El 8 de septiembre de 2024 es una fecha que perdurará en la memoria de Paola Peña, expareja sentimental del uniformado de la Policía Nacional Jhon Jairo Acuña, que no soportó ver a la mujer saliendo de un motel de Kennedy con Fernando Ospina.
A los dos enamorados les disparó con su arma de dotación (tres disparos a la cabeza de la mujer y uno a un brazo del hombre), pero a ninguno logró matar. Acuña, en cambio, sí dejó este mundo con el eco de su último disparo: el que se dio en la cabeza.
Pasado casi un mes de la noticia, Paola Peña, mejor de salud, le concedió una entrevista al podcast Más allá del silencio, dirigido por Rafael Poveda. Relató los segundos en los que su vida pendió de un hilo. La pareja ya estaba en el vehículo, de salida, cuando llegó el uniformado.
“Abrí la puerta del carro, en ese momento Jhon me dijo: ‘Paola’, pero de una vez me mostró el arma. Yo tengo un problema de rodilla y no pude correr (...) Lo único que hice fue sentarme en el carro, ahí empezaron todos los disparos. Solo me dijo ‘Paola’ y ya”.
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Indefensa, Paola se resigno, presa del pánico, a asumir lo que ya no tenía vuelta atrás. “Siento el primer impacto, ya en el segundo percibí que se me rompió como el tímpano, sentí que la cara se me estalló toda”, detalló.
“Empecé a botar mucha sangre, lo miré y cerré los ojos, yo pensé que había muerto. Después Fernando me cogió del pecho y me dijo que no me muriera, yo abro los ojos y vi que él ya tenía el disparo en el hombro”.
Con las fuerzas que le quedaban, la mujer se puso en contacto con su hijo mayor a quien le pidió que la auxiliara. Esa llamada, al parecer, fue clave para hacer más rápida la llegada del personal médico que atendió a la pareja.
“Yo lo vi acostado, pero no podía reaccionar y solo pensaba en mis hijos. Cogí el teléfono, busqué a mi hijo mayor y le quise mandar un audio diciéndole que cuidara a su hermano y a mi mamá, pero no pude, solo le pedí que viniera rápido”, dijo.