Sobre las 8:18 p. m. se sintió un nuevo sismo en el municipio de Los Santos, este contó con una magnitud de 2,0 y una profundidad de 135 km. Además de sentirse en zonas cercanas como Jordán (Santander) a 11 km y Villanueva (Santander) a 17 km.
Un nuevo movimiento de tierra, de magnitud 2,0 se registró en el municipio de Cucunubá, Cundinamarca. El evento contó con una profundidad de 141 km y se sintió en zonas cercanas como Ubaté (Cundinamarca) a 7 km y Lenguazaque (Cundinamarca) a 10 km.
Sobre las 2:25 de la tarde se reportó otro movimiento de tierra en el país. Nuevamente ocurrió en Los Santos y contó con una magnitud de 2,1, por lo que se sintió en zonas cercanas como Jordán (Santander) a 11 km y Villanueva (Santander) a 17 km.
Un nuevo movimiento de tierra, de magnitud 2,0, fue reportado por el Servicio Geológico Colombiano en la tarde del 22 de septiembre de 2024. Este contó con una profundidad de 142 km y tuvo como epicentro Los Santos (Santander). Además, se dio a conocer que se sintió a 10 km, Zapatoca (Santander) a 12 km, Betulia (Santander) a 16 km.
De acuerdo con la Unidad Nacional para la Gestión del Riego de Desastres (Ungrd) un sismo es la liberación súbita de grandes cantidades de energía, que se representan a través de ondas que se desplazan por el interior de la tierra y que al llegar a la superficie puede ser percibida por las personas, animales y hasta estructuras.
Durante un temblor, los animales también pueden sentir miedo y estrés, por lo que es fundamental saber cómo actuar para protegerlos y mantenerlos a salvo
En caso de un temblor, es fundamental seguir una serie de pasos para garantizar la seguridad personal y de quienes se encuentran alrededor.
Un temblor sacudió a la zona del Pacífico en la tarde del 22 de septiembre de 2024. Este ocurrió en el municipio de Bolívar, y contó con una magnitud de 2,9. Así como una profundidad superficial menor a 70 km. Este movimiento de tierra se sintió en zonas cono: El Dovio (Valle del Cauca) a 24 km, Trujillo (Valle del Cauca) a 30 km y Bolívar (Valle del Cauca) a 31 km.
En Bahía Solano, una secuencia de tres devastadores sismos golpeó la región entre el 26 y 27 de septiembre de 1970, causando significativos daños estructurales y llevando al pánico a sus habitantes. Los eventos telúricos, que comenzaron en la madrugada del 26, provocaron el colapso de edificaciones, agrietamientos profundos en el suelo y deslizamientos de tierra, lo que obligó a una evacuación masiva hacia ciudades como Medellín, Quibdó, Cali y Buenaventura.
El desastre comenzó con un sismo temprano ese día, seguido por un segundo temblor a las 9:57 a. m. que fue percibido con mayor intensidad. Edificaciones ya dañadas colapsaron, mientras que el miedo se apoderaba de la población ante la caída de escombros. Un tercer sismo en la noche, aunque de menor magnitud, fue descrito por los locales como el más aterrador debido a su impacto en estructuras ya comprometidas. Más de 15 réplicas, todas de magnitud igual o superior a 4.0, se sintieron en la región, empeorando la situación.
En el municipio de Los Santos, en Santander, se registran entre 12 y 20 sismos diariamente, convirtiéndolo en uno de los puntos con mayor actividad sísmica a nivel global. A pesar de que estos movimientos telúricos suelen ser imperceptibles, un sismo de magnitud 6.6 el 10 de marzo de 2023 alteró la cotidianidad de esta comunidad, causando daños menores en estructuras y recordando a sus 12.000 habitantes su vulnerabilidad ante estas catástrofes naturales.
Los Santos se ubica al sur de Bucaramanga y es parte del cañón del Chicamocha, región que solo es superada por el área del Hindu Kush en Afganistán por su alta frecuencia de actividad sísmica. Las autoridades locales y entidades como la Casa de la Cultura y la Secretaría de Educación de Santander han resaltado la importancia de adaptar la infraestructura del área para soportar estos eventos geológicos, buscando minimizar el impacto en la población y en los edificios.
Esta frecuencia de temblores ha llevado a que la comunidad de Los Santos desarrolle una peculiar adaptación a la constante actividad telúrica, los habitantes han incorporado medidas de seguridad y protocolos de emergencia en su vida diaria.