En Tierralta, Córdoba, se iniciaron los diálogos territoriales de paz entre el Gobierno colombiano y el Clan del Golfo, un evento que marca un avance significativo en los esfuerzos por alcanzar la paz en la región. Este proceso, que comenzó el 11 de octubre, busca integrar a las comunidades locales y a las autoridades en un esfuerzo conjunto para transformar economías ilegales en legales.
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El equipo negociador del Gobierno, liderado por Álvaro Jiménez Millán, se reunió con los alcaldes del sur de Córdoba, incluyendo representantes de municipios como Tierralta, Valencia, Montelíbano, Puerto Libertador, San José de Uré, Planeta Rica, Ayapel y San Pedro de Urabá en Antioquia. Esta primera jornada pública fue seguida por una segunda sesión con los consejeros municipales de paz de Tierralta, quienes representaron a la sociedad civil.
Jiménez Millán destacó la importancia de involucrar a las autoridades locales, comunidades y líderes sociales en este proceso de paz territorial. “Nuestro propósito es que también involucre al grupo armado presente en esta zona”, afirmó, refiriéndose al Clan del Golfo. El objetivo es que este grupo armado se convierta en un actor positivo en la construcción de la paz, transitando hacia el Estado de Derecho.
El inicio de estos diálogos es un paso crucial en la estrategia del Gobierno del presidente Gustavo Petro para abordar la violencia en el país. La participación de actores locales es vista como esencial para el éxito de este proceso, que busca no solo la paz, sino también la transformación económica de la región.
“En el día de hoy va a suceder algo que nos llena de ilusión y mucha esperanza a los habitantes de Tierralta y cordobeses porque vamos a tener la primera mesa o sesión de intercambio de autoridades territoriales con los delegados del Gobierno Nacional para las conversaciones socio-jurídicas que el Gobierno Nacional ha autorizado”, dijo el alcalde.
Ante los hechos, el alcalde de Tierralta, José David Contreras, expresó que este encuentro representa una oportunidad llena de esperanza para los habitantes de la región, quienes han sufrido los embates de la violencia. “Hoy estará el equipo negociador que lo lidera el doctor Álvaro Jiménez con Gloria Gaitán, Armando Custodio Wuoriyu , Víctor Negrete y Águeda Plata, organizaciones internacionales y Defensoría del Pueblo”, añadió Contreras. Este primer acercamiento busca establecer una mesa de conversación sociojurídica autorizada por el Gobierno nacional.
Este esfuerzo por establecer un diálogo con el Clan del Golfo hace parte de una estrategia más amplia para lograr la paz en una región históricamente afectada por el conflicto armado. La participación de diversas autoridades locales y nacionales subraya la importancia de un enfoque colaborativo para abordar los desafíos de seguridad y desarrollo en la zona.
La jornada de hoy también contará con la presencia de organizaciones internacionales que buscan apoyar el proceso de paz y facilitar un diálogo constructivo entre las partes involucradas. Este primer encuentro es visto como un paso crucial hacia la reconciliación y la construcción de un futuro más seguro para las comunidades de Córdoba.
El papel de Tierralta
Tierralta, en el departamento de Córdoba, Colombia, ha sido testigo de múltiples iniciativas de memoria y reconciliación, como la creación de galerías de arte por parte de las víctimas del conflicto armado. Sin embargo, la región sigue marcada por la violencia que ha dejado una profunda huella en sus habitantes. La historia de Tierralta está intrínsecamente ligada a la presencia de grupos paramilitares, que han sido protagonistas de numerosos episodios de violencia desde la década de 1990.
La llegada de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) a la región marcó el inicio de una era de terror. Estas organizaciones, lideradas por los hermanos Castaño, surgieron con el objetivo de combatir a las guerrillas y proteger los intereses de terratenientes y narcotraficantes. La violencia paramilitar se tradujo en masacres y desplazamientos forzados, afectando gravemente a la población civil de Tierralta.
A pesar de los esfuerzos de desmovilización y paz, el paramilitarismo persiste en algunas áreas de la región. La sombra de la violencia sigue presente, y la memoria colectiva de los habitantes de Tierralta está impregnada de los horrores vividos. La desmovilización de grupos armados ha sido un proceso complejo y, en muchos casos, insuficiente para erradicar completamente la influencia de estos grupos.
El impacto de la violencia en Tierralta ha sido devastador, no solo en términos de vidas perdidas y desplazamientos, sino también en el tejido social de la comunidad. Las iniciativas de memoria y reconciliación buscan sanar las heridas del pasado, pero el camino hacia una paz duradera es largo y lleno de desafíos.