Durante la convención internacional de seguros, José Ignacio López, presidente del Centro de Estudios Económicos (Anif), puso sobre la mesa un tema crucial para la economía colombiana: la discusión sobre el salario mínimo para el 2025. En su intervención, López presentó un análisis detallado de las perspectivas económicas que podrían influir en el ajuste del salario mínimo, señalando que el incremento para el próximo año podría marcar una diferencia respecto a los años anteriores.
El experto en economía resaltó que, después de tres años consecutivos con aumentos en cifras de dos dígitos, se espera que el próximo ajuste al salario mínimo sea más moderado. Las proyecciones inflacionarias para el cierre del año, que rondan entre el 5% y el 6%, sugieren que el incremento se mantendría dentro de un solo dígito.
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López fue claro al señalar que, aunque la productividad mejoró, estas mejoras son volátiles y no pueden considerarse completamente estables. “Considero que el aumento debería ser de un solo dígito, ya que la inflación está prevista para esos niveles. Si bien hay mejoras en la productividad, estas son fluctuantes y no se pueden considerar completamente estables”, afirmó el presidente de Anif.
El contexto económico de los últimos años fue testigo de aumentos significativos en el salario mínimo en Colombia. En 2022, se registró un incremento del 10,03%, seguido de un 16% en 2023, y otro ajuste del 12% en ese mismo año. Estos aumentos reflejan un esfuerzo por mejorar las condiciones salariales de los trabajadores, pero también plantearon desafíos en términos de sostenibilidad económica y laboral.
La discusión en torno al salario mínimo no se limita solo a los números inflacionarios. Un aspecto fundamental que fue señalado por López es el impacto de estos aumentos en el mercado laboral. Con una tasa de desempleo del 9,9% registrada en julio, existe preocupación por cómo un aumento considerable podría afectar la generación de empleo en el país. “Hemos visto incrementos generosos en términos reales, pero también estamos empezando a notar un deterioro en la actividad económica y el mercado laboral. Un aumento excesivo podría ser contraproducente”, advirtió López, subrayando la necesidad de actuar con prudencia en esta nueva negociación.
La mesa tripartita, compuesta por centrales obreras, el Gobierno y empresarios, tendrá la tarea de negociar el ajuste salarial basándose en dos indicadores clave: la proyección de inflación del Banco de la República y las cifras de productividad proporcionadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Este enfoque busca asegurar que las decisiones sobre el salario mínimo se fundamenten en datos económicos sólidos y objetivos, con el fin de equilibrar las necesidades de los trabajadores con la realidad del mercado.
Sin embargo, López también destacó que un aumento en el salario mínimo de magnitud considerable podría tener repercusiones no deseadas, particularmente en términos de inflación. Un incremento excesivo podría generar presiones inflacionarias adicionales, lo que afectaría la estabilidad económica del país. “Es fundamental encontrar un equilibrio que no comprometa el crecimiento económico ni la recuperación del empleo”, señaló López, haciendo un llamado a la cautela y a la responsabilidad en las decisiones que se tomen en la mesa de negociación.
El contexto actual, caracterizado por la fluctuación en la productividad y una inflación que se mantuvo bajo control en los últimos meses, será determinante para las decisiones sobre el salario mínimo en Colombia. Las experiencias recientes con aumentos salariales demostraron que, aunque pueden mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, también pueden tener un impacto significativo en la economía en su conjunto, afectando tanto a las empresas como a los niveles de empleo.
La discusión que se avecina será, sin duda, uno de los temas más importantes para el cierre del año, ya que el salario mínimo afecta directamente a millones de colombianos y a la economía del país. El reto estará en encontrar un punto de equilibrio que permita mejorar las condiciones de los trabajadores sin generar un impacto negativo en la estructura económica.