El Sistema Chingaza, es considerado el embalse más relevante de Cundinamarca, el cual no solo suministra del servicio potable a Bogotá, sino también a varios municipios de la región. Sin embargo, en los últimos meses registró una preocupante situación por el nivel del llenado de sus embalses que convocó a las autoridades del departamento como del Distrito Capital a generar medidas para su prevención.
Cuando la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (Eaab) y la Administración distrital decidieron implementar la medida de racionamiento de agua por zonas, el jueves 11 de abril de 2024, que afectaría directamente a los barrios de 18 localidades de la ciudad y a los municipios de Mosquera, La Calera, Chía, Cajicá, Sopó, Gachancipá, Tocancipá, Soacha, Funza, Madrid y Cota; el nivel del Sistema Chingaza se encontraba en 16,32%.
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Una vez superado siete meses desde que inició la medida, el más reciente emitido por la Eaab, con corte al 13 de octubre, registró un consumo de 15,12 metros cúbicos por segundo del suministro, evidenciando así un leve aumento a 44,62% en comparación con el 12 de octubre en el que los embalses se encontraban en un 43,98% de su capacidad.
No obstante, dicho porcentaje está aún lejos de la meta a la que se sumó la administración de lograr un 70% en el nivel del llenado de los embalses a finalizar octubre y de un 75% al concluir el 2024. Por lo que, y para lograr el objetivo del décimo mes, aún falta 25,38%.
Este aumento significativo en su nivel de agua es un cambio positivo que se origina en un contexto donde la mayoría de los embalses de la región cundinamarqués están registrando tendencia descendentes o estables, a pesar de que durante octubre se han registrado precipitaciones.
De acuerdo con el más reciente informe de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), emitido el 14 de octubre, reveló que cinco embalses continúan con una tendencia a la baja. Entre ellos, el embalse de Tominé ha disminuido un 0,544%, situándose en un 49,27% de ocupación, mientras que el embalse del Sisga ha registrado una caída del 0,104%, alcanzando un 65,39%.
El embalse de Neusa, que ha experimentado la mayor reducción, ha bajado un 0,086%, quedando en un 74,87%. Asimismo, el embalse de El Hato ha disminuido un 0,009%, con una ocupación actual del 79,04%. Por su parte, el Agregado Norte ha sufrido una disminución del 0,734%, situándose en un 53,88%.
En contraste, además del Sistema Chingaza, otros embalses han mostrado mejoras. El embalse de Chuza, el más bajo de todos, ha aumentado un 1,760%, alcanzando un 34,85% de ocupación. El embalse de San Rafael también ha registrado un incremento, con una diferencia positiva del 0,090%, llegando al 77,97% de ocupación, acercándose a los niveles de El Hato.
Por otro lado, los embalses de Chisacá, la Regadera y el Agregado Sur no han mostrado cambios significativos en sus niveles durante las últimas 24 horas, manteniéndose estables. A continuación, podrá detallar el cuadro de registro de los niveles y estados que registran los embalses en Cundinamarca:
Por qué no se ve alguna mejoría en los embalses a pesar de las lluvias de octubre
Según el director de la CAR, Alfred Ignacio Ballesteros, las precipitaciones no han sido suficientes para mejorar el nivel de los embalses debido a que no caen en las áreas necesarias. Las lluvias han sido más intensas en zonas urbanas, mientras que los ecosistemas de alta montaña, cruciales para la recarga de los embalses, no han recibido la cantidad de agua necesaria.
Ballesteros explicó que, tras casi seis meses de sequía, la tierra está tan seca que absorbe rápidamente la humedad de las lluvias, impidiendo que el agua se infiltre y recargue los sistemas reguladores. Aunque ha comenzado el segundo período húmedo del año en la región Andina, las lluvias no han sido tan intensas como se esperaba con el fenómeno de La Niña.
El director de la CAR también señaló que el embalse de Chuza, uno de los más importantes para el abastecimiento de agua de la ciudad, no ha recibido lluvias significativas, lo que mantiene la amenaza de racionamiento. Ballesteros enfatizó la necesidad de continuar con prácticas de ahorro y uso eficiente del agua, ya que la situación podría empeorar hacia finales de noviembre e inicios de diciembre si el agua que sale de los embalses sigue superando a la que entra.
La advertencia de Ballesteros subrayó la importancia de que las lluvias se concentren en las áreas de alta montaña para que puedan contribuir efectivamente a la recuperación de los embalses. Sin estas condiciones, el riesgo de desabastecimiento de agua para la ciudad persiste, a pesar de las lluvias que son normales para esta época del año.