Malpelo, junto con Gorgona, son las únicas islas ubicadas en aguas del Pacífico colombiano (Valle del Cauca). Poseen una variedad de fauna y flora que ha sido víctima de la explotación indiscriminada, llegando a niveles preocupantes.
La isla de Malpelo, por su parte, fue una de las más afectadas por la práctica de la pesca ilegal, especialmente de tiburones, lo que representaba un riesgo inminente para las más de 500 especies de fauna y su ecosistema.
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“Como consumidores debemos exigir que haya una pesca transparente en Colombia, que podamos ver dónde los barcos están haciendo faenas, qué especies están capturando y ver qué es lo que estamos consumiendo y también tener mucho cuidado con el tema de pesca incidental que lamentablemente, al parecer, es una licencia para extinguir especies”, expresó Felipe Ladino, buzo experto de la Fundación Malpelo, citado por Noticias RCN.
Ante la pesca desmedida que ocurría en el lugar, un grupo de experimentados buzos y ambientalistas se juntaron para cuidar el santuario natural que se esconde en medio de las aguas del Pacífico. Se trata del catamarán Silky, una embarcación que custodia las 24 horas de día y los siete días de la semana, las especies marinas que habitan la zona y que algunas están al borde de la extinción por las prácticas ilegales.
Desde 2018, la presencia de este navío ha provocado una reducción significativa en las actividades pesqueras en esta área protegida, ubicada en uno de los países con mayor biodiversidad del planeta. El grupo de centinelas se han enfrentado a embarcaciones asiáticas y de otros países, lo que también resulta riesgoso; sin embargo, su misión sigue siendo solo una: proteger y rescatar las especies marinas, además de promover su conservación.
“Tratamos en lo posible de quitarles los equipos, liberar las especies que estén atrapadas, esa es la misión principal (...) Ya siento como el corazoncito de pertenencia y la idea es que conservemos”, relató a AFP Darío Ortiz, un veterano de 53 años que antes se desempeñaba como pescador artesanal y hoy es uno de los capitanes del Silky.
Érika López, experimentada buceadora, fue quien ideó esta iniciativa luego de presenciar la pesca descontrolada en esta área protegida de más de 857.000 hectáreas, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. “Silky debe tomarse como un referente para generar nuevas alianzas y nuevas estrategias para el control (de la pesca ilegal) que nos aqueja a todos en el mundo”, complementó López a la agencia de medios citada.
De acuerdo con la Fundación Biodiversity Conservation Colombia, que López lidera con el apoyo de un filántropo australiano, los vigilantes del Silky han rescatado 508 animales desde 2018. Además, han expulsado a 302 barcos y recolectaron más de 70.000 metros de redes de pesca.
“Esta embarcación tiene que estar básicamente 24/7, 365 días del año conteniendo esta amenaza (...) Realmente este proyecto refleja su éxito en que no regresan al área protegida a hacer sus faenas de pesca (...) Cuantos menos veamos (pescadores), más éxito estamos teniendo”, indicó la buceadora de 51 años.
Esta labor también destaca el trabajo conjunto con la Armada de Colombia, que se encarga de perseguir y capturar los pescadores ilegales. “Con nuestros buques podemos llegar a esta parte del territorio y ejercer los controles para que no exploten ilícitamente esas riquezas, para que no deterioren el medio ambiente a fin de garantizar (que) se preserve en el tiempo”, apuntó el almirante Rafael Aranguren, comandante de la Fuerza Naval de Pacífico. Y agregó que en lo corrido de 2024 han sido capturadas 30 personas por el delito de pesca ilegal.