Las autoridades de salud en Bucaramanga han expresado su preocupación ante el alarmante incremento de embarazos en niñas y adolescentes entre 10 y 19 años.
Según datos proporcionados por la Secretaría de Salud municipal, hasta el momento se han reportado 9 casos de embarazos en menores entre 10 y 14 años en lo que va del año 2024, de los cuales 4 corresponden a niñas migrantes. Este fenómeno ha encendido las alarmas en la ciudad, ya que no solo representa un grave problema de salud pública, sino una señal de vulnerabilidad en la protección de los derechos de estas menores.
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Claudia Amaya, secretaria de Salud de Bucaramanga, ha liderado los esfuerzos para enfrentar esta problemática a través de una campaña de prevención del embarazo adolescente. La iniciativa se ha desarrollado en colaboración con la Policía de Infancia y Adolescencia, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), y las secretarías del Interior y de Educación.
La campaña busca identificar y prevenir situaciones de abuso hacia menores, así como informar a los adolescentes sobre sus derechos y las maneras de protegerse frente a situaciones de riesgo.
“Claramente es inaceptable que tengamos niñas de 10 y 14 años en situación de embarazo. Por eso, nos hemos unido a la Policía de Infancia y Adolescencia, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y a las secretarías del Interior y de Educación, para estar alerta ante cualquier abuso de adultos hacia menores”, afirmó Amaya.
Además, la secretaria de Salud subrayó la importancia de brindar a los jóvenes alternativas que les permitan salir adelante y crear conciencia sobre su salud sexual y reproductiva. Esto implica mantener a los adolescentes informados y ofrecerles oportunidades para su desarrollo personal, lo que es clave para evitar situaciones de riesgo.
Uno de los esfuerzos más visibles de la campaña ha sido la realización de operativos en moteles y hoteles de Bucaramanga para evitar que menores de edad sean víctimas de explotación sexual en estos establecimientos. La Secretaría de Salud, junto con la Policía, ha intensificado la vigilancia en estas áreas, con el fin de identificar y capturar a los responsables de abusar de adolescentes.
“Hemos realizado operativos en moteles y hoteles para evitar que menores de edad sean víctimas en estos establecimientos. También trabajamos con las autoridades para identificar y capturar a quienes se aprovechan de los adolescentes”, añadió Amaya.
Estadísticas que alarman
En lo que va del 2024, Bucaramanga ha registrado 3.238 embarazos, de los cuales 354 corresponden a madres adolescentes, entre ellas 285 jóvenes santandereanas y 69 migrantes, según el informe del ‘Programa de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva del Embarazo Adolescente’.
De acuerdo con las autoridades, la mayoría de los casos de embarazos en niñas y adolescentes se registran en el norte de Bucaramanga, en barrios de bajos recursos, lo que refuerza la necesidad de fortalecer las políticas de prevención y protección en estas comunidades. Este fenómeno está relacionado con factores sociales y económicos que agravan la vulnerabilidad de las menores.
Yolanda Moreno, una experta que trabaja en la atención a mujeres embarazadas en Ciudad Norte, afirmó que es crucial garantizar una mayor inversión en la oferta de servicios de salud para las adolescentes. “Es fundamental que se trabaje en garantizar la inversión presupuestal para la oferta de servicios de atención integral a estas jóvenes, para el cuidado de su salud integral, incluida su salud sexual y reproductiva que mejoren la calidad de vida de las adolescentes y sus familias”, afirmó según el medio Vanguardia.
El embarazo en niñas y adolescentes, especialmente en edades tan tempranas, generalmente indica la presencia de delitos, ya que estas menores carecen de la capacidad de comprender y consentir el acto sexual. Moreno añadió que, además de los riesgos físicos, las menores pueden experimentar graves consecuencias en su salud mental, incluyendo ansiedad, depresión y, en muchos casos, depresión postparto.
Entre los principales factores que contribuyen a este fenómeno se encuentra la falta de información adecuada sobre salud sexual y reproductiva, el acceso limitado a métodos anticonceptivos, las condiciones socioeconómicas adversas, y en algunos casos, la violencia sexual. Adicionalmente, en ciertas comunidades, el embarazo adolescente puede estar normalizado o incluso ser alentado por la presión social.