Así se ejecutaban y financiaban los ‘falsos positivos’: los paramilitares y el Ejército se dividían las tareas

En Colombia hay un registro de más de 6.000 casos de ejecuciones extrajudiciales, pero, la lista puede extenderse a 10.000

El Ejército habría ayudado a las AUC con bombardeos y ataques a las Farc - crédito Carlos Villalon/Europa Press

Alcides Mattos Tabares, conocido como El Samario, un exparamilitar que comandó el frente Juan Andrés Álvarez de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), reveló cómo se llevaban a cabo las operaciones para adelantar ejecuciones extrajudiciales en Cesar. El asesinato de civiles, que eran presentados como guerrilleros dados de baja en combate, se basó en una alianza con el Batallón Energético y Vial 2 del Ejército Nacional.

De acuerdo con el exparamilitar, que entregó su testimonio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), los crímenes que llevó a cabo fueron acordados con el mayor (r) Edgar de Jesús Araque entre 2001 y 2002, tiempo en el que tomaron decisiones sobre el control territorial. “El mayor Araque le pasaba revista al grupo que yo comandaba y teníamos un acuerdo que una zona, una parte lo manejaba yo con mi grupo y la otra parte la trabaja él con el Ejército”, explicó Mattos Tabares, citado por W Radio.

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La alianza entre los uniformados y los integrantes del grupo paramilitar implicó una coordinación conjunta para entregar el “paquete completo” de ejecuciones extrajudiciales. Eso quiere decir que acordaban la manera de presentar los cuerpos de las personas con todo el armamento y la indumentaria necesaria para que parecieran miembros de un grupo armado.

En Colombia pudo haber más de 10.000 víctimas de falsos positivos - crédito Colprensa

Uno no entregaba un falso positivo solamente una persona, entregaba un fusil o una escopeta o una pistola, les daba el camuflado, les ponía las cosas, o sea, el falso positivo iba así como decíamos ‘completo’, tenía que llevar fusil”, aseveró el excomandante de las AUC, indicando que, incluso, entregó un cuerpo al mayor (r) en persona.

De acuerdo con el sargento Carlos Mayo Villegas, que también expuso su testimonio ante la JEP, para poder contar con todos los materiales requeridos para ello, recurrían a negocios ilícitos que les permitían adquirir las armas y los uniformes. En algunos casos, por ejemplo, se desplazaban hasta ciertas fincas para robar el ganado para luego venderlo y, con el dinero, comprar el armamento. Pues, el batallón debía hacerse cargo de pagar esos artefactos.

“Esa acción las hicimos como cinco veces y eso se hacía antes de realizar un falso positivo, y esas coordinaciones las hacía el mayor Araque, conmigo y alias el Samario”, precisó el uniformado a la JEP, citado por el medio.

Uniformados robaban y vendían ganado para financiar la compra de indumentaria que se requería para los falsos positivos - crédito Mauricio Dueñas Castañeda/EFE

Además de los falsos positivos, el Ejército Nacional y los paramilitares en el Cesar hicieron operaciones conjuntas, que involucraron bombardeos a la guerrilla, en medio de los enfrentamientos que tenían las AUC con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP). La fuerza pública, presuntamente, aportó las armas que necesitaban para los ataques.

Comienzan a darnos apoyo de artillería y llegaron los aviones Kfir y nos apoyaron, o sea bombardearon y rafaguearon a la guerrilla que se encontraba cerquita de donde estábamos nosotros”, aclaró el exparamilitar.

Asesinar civiles se tornó normal en el Ejército

Según el coronel (r) Luis Fernando Borja, al que se le adjudican más de 70 falsos positivos, en todo el país pudieron haberse registrado más de 10.000 casos de ejecuciones extrajudiciales y no 6.402, como se expone en los registros oficiales. Esto se debe a que varios de los asesinatos no eran reportados para mostrar resultados.

El coronel (r) Luis Fernando Borja aseguró que no todos los falsos positivos eran reportados - crédito Colprensa

“De acuerdo a información que uno recogía en el área, en el sector, y si alguien estaba colaborando con la guerrilla, los asesinábamos y no los presentábamos, pero sí los asesinábamos. En otras situaciones, sí los reportábamos, y les colocábamos, yo, al menos, armamento”, aseveró el coronel retirado en conversación con W Radio.

Esto, teniendo en cuenta que no siempre existió la presión de presentar el número de guerrilleros dados de baja. En ese sentido, matar civiles se volvió costumbre y algo normal. “Yo fui formado para la guerra, no para la paz (sic). Desafortunadamente, nos entrenaron para eso. Aquí, el que pensaba diferente era nuestro enemigo. Entonces, a mí no me nació eso, yo aprendí eso, y no en mi casa”, explicó.