Malambo, un municipio del departamento del Atlántico, fue el escenario de una intervención ambiental significativa tras el hallazgo de más de 100 caracoles africanos en el barrio Juan XXIII.
Esta especie considerada como invasora, es también conocida por los riesgos que representa tanto para la salud pública como para el ecosistema, por lo que al ser detectada tuvo que ser controlada por las autoridades locales.
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La Alcaldía de Malambo, a través de su área de Medio Ambiente y con el apoyo de técnicos y vigías, llevó a cabo un operativo para recolectar y destruir los moluscos. Karolina Tapia, ingeniera ambiental de la Oficina Asesora de Planeación, explicó que se siguieron estrictos protocolos de seguridad durante la intervención.
Los técnicos utilizaron guantes y equipos de protección para evitar el contacto directo con los caracoles, que fueron enterrados en un lugar seguro, lejos de fuentes de agua, en huecos preparados con una mezcla de cal viva, arena y más cal para asegurar su destrucción.
La presencia de estos caracoles fue reportada por la comunidad, lo que permitió una rápida respuesta de las autoridades. La ingeniera Tapia hizo un llamado a los habitantes para que, en caso de nuevos avistamientos, informen directamente al Área de Medio Ambiente y a la Secretaría de Salud Municipal. “Lo ideal es no tocarlos sin protección y mantener las áreas libres de humedad, ya que esta es una de las condiciones que favorecen su reproducción”, concluyó Tapia.
El caracol africano es una especie que puede causar daños significativos al medio ambiente y a la salud humana, de acuerdo con las autoridades, que han dicho que este molusco es portador de parásitos que pueden provocar enfermedades graves en las personas, además de afectar cultivos y plantas nativas. Por ello, su control y erradicación son fundamentales para proteger tanto la biodiversidad local como la salud de los habitantes.
Una amenaza para cultivos
El caracol gigante africano, al ser una especie invasora que representa una amenaza significativa para la agricultura y la salud pública, fue objeto de una campaña de capacitación por parte del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
Esta iniciativa busca educar a la población sobre la identificación y control de esta plaga, que se caracteriza por su rápida reproducción y hábitos alimenticios generalistas, pues consume “plantas, hongos y materia orgánica en descomposición”, según la entidad.
El caracol gigante africano es originario de África oriental y ha sido introducido accidentalmente en diversas regiones del mundo, incluyendo Colombia. Su capacidad para adaptarse a diferentes ambientes y su voracidad lo convierten en una amenaza para cultivos y plantas ornamentales. Además, los parásitos que tiene en su organismo incluyen el Angiostrongylus cantonensis, causante de la meningitis eosinofílica.
“Este molusco se caracteriza por tener una concha que puede alcanzar los 13 cm de longitud, de forma helicoidal conformada por 7 a 9 vueltas y con una punta nítidamente aguda”, apuntaron.
La entidad, a su vez, emitió estas recomendaciones a través de un informe para el manejo de estos organismos:
- No arroje desechos o residuos de cosecha, que puedan favorecer el establecimiento y dispersión del caracol gigante africano en su predio.
- Implemente acciones permanentes de monitoreo, para identificar oportunamente la presencia de huevos o individuos.
- Para la inspección del molusco use siempre tapabocas y proteja las manos con guantes de látex o bolsas plásticas para evitar el contacto directo con la baba y membranas mucosas.
- Coloque el caracol dentro de un recipiente de plástico o vidrio y aplique sal o cal directamente en el cuerpo del animal, no lo haga sobre la concha.
- Busque los huevos y dispóngalos en un recipiente con sal.
- Lávese muy bien las manos y los antebrazos con abundante agua y jabón, después de manipular el caracol.
- No movilice material vegetal con presencia del molusco.
- No disponga caracoles muertos o sus restos en las fuentes hídricas o cerca de los reservorios.
- Haga una correcta disposición final de los caracoles muertos, de acuerdo con lo que la autoridad ambiental competente haya dispuesto para su municipio.