El expresidente Álvaro Uribe Vélez hizo un crudo análisis del proyecto de reforma laboral del Gobierno de Gustavo Petro, iniciativa que, entre otras cosas, busca modificar la jornada de trabajo nocturna. Como se recordará, por ejemplo, la Cámara de Representantes ya aprobó que esta sea de 7:00 p. m. a 6:00 a. m. y no de 9:00 p. m. a 6:00 a. m. como está en la actualidad.
Sobre esto, el exmandatario se pronunció, el 14 de octubre, y dijo que que lo ve con profunda preocupación, ya que, para él, es un “capricho ideológico”. Además, lamentó que serán las pequeñas empresas las que asuman esta responsabilidad.
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Como ejemplo, precisó que “hoy una pizzería que opera hasta la medianoche paga un recargo nocturno a partir de las 9:00 p. m.; si se aprueba la reforma, ese recargo comenzará a las 7:00 p. m., lo que es insostenible para muchos emprendedores”.
Al respecto, el presidente Petro criticó lo dicho por Uribe y, entre otras cosas, señaló que el exmandatario “ataca a las y los trabajadores de Colombia”. Además, dijo que “en su vida de hacendado tuvo un problema laboral con los trabajadores de una de sus haciendas y todo terminó en la muerte de muchos”.
Empresas no son obras de caridad
Ante la situación, el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo, rector de la Universidad EIA, se refirió al proyecto de reforma, ya que se necesita estar pendientes al trámite de la misma porque puede provocar la ida de muchas empresas del país.
“Pilas con esa reforma laboral. No vaya y sea que nos demos cuenta que las empresas, primero, no son derechos y que también pueden tomar dos decisiones: o se van del país o se informalizan (no pagan seguridad social) y, por lo tanto, no terminan contribuyendo tributariamente al país”.
Por medio de un video en redes sociales, citó que le causó mucha curiosidad intelectual ver la reacción de personas que se autodenominan progresistas a un video que circuló en redes sociales en donde el reconocido empresario Arturo Calle comentó sobre el compromiso de las empresas y la generación de empleo.
Él, de una manera muy sensata, muy racional, según el exministro, dijo que las empresas no son obras de caridad, porque es que de verdad no lo son y que, por lo tanto, la capacidad económica de generar utilidades, de dar resultados, y de poder contribuir con la producción era la que determinaba la vinculación de nuevos trabajadores; es decir, que no tenían capacidad infinita o ilimitada para contratar nuevos trabajadores, si la empresa no daba los resultados adecuados.
“Lo curioso fue la reacción de esos tuiteros progresistas. Las respuestas de ellos, en donde dan a entender que las empresas deberían generar empleo sin límites y a cualquier costo, además, sin importar si haya utilidad o pérdida, eso eso no les importa”, criticó.
Sociedad de derechos
Dijo que su análisis es que en el fondo esto responde a una manera de pensar que se enquistó en la sociedad, de la que se cree ahora que es solamente una sociedad de derechos y en la que las personas tienen derecho a todo: derecho a salud, derecho de educación, derecho a vivienda derecho a infinidad de asuntos.
Según anotó, ahora parece que la sociedad tiene derecho a que hayan empresas y a la capacidad de generación de empleo de esas empresas. Al respecto, señaló que “es como si la sociedad tuviera derecho a que existieran esas empresas”.
Eso explica, agregó, por qué a los progresistas les encanta estatizar la economía, porque cuando esto se hace, cuando se vuelven entidades que eran privadas a entidades del Estado, se garantiza que haya empleo, sin importar si las empresas son rentables, productivas, competitivas o no lo son, incluso, si son o no eficientes.
“Esa esa lógica de excesivamente creer en los derechos se olvida que la empresa no es un derecho. La empresa, realmente, es un esfuerzo gigantesco de un grupo de emprendedores o empresarios que innovan, se arriesgan, crean, fracasan, asumen muchísimos riesgos y, esa lógica, desafortunadamente, ha llegado el Congreso de la República. Allí, los congresistas progresistas, creen que las empresas, en las reformas tributarias y la reformas laborales, pueden pagar ilimitadamente”, comentó.
Ingresos y utilidades
Restrepo cree que, entre otras, hay afirmaciones falsas, como por ejemplo la que se viralizó de la representante a la Cámara María Fernanda Carrascal, ponente del proyecto de reforma laboral, y que confundió lo que son los ingresos y las utilidades de una empresa.
“Alguna congresista progresista señala que si las utilidades de las empresas son el 27% pues pagar el 0,8 adicional de una nueva reforma laboral no es gran cosa. Primero, comete miles de errores, es decir, en un estudio de más de 9.000 empresas de Supersociedades, realmente, las utilidades nunca llegan el 27%; máximo al 7%. Y una grandísima mayoría de empresas está por debajo del 1%, eso sin contar algunas que están en dificultades económicas”, precisó el rector de la Universidad EIA sin decir el nombre de la representante.
Además, enfatizó en que se le olvida a la congresista otra cosa muy importante: que el grueso del ingreso se lo llevan los trabajadores. “Es que, para no ir muy lejos, en una empresa de servicios más del 70% de los gastos son de talento humano, o sea, se lo llevan los trabajadores y, realmente, al empresario le queda mucho menos de ese 7%, pero con una diferencia: el empresario asume un riesgo gigantesco y cuando no hay utilidades, pues asume el riesgo y tiene que cubrir las obligaciones de la compañía, mientras tanto los trabajadores, pues no asumen esos riesgos”.
Barriles sin fondo
Otro detalle que apuntó José Manuel Restrepo es que, independientemente de eso, el mensaje más importante en la discusión de la reforma laboral es que no se puede terminar en esta lógica absurda, según la cual, las empresas son como si fueran un derecho de la sociedad, barriles sin fondos, obras de caridad que tienen generar todo el empleo que sea posible, pero sin tener en consideración si son rentables o no son rentables y que terminan, insistió, pensándose como una serie de derecho en la sociedad, pero no lo son.