La noche del 26 de abril de 2024 se presentó una situación anormal que dio pie para que surgieran varias dudas sobre la presencia de un hombre armado que causó alboroto en una zona de rumba de Medellín, Antioquia, y que estaría al parecer, ofreciendo servicios de seguridad y acompañamiento a narcos del extranjero que viene a la capital paisa a pasar sus vacaciones.
Este hombre fue reconocido por las autoridades como Juan Carlos Castro, más conocido en el mundo del hampa como Pichi Belén, estaba realizando las funciones de encargado de la seguridad de dos ciudadanos extranjeros cuando se presentó este hecho, que terminó con la captura del criminal, a quien lo dejaron en libertad en tiempo récord pese a que contaba con un prontuario criminal extenso, al no tener orden activa de captura, quedó libre.
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Todo ocurrió en la entrada de una discoteca del Parque Lleras, momento en el que el hombre intentó ingresar con un arma de fuego en su poder (y pese a tener un salvoconducto), y en estado de ebriedad. “Usted no sabe con quién se está metiendo, yo puedo meterle un tiro si quiero”, le dijo el conocido criminal a uno de los miembros del equipo de seguridad del bar que no lo dejó ingresar.
Toda esta escena, informó El Colombiano, ocurrió ante la mirada de un funcionario de la Alcaldía de Medellín, quien identificó a alias Pichi Belén y les pidió a las autoridades en la zona que lo aprehendieran, pero la sorpresa para el servidor público fue mayor, y para muchos ciudadanos, al confirmarse que fue liberado.
Ningún golpe en Medellín se da sin autorización de La Oficina
Este suceso pone de manifiesto el papel tan determinante que juega La Oficina, una organización criminal que ha evolucionado para ofrecer “garantías” de seguridad a narcotraficantes extranjeros que llegan al Valle de Aburrá.
Parte de la presencia de los narcos de otras latitudes del mundo en Medellín se refleja en las recientes capturas de delincuentes de origen mexicano, ecuatoriano y europeo que se han dado en la región. Por este motivo a La Oficina se la ha vinculado como la encargada de ofrecerles protección durante su estadía en la Ciudad de la eterna primavera.
La Oficina ha consolidado su influencia en Medellín, convirtiéndose en una especie de empresa de seguridad para mafiosos que buscan vacacionar y realizar negocios en la ciudad. Además de contar con seguridad, los narcos encuentran una ventaja que no ofrecen en otro lado, y es que también facilita el movimiento y las operaciones de estos individuos en el área.
En diálogo con el mismo medio local, este temido criminal aseguró que “La Oficina organiza los territorios, que no se abran nuevas plazas de vicio, que a una persona que paga su cuota de seguridad en un barrio y que tiene un negocio de celulares no le monten una competencia desleal; aquí no se hace un gran robo sin el permiso ni el servicio de seguridad de La Oficina”. Esta declaración da muestras del poder que tiene esta empresa criminal en la ciudad.
Como si esta historia no tuviera nada que envidiarle a una novela digna de la mafia italiana, también se conoció que cualquier evento relacionado con ajustes de cuentas o proteger a cabecillas de organizaciones delincuenciales en la ciudad tiene que pasar primero por el aval de La Oficina, que además de Medellín, también hace presencia en Bello y otros municipios como Itagüí y Envigado.
Alias Pichi Belén, quien también hizo parte de los primeros grupos paramilitares que combatieron a las milicias urbanas en la ciudad, dejó en claro lo mencionado en el párrafo anterior con un caso muy sonado, tal y como fue la liberación de John Jairo Velásquez, alias Popeye, y quien sembró el terror como jefe de sicarios y terrateniente de Pablo Escobar.
“¿Usted por qué cree que a Popeye —— no lo mataron cuando salió de la cárcel si era un hombre que tenía tantos enemigos? Porque tenía la protección de uno de los duros de La Oficina, y para matarlo había que pedir permiso. Eso sucede con todos los que hacen parte de ‘la vuelta’; aunque usted haya pagado cárcel, cuando sale lo contactan y lo alinean, y aunque usted diga que se retira, siempre va a tener que rendir cuentas”, explicó Castro, para darse una idea del alcance que tiene esta organización.
La presencia de narcotraficantes extranjeros en Medellín y su relación con La Oficina plantea interrogantes sobre la capacidad de las autoridades para controlar la influencia de estas organizaciones criminales y garantizar la seguridad en la región. La situación también refleja la complejidad del problema del narcotráfico en Colombia, donde estructuras locales e internacionales se entrelazan para mantener sus operaciones.
Por el momento, se espera que las autoridades, teniendo en cuenta esta revelación, tomen cartas en el asunto, porque esto puede ser tomado como una clara señal de que el control de la delincuencia en Medellín estaría en “veremos”.
En sus inicios, esta organización que data de la década de 1980, también fue conocida como La Oficina de Envigado (vinculada al narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria), y se articuló en dinámicas paramilitares, pero estuvo a raya enfocada en lógicas específicas del crimen organizado en el Valle de Aburrá, basando sus actividades en especial, obteniendo sus fuentes de ingreso gracias a los cobros de extorsiones. Para 2010, la estructura comenzó a cambiar sus dinámicas de operación, y a partir de ese momento se conoce como La Oficina.