Alejandro Gaviria, exministro de Salud y Educación, se refirió en una reciente entrevista en El Colombiano a sus vivencias y reflexiones sobre su paso por el gobierno de Gustavo Petro, del cual salió abruptamente en 2023 debido a profundas diferencias ideológicas y de ejecución. A través de sus respuestas, Gaviria —quien confirmó sus intenciones de participar en la carrera presidencial de 2026— abordó desde las dificultades que enfrentó al tratar de establecer una administración plural hasta los efectos de las decisiones de Petro en sectores estratégicos como la salud y la educación.
Gaviria describió cómo su participación en el gobierno de Petro surgió de un genuino “beneficio de la duda” hacia el mandatario, pues creía que el entorno de cambio social que él representaba reflejaba un deseo real de mejorar el país y afrontar problemas estructurales. Sin embargo, también fue cauteloso, con dudas desde el primer día.
“Yo creí que se podía construir un gabinete plural por un tiempo. Pero no se pudo”, confesó, haciendo un recuento de cómo los primeros desacuerdos con el presidente surgieron en torno a la visión de la educación.
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La desinflada de Gaviria con Petro
La frustración de Gaviria fue en aumento cuando el presidente comenzó a hacer del “mandato popular” una excusa para imponer políticas de la primera vuelta electoral sin flexibilidad, algo que Gaviria le cuestionó abiertamente en un Consejo de Ministros en noviembre de 2022: “¿Cuál programa, el de primera o el de segunda vuelta?”. La respuesta vaga del mandatario le dio una primera señal de que sus inquietudes y sus intentos por abrir un debate sobre las políticas implementadas no serían recibidos con apertura.
El punto de quiebre definitivo llegó con la reforma a la salud, en la cual Gaviria percibió desde el inicio que sus desacuerdos serían interpretados como “falta de compromiso y lealtad”. Este aspecto fue central en su salida del gabinete a principios de 2023, pues Gaviria dejó en claro que su lealtad estaba “con sus ideas” y no con un gobierno que no acogía voces críticas. La reforma a la salud, que actualmente está en proceso de implementación y enfrenta fuertes resistencias, fue descrita por Gaviria como un riesgo para el sistema.
Preocupación por sistema de salud
Criticó que, de aprobarse en abril de 2025, la responsabilidad de su aplicación caería en el próximo gobierno, lo cual deja un vacío crítico en el sistema de atención durante los próximos dos años. “Es una crisis silenciosa de atención en salud”, enfatizó, refiriéndose especialmente a la falta de acceso a medicamentos y al manejo de las EPS, donde el desajuste financiero y la falta de un marco regulatorio claro han reducido la confianza de los actores en el sistema.
Una de las críticas más intensas de Gaviria al presidente se centró en el estilo de gobernar de Petro, a quien describió como un político que prefiere la “voluntad y el teatro” antes que la administración técnica. Para Gaviria, Petro utiliza su papel de líder más en un sentido simbólico que práctico, viendo la función pública desde la retórica y el simbolismo.
Comparó este estilo con el de otros líderes latinoamericanos, refiriéndose a cómo en el caso de Petro, la figura del “mártir y el profeta” parece prevalecer sobre la responsabilidad administrativa. En el ámbito de la salud, Gaviria explicó que el presupuesto para infraestructura pública hospitalaria es un claro ejemplo de esta tendencia hacia lo simbólico sin planificación a largo plazo:
“El presupuesto que se ha utilizado para infraestructura hospitalaria va a terminar en elefantes blancos”, advirtió, señalando que el enfoque en construcción de infraestructuras no considera el mantenimiento o el financiamiento de las mismas.
Gaviria también abordó la retórica de Petro, describiéndola como un estilo que apela al “lobo solitario” que inspira a las clases populares a la lucha. Aunque reconoce que el discurso presidencial puede ser atractivo, en la práctica representa un obstáculo en la relación con los equipos de trabajo y en la construcción de consensos. “Petro no es el que une voluntades, no es el que coopera y motiva. Es un político que actúa solo, en un papel individualista”, señaló, afirmando que este enfoque dificulta la coordinación y planificación efectiva de las políticas públicas.
Proyección política de Gaviria
En cuanto a su propia posición dentro del espectro político, Gaviria se mostró como un defensor del centro y del diálogo entre diferentes. Para él, las elecciones de 2026 podrían ser un escenario donde, pese a la polarización, haya una oportunidad para propuestas de centro que promuevan acuerdos parciales en temas críticos. Reconoce que el ambiente en el país está marcado por el desencanto y la incertidumbre, pero destacó que las recientes encuestas muestran una inclinación de los ciudadanos hacia figuras de centro, como Sergio Fajardo, Claudia López y Humberto de la Calle.
En contraste con Petro, Gaviria destacó su disposición a cambiar de opinión y a aceptar otras posturas, algo que considera una virtud política frente a los radicalismos y a la idealización de la coherencia absoluta.
Para Alejandro Gaviria, los problemas que enfrenta Colombia, particularmente en salud y educación, requieren un liderazgo más pragmático y basado en resultados, una visión que estará presente en su candidatura de 2026. Su experiencia en el gobierno de Petro le dejó una lección clara: “Las cosas no pasan mágicamente”, concluyó, en una crítica directa al gobierno actual y en una defensa de su postura por un gobierno con una visión más técnica y de largo plazo.