estados Unidos, quienes, según él, habrían tenido influencia en operaciones como la retoma del Palacio de Justicia.
“La inteligencia militar nunca estuvo de acuerdo con los procesos de paz. Nosotros nos alineamos a los principios de los gringos y recibimos entrenamiento de ellos. Eso no es imposible. Esto no se ha logrado esclarecer porque los hombres de inteligencia son intocables y muchos presidentes no conocen las verdaderas intenciones de la inteligencia y las fuerzas militares. Nosotros, desde el 83, ya habíamos infiltrado al M-19 con Garzón. Sabíamos todas las acciones que estaba coordinando José Cuesta con Antonio Navarro y Vera Grabe. Garzón era amigo de ellos. Sabíamos lo que se estaba planificando. Pudo haber una circunstancias en que los hombres de inteligencia decidimos callar para organizar y planificar una retoma que llevara a la pérdida de archivos, expedientes y la muerte de personas que no eran afines a la inteligencia militar”, reveló el exagente.
Entre las aseveraciones más polémicas del exagente de inteligencia está la que afirma que la dependencia del Ejército nunca ingresó al Palacio de Justicia para retomar el control. Por el contrario, su plan inicial siempre fue el de “aniquilar” a aquellos funcionarios que, según la institución, mantenía vínculos con las guerrillas de la época.
“Aquí trataron de hacer ver esto como un operativo exitoso que logró la retoma y diezmar al M-19. Eso no es así. Se lograron objetivos que tenía la inteligencia en contra de la rama judicial. Para cada asesinato o captura, la inteligencia siempre tuvo un plan estructurado. La inteligencia militar no improvisaba. Siempre había una planeación previa a la acción. Teníamos dispuestos medios de prensa, médicos, paramédicos, bomberos, todos miembros de inteligencia. Fue una operación bien estructurada y bien planificada”, advirtió el exagente.
Con respecto al presente, Dorado cuestiona si prácticas similares continúan en la inteligencia actual. Pese a que la estructura se reforzó, él expresa que los métodos de aniquilamiento utilizados en el pasado continúan pesando sobre la consciencia de quienes ejercieron dichas prácticas.
“Después de la retoma, la inteligencia sufrió una reestructuración. En vez de limitarla, la fortalecieron y le dieron más atribuciones. Más hombres, más plata. La central de inteligencia militar se volvió un monstruo. Hoy la inteligencia ya funciona en un rascacielos y no con unidades pequeñas. Siguen dedicados a las mismas acciones de antes”, comentó Dorado a la revista.