Cada 31 de diciembre, Colombia recuerda a Luis Andrés Colmenares, un joven universitario que murió en extrañas circunstancias en el parque El Virrey, en el norte de Bogotá, convirtiéndose en uno de los casos más mediáticos en la historia reciente del país.
Jorge Colmenares, su hermano y quien fue concejal de Bogotá, habló con Kienyke sobre lo que han sido los últimos 14 años y el innegable impacto que tuvo la muerte de Luis Andrés. Además, mencionó las secuelas emocionales y psicológicas que la muerte de su hermano trajo a su vida.
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“No se dan cuenta de la oscuridad que uno tenía por dentro. El hecho de vivir la soledad, la depresión, de no poder confiar en una mujer. Al principio, yo no confiaba en tener pareja. Yo decía, si a mi hermano, por amor, le sucedió eso, a mí también me podría pasar lo mismo. No confiaba en los amigos porque, si esas eran las personas que lo rodeaban, a mí también me podía suceder lo mismo”, relató.
Jorge explicó cómo, en redes sociales, cientos de personas se referían a su posición socioeconómica, atribuyendo cualquier éxito a la notoriedad del caso Colmenares. También dijo que detrás de todo lo sucedido había un profundo dolor en su familia, además de una incapacidad para confiar en casi cualquier persona.
“Hemos vivido una injusticia”
Jorge Colmenares no duda en decir que lo vivido con la muerte de su hermano es, en últimas, una injusticia, pues, después de 14 años de aquella noche fría para la familia guajira, aún no tienen claridad sobre lo que ocurrió.
“Lo más triste es que la propia justicia nos dice, porque nos lo han dicho en los tribunales, que a Luis Andrés lo mataron, pero no hay autor del delito. Eso es lo que más rabia da. Todos sabemos, los jueces saben que a mi hermano lo mataron, pero nadie sabe quién lo hizo”, expuso.
Se refirió a las personas implicadas en el caso de su hermano, quienes terminaron siendo, en parte, los antagonistas del suceso: “Mientras a nosotros, como familia, los medios y la gente nos dan afecto, a las otras personas implicadas, tanto Laura (Moreno), Jessy (Quintero), como Carlos (Cárdenas), no las miran con el mismo cariño que a nosotros. Entonces, no tenemos justicia material, pero sí justicia social”.
Agregó que “la familia está viviendo una gran impunidad porque llevamos catorce años reclamando el saber por qué mi hermano sale una noche con ilusiones de compartir con amigos y, tristemente, a los dos días estábamos llevándolo en un ataúd a La Guajira para enterrarlo. Siempre buscamos saber qué fue lo que sucedió, que nos digan la verdad. Les entregamos un joven de veinte años para que disfrutara. Y ahí le cortaron los sueños a toda la familia. Entonces, es la impunidad que vivimos y que no quiero que ninguna otra familia sufra”.
No descartó seguir en el mundo político, aunque en el último año se ha dedicado a dar charlas a padres de familia sobre los peligros que enfrentan los jóvenes. “Cuando uno entra en la política es muy difícil salir de ella. Pero todavía no he decidido qué voy a hacer o hacia dónde me voy a enfocar, porque quise tomarme un año para hacer algo distinto”, explicó.
Señaló que, si bien a raíz de la muerte de su hermano ha emprendido diferentes proyectos, el proceso de sanación no ha terminado. “Empiezo a buscar psicólogos alrededor de los 26-27 años, al final de mi periodo en el Consejo de Bogotá. Sin embargo, sigo sintiéndome vacío, trabajando por los demás y descuidando mi bienestar. Comienzo a hacer terapias para sentirme en paz conmigo mismo, aunque el proceso fue largo y difícil”, dijo.