En Buenavista, uno de los pueblos palafitos ubicados en la Ciénaga grande de Santa Marta, ir al baño es toda una experiencia. Y, si no, que lo diga el creador de contenido y aventurero colombiano conocido en redes como Don Eliath, que pasó una temporada familiarizándose con el estilo de vida de sus más de 1.200 habitantes.
“En un pueblo flotante el uso del baño es bastante simple y muy obvio. El agua está en movimiento, así que todo lo que se ponga en ese hueco se va. Y, obviamente, uno puede ver flotando las cosas mientras se alejan”, explicó, mientras que “el agua para bañarse y para comer, viene en lancha desde un río que está lejos. Lo verde que se ve tras las casas no es montaña, son manglares y para llegar a tierra firma hay que navegar más de una hora”.
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Así como el sistema de acueducto y “alcantarillado”, el de recolección de basuras nace del ingenio de sus pobladores y se diferencia porque es sobre una plataforma, no un vertedero ni canecas, que se depositan los desechos, para luego ser transportados en lancha.
Y es que “todo hay que hacerlo en lancha y el que no tiene, le toca improvisar, aunque de la impresión de navegar en nada, sobre la nada. La electricidad, no tengo ni idea de cómo, pero llega por medio de cables y, en Buena Vista, existe una estructura para dejar los desperdicios y la basura. Una vez a la semana, una lancha los lleva a tierra firme, pero no todos usan la estructura. Algunos rellenan con sus deshechos las aguas, para armarse un patio”.
Este es, quizás, uno de los últimos rincones de Colombia en donde los niños no pasan el día frente a una pantalla, a pesar de que la conectividad mejoró en el 2024: “Hace poco pusieron una antena y, al fin, el pueblo tiene buena señal. Todos los perros saben nadar, pelean dentro del agua y, también rellenando, hicieron una cancha para jugar fútbol, la cancha del otro pueblo es flotante, la regaló El Tigre, Falcao”.
Sus grandes pasiones son el baile y el fútbol, a pesar de que no hay mucho espacio en el que practicarlos, pero, aun así, los locales hicieron hasta o imposible por encontrar donde desempeñarse como peces en el agua, aunque con sus pies.
“Ya es muy obvio que no es nada fácil vivir acá, pero eso no quiere decir que sea triste. Mientras haya electricidad, hay música por todos lados y si hay música, hay baile. Buena Vista baila champeta, aquí ni el baile ni el fútbol son un asunto menor”.
Las jornadas, aunque apacibles, son largas y en condiciones difíciles, Es común que los pescadores con lanchas no motorizadas queden a la deriva y sean arrastrados por las aguas del Magdalena. Sin embargo, el sentido de comunidad les brinda cierta seguridad de que, tarde que temprano, serán encontrados y remolcados hasta sus casas:
“Casi todos son pescadores, pasan la noche en la ciénaga, lejos del pueblo. Se van en la tarde y regresan en la madrugada al pueblo, que ahora, es de colores, gracias al trabajo y la visita de unos artistas urbanos”.
Cuando no están en sus vehículos o bailando, disfrutan de la tarde en un billar, en el que suele reunirse gran parte del pueblo, casi como si de una ceremonia se tratara: “El billar es quizás lo más visitado en el pueblo, un resumen de contrastes muy bravos, tan disfrutable como retador. Colombia es muy grande y hay mucha gente ingeniándosela para mantenerse a flote, definitivamente unos más que otros, pero lo más sorpréndete es que estos pueblos llevan casi 200 años existiendo”, concluyó Don Eliath, en sus últimos días fltando por Buenavista.