Tras conocerse los detalles luego de la captura de Brayan Snaither Campo Pillimué, el confeso asesino de la pequeña Sofía Delgado en el Valle del Cauca, todo indica que este sujeto será recluido en la Cárcel y Penitenciaría con Alta y Media Seguridad de Valledupar (CPAMS), más conocida como La Tramacúa.
Esta prisión de máxima seguridad, inaugurada en abril de 2000 por el entonces presidente Andrés Pastrana, debe su nombre coloquial a la cultura vallenata, que utiliza ese término para referirse a algo de gran tamaño.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
La Tramacúa es el posible destino de Campo Pillimué, y se considera la principal opción debido a que varios detenidos por delitos sexuales contra mujeres y niños en los casos más recientes del país están recluidos allí. Se estima que el costo de construcción del penal, en el momento de su apertura, fue de 25 mil millones de pesos.
Para la construcción de este centro penitenciario, se contó con la asistencia del Buró Federal de Prisiones (BOP) de los Estados Unidos. A lo largo de los años, por sus pabellones han pasado varios de los criminales más temidos del país, muchos de ellos condenados por delitos sexuales. Uno de ellos fue Luis Alfredo Garavito, quien confesó haber asesinado a 130 menores, aunque se estima que sus víctimas pudieron haber sido alrededor de 200, todas violadas por este asesino serial.
Un penal con criminales por diversos delitos, entre ellos, sexuales
Ese centro carcelario, ubicada a 3.5 kilómetros del batallón La Popa, en la vía que conduce hacia el corregimiento de La Mesa (Valledupar), se construyó para dar solución al hacinamiento que por ese momento se presentaba en la cárcel de la ciudad.
En total, cuenta con dos pabellones para sindicados, y dos pabellones de mediana seguridad, siendo los restantes de alta seguridad; es considerada como una de las penitenciarías más seguras del país debido a su infraestructura, albergando allí internos de alto perfil a nivel nacional.
Aparte de los dos asesinos seriales ya mencionados, también han estado recluidos alias Rojas y Popeye (conocido por uno de los sicarios de confianza del narcotraficante Pablo Escobar), e incluso hubo reos con fines de extradición como Miguel Rodríguez Orejuela (del Cartel de Cali); Camilo Torres, alias Fritanga; Prado Alava Edinson Washington; Tito Aldemar Ruano, alias Don Ti, entre otros.
Sin embargo, algunos de los casos más recientes que han conmocionado al país por la sevicia y el crueldad de los casos de violencia en contra de la mujer y de los niños, niñas y adolescentes en Colombia, han tenido como protagonista a La Tramacúa, sitio donde se encuentran o murieron cumpliendo condena, varios de los agresores de mujeres y menores que más repudio han generado con sus acciones. Estos son algunos de ellos:
Luis Alfredo Garavito
Luis Alfredo Garavito, conocido como ‘La Bestia’, falleció el 12 de octubre de 2023 a los 66 años en un hospital de Valledupar, tras permanecer recluido en La Tramacúa. Garavito, quien fue uno de los asesinos en serie más notorios de la historia de Colombia, fue responsable de la muerte de al menos 200 niños. Su apodo se debe a la brutalidad de sus crímenes, que lo convirtieron en el mayor infanticida del país.
Nacido el 25 de enero de 1957 en Génova, Quindío, Garavito creció en un entorno familiar violento, y sufrió maltratatos junto a sus seis hermanos por parte de su mamá y su papá, según el relato del propio Garavito en audiencias judiciales. Además, se presume que Garavito tenía problemas de alcoholismo, lo que lo llevó a ser internado en varios hospitales psiquiátricos.
El primer delito registrado de Garavito ocurrió cuando tenía 15 años. Intentó abusar de un niño, pero fue detenido gracias a los gritos de la víctima que alertaron a las personas cercanas. Aunque fue capturado, fue liberado por ser menor de edad. Este incidente también provocó que su padre lo echara de casa al descubrir su orientación sexual, según declaraciones de Garavito.
Los crímenes de Garavito comenzaron a ser documentados en 1992, cuando tenía 35 años. Desde entonces, inició una serie de violaciones y asesinatos en 13 departamentos de Colombia. Su modus operandi incluía el abuso y asesinato de menores de edad, lo que generó un profundo impacto en la sociedad colombiana.
Manuel Octavio Bermúdez Estrada
También estuvo encerrado en el penal, y su nombre salió a la luz debido a su muerte, producto del ataque armado en contra de una patrulla del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) en el departamento del Cauca, Colombia, el 17 de octubre de 2024. Bermúdez, conocido como el ‘Monstruo de los Cañaduzales’, fue uno de los criminales más notorios de la historia reciente del país; fue responsable de abusar y asesinar a más de 30 menores entre los años 1990 y principios de los 2000.
La historia de Bermúdez se remonta a su infancia en Trujillo, Valle del Cauca, donde nació en 1961. Huérfano desde pequeño, fue adoptado por una mujer que lo maltrató, lo que dejó profundas secuelas en su desarrollo emocional y psicológico. Durante su adolescencia, su orientación sexual lo convirtió en objeto de rechazo social, y tras una decepción amorosa a los 19 años, comenzó a manifestar tendencias asesinas y pedófilas, atrayendo a jóvenes bajo engaños.
En 1985, Bermúdez fue arrestado por intentar violar a un menor, pero solo cumplió 21 días de prisión. Tras su liberación, se trasladó a Pereira, donde continuó con su patrón delictivo. En 1996, su comportamiento se tornó más violento, comenzando a torturar y asesinar a sus víctimas, replicando el modus operandi de otros asesinos en serie, según el medio argentino TN.
La ola de desapariciones de niños en el Valle del Cauca durante 1999 destapó las macabras acciones de Bermúdez, quien utilizaba engaños para cazar a sus víctimas. Finalmente, fue capturado a principios de los años 2000, poniendo fin a su aterradora serie de crímenes que conmocionó a la sociedad colombiana.
Orlando Pelayo
El 21 de abril de 2023, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario confirmó el fallecimiento de Orlando Pelayo, quien cumplía una condena en la cárcel La Tramacúa de Valledupar por el secuestro y asesinato de su hijo de 11 meses, Luis Santiago, en 2008. Pelayo murió en el hospital Rosario Pumarejo López, donde estaba internado en la Unidad de Cuidados Intensivos desde el 10 de abril.
Pelayo fue condenado a 58 años y 9 meses de prisión en el pabellón de alta seguridad de la cárcel. Sus cómplices en el crimen, Orlando Ovalle y Marta Garzón, recibieron sentencias de 27 años por el secuestro agravado del menor, según detalló Infobae.
El caso que conmocionó a Colombia ocurrió el 25 de septiembre de 2008, cuando encapuchados irrumpieron en la vivienda de Ivonne Lozano y su hijo Luis Santiago en Chía. Los atacantes agredieron a Lozano y secuestraron al bebé, desencadenando una tragedia que movilizó a la Policía Nacional en un operativo de búsqueda en Chía y el departamento de Cundinamarca.
Rafael Uribe Noguera
El 4 de diciembre de 2016, Rafael Uribe Noguera, un arquitecto de 38 años perteneciente a una familia adinerada de Bogotá, secuestró a Yuliana Samboní, una niña indígena de 7 años, de un barrio humilde en el oriente de la ciudad y la llevó hasta su apartamento, donde la violó y asesinó. Este crimen conmocionó a la sociedad colombiana y culminó con una condena de 51 años y 10 meses de prisión para Uribe Noguera, quien fue trasladado a La Tramacúa.
La sentencia fue dictada por una jueza que impuso además una multa de 100 salarios mínimos vigentes mensuales, equivalentes a unos 22 mil dólares, por los delitos de feminicidio agravado, acceso carnal violento agravado y secuestro. El Instituto de Medicina Legal de Colombia determinó que la menor murió estrangulada y había sido abusada sexualmente, lo que confirmó la brutalidad del crimen.
Durante el juicio, Uribe Noguera admitió los hechos, aunque intentó justificar sus acciones alegando que actuó bajo los efectos de drogas y alcohol, una defensa que fue rechazada por el tribunal. En el momento en que la policía encontró el cuerpo de Yuliana, Uribe Noguera se encontraba en una clínica, supuestamente por una sobredosis de estas sustancias.
A pesar de la gravedad del crimen, la pena impuesta no alcanzó el máximo de 60 años de prisión que permite la legislación colombiana, ya que en el país no existen la cadena perpetua ni la pena de muerte. La Fiscalía expresó su descontento en ese momento, por no haberse aplicado la pena máxima al culpable. La familia de la víctima, especialmente su padre, manifestó su rechazo a la sentencia, considerando que no hacía justicia al sufrimiento causado.
Javier Velasco
Javier Velasco permenece internado en La Tramacúa cumpliendo sentencia por el feminicidio de Rosa Elvira Cely, ocurrido la madrugada del 24 de mayo de 2012.
Por este caso, el 6 de julio de 2015 en Colombia se dio un paso significativo en la protección de los derechos de las mujeres con la promulgación de la Ley 1761, conocida como la Ley Rosa Elvira Cely. Esta legislación, sancionada por el entonces presidente Juan Manuel Santos, busca no solo castigar el feminicidio como un delito autónomo, sino también prevenirlo mediante campañas educativas y de concienciación en toda la sociedad colombiana.
El caso provocó el rechazo de todo el país y evidenció la falencias que tienen las víctimas de agresiones y crímenes solo por el hecho de ser mujeres. Cely realizó llamadas de auxilio desde su celular, informando a las autoridades que había sido violada en el Parque Nacional de Bogotá. Debido a que no se le brindó la ayuda cuando aún en vida alcanzó aa lertar a las autoridades, por este caso de feminicidio la Fiscalía y la Alcaldía fueron condenadas a pagar una indemnización de 1.400 millones de pesos por negligencia.
“Pese a que Javier Velasco Valenzuela contaba con tres procesos penales en su contra con un mismo patrón de comportamiento criminal y, a pesar de contar en las denuncias con las denuncias, testimonios e impulso procesal de las víctimas directas, la Fiscalía General de la Nación omitió su deber en la investigación de las conductas penales, lo que permitió el accionar de la conducta criminal”, precisó el fallo de 85 páginas emitido por el juzgado 37 Administrativo de Bogotá el martes 1 de agosto de 2023.
Luis Gregorio Ramírez Maestre
Luis Gregorio Ramírez Maestre, conocido como el ‘Asesino de la soga’, fue capturado gracias a una llamada telefónica que lo vinculó con su última víctima. Este hombre, originario de Valledupar, fue condenado por el asesinato de al menos 60 mototaxistas en Colombia, según informó El Tiempo.
Su método de tortura y asesinato, que involucraba una soga, fue descrito como sofisticado y cruel, y se extendió por cinco departamentos del país: Cesar, Santander, La Guajira, Norte de Santander y Magdalena.
Ramírez Maestre, quien estaba casado y tenía tres hijos, llevaba una vida aparentemente normal. Sin embargo, detrás de esta fachada, albergaba una oscura fantasía que lo impulsaba a convertirse en un nómada en busca de víctimas.
Sus objetivos eran siempre hombres jóvenes, de entre 18 y 25 años, delgados y fáciles de someter, explicó Abel Morales, director (e) por ese entonces de la seccional de fiscalías en Santander. Estos hombres, que trabajaban como mototaxistas, eran elegidos porque podían llevarlo a zonas alejadas, donde luego vendía sus motocicletas para financiar sus desplazamientos en busca de nuevas víctimas.
El método de asesinato de Ramírez Maestre consistía en atar a sus víctimas a un árbol con una soga, de manera que su postura fuera incómoda. Los amarraba en las piernas, brazos y cuello con un nudo especial que obligaba a las víctimas a sostenerse sin estirar sus extremidades, ya que de lo contrario se apretaban el cuello, llevando eventualmente a su muerte por asfixia. Este macabro procedimiento, según expertos citados por El Tiempo, podría estar relacionado con los maltratos que Ramírez Maestre sufrió en su infancia por parte de su padre.
La captura de Ramírez Maestre fue posible gracias al teléfono celular de su última víctima, que él había robado. Este dispositivo se convirtió en la pieza clave que permitió a las autoridades rastrear y detener al asesino, quien había evadido la justicia durante mucho tiempo. El hombre permanece dentro de uno de los pabellones de alta seguridad de La Tramacúa.