En 1996, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Colombia imputó por primera vez cargos al entonces presidente Ernesto Samper en medio del escándalo conocido como Proceso 8.000.
Este caso involucraba la entrada de dineros del narcotráfico a la campaña presidencial de 1994, lo que generó un gran revuelo en el país. La imputación también alcanzó a su rival en las elecciones, Andrés Pastrana, por no reportar ciertas cuentas.
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El CNE, que estrenaba nuevas funciones otorgadas por la Constitución de 1991, encontró elementos suficientes para determinar que la campaña de Samper había superado los límites de gasto establecidos.
Según el tribunal, se gastaron 11.200 millones de pesos, superando el tope de 4.000 millones fijado para la campaña. Entre las irregularidades detectadas se encontraban donaciones millonarias no registradas y grandes sumas de dinero en dólares que no fueron consignadas en los libros contables.
Sin embargo, la imputación no prosperó debido a que el Consejo de Estado anuló las resoluciones que fijaban los topes de gasto para las elecciones de 1994. Los magistrados argumentaron que hubo una violación del principio de publicidad, ya que las resoluciones fueron notificadas a los candidatos durante las elecciones y publicadas en el Diario Oficial más de un año después de su emisión. Además, señalaron que el CNE no tenía competencia para fijar esos límites en el momento en que se emitieron las circulares.
En el caso de Samper, la imputación también incluyó a otros miembros de su campaña, como el representante legal Fernando Botero Zea, el director administrativo Juan Manuel Abella, y el tesorero Santiago Medina. Sin embargo, la anulación de las resoluciones por parte del Consejo de Estado dejó sin sustento jurídico la imputación, exonerando a Samper y a su equipo de responder por las acusaciones.
Contexto de los hechos
En el proceso 8.000 los narcotraficantes, especialmente los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela del Cartel de Cali, afirmaron que habían financiado tanto la campaña de Samper como la de su opositor, Andrés Pastrana Arango. La noticia sobre el ingreso de dinero ilegal sorprendió a Samper, quien exigió al Fiscal Gustavo de Greiff iniciar la investigación.
El expediente del proceso 8000 se originó en la Fiscalía de Cali tras un allanamiento a las oficinas de un contador chileno, Guillermo Pallomari, vinculado al Cartel de Cali. Aunque el número 8000 se limitaba a ese expediente específico, los medios de comunicación lo convirtieron en símbolo de todo el fenómeno posterior. Se investigó y condenó a prisión a congresistas, candidatos y ministros por su presunta participación en la financiación ilegal de campañas políticas
El presidente electo, Ernesto Samper, en ejercicio fue el principal acusado. Se le señaló de haber recibido fondos del narcotráfico para su campaña. Además, el tesorero de la campaña fue uno de los primeros en ser salpicado. La Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes abrió un expediente y lo llamó a juicio político.
Los medios de comunicación presionaron por la renuncia de Samper y contribuyeron a estigmatizar su gobierno, eclipsando sus políticas sociales y económicas. Aunque Samper no fue condenado penalmente, su presidencia quedó marcada por el escándalo y la controversia. La opinión pública cuestionó su liderazgo y su capacidad para gobernar debido a las acusaciones de financiación ilegal. A nivel político, enfrentó un desgaste significativo y perdió credibilidad en su mandato.
El 28 de mayo de 1996, miles de estudiantes colombianos tomaron las calles en una serie de marchas exigiendo la renuncia de Samper y algunos de sus colaboradores. Estas manifestaciones se destacaron por la presencia de una carroza en forma de elefante, cargada con 8.000 mogollas, simbolizando las declaraciones del arzobispo Rubiano Sáenz. La imagen del elefante se convirtió en un poderoso símbolo de protesta contra la corrupción percibida en el gobierno.
El asesinato de Álvaro Gómez Hurtado el 2 de noviembre de 1995 fue otro evento trágico vinculado al proceso 8000. Gómez Hurtado, un crítico abierto de Samper, utilizaba sus columnas para expresar su oposición al presidente. Su muerte fue vista como una consecuencia directa del clima de tensión política generado por el escándalo.
En el ámbito internacional, el proceso 8.000 deterioró las relaciones diplomáticas de Colombia, especialmente con Estados Unidos, que decidió descertificar al país. Esta medida fue acompañada por la revocación de visas a Samper y otros políticos colombianos, bajo la acusación de corrupción en los niveles más altos del poder ejecutivo y de permitir la operación de carteles de droga.
La descertificación por parte de Estados Unidos fue un golpe para Colombia, ya que señalaba la falta de confianza en la capacidad del gobierno para combatir el narcotráfico. Este episodio marcó un periodo de aislamiento diplomático para el país, afectando su imagen internacional y sus relaciones con otros países de América Latina.