Luego de que se conoció la confesión del presunto asesino del padre Darío Valencia Uribe, que desapareció el pasado 25 de abril en Pereira (Risaralda), el abogado del sacerdote confirmó que él y Julián Eduardo Cifuentes Gómez eran amigos desde hace varios años.
En un principio se creía que el hombre era un intermediario en la venta de un carro de Valencia. De acuerdo con El Tiempo, Renato Marín, uno de los abogados que la Diócesis de Pereira contrató para que lo representara como víctima de desaparición forzada, aseguró que “tenían una cercanía como amigos desde hacía muchos años (...) efectivamente por lo menos existía un alto grado de confianza entre el investigado y el padre Valencia”.
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El representante legal añadió que no solo eran amigos, sino que “tenían aparentemente vínculos comerciales, negocios de vehículos. Uno le prestaba plata al otro y, aparentemente, el detonante (de la desaparición y posible asesinato del sacerdote) fue por la compra y venta de un vehículo del padre”.
Para Marín, la Fiscalía General de la Nación debe indagar una posible traición a la confianza entre el sacerdote y Cifuentes, para así esclarecer los hechos de este delito, debido hasta que no se encuentren los restos del padre no se puede hablar de homicidio.
La detención del victimario
El principal sospechoso de la desaparición de Valencia huyó a París, Francia, pocos días antes de que se perdió el rastro del religioso. El hombre les dio a las autoridades las coordenadas donde, supuestamente, está enterrada la víctima; sin embargo, de momento no se ha encontrado el cuerpo.
Cifuentes fue detenido el 30 de abril en el aeropuerto Charles de Gaulle, de la capital francesa. La captura se logró gracias a una circular azul que expidió la Interpol, pero las autoridades francesas lo dejaron en libertad hasta que lo recapturaron luego de que se expidiera una circular roja.
El padre fue visto por última vez en compañía de este hombre cuando negociaban la venta de una camioneta del religioso Un video de una cámara de seguridad del sector grabó el momento en el que salen juntos con rumbo desconocido.
Días después, el vehículo fue encontrado abandonado en un lavadero de carros en el municipio de Viterbo (Caldas) con un orificio de una bala. El presunto responsable de la desaparición del clérigo confesó que le propinó cuatro disparos y, posteriormente, arrojó el cuerpo en una zona boscosa entre Risaralda y Caldas.
Ilusión de que se sepa la verdad
El abogado tiene la ilusión de que en este caso se sepa la verdad, se haga justicia y que el responsable sea extraditado para ser debidamente condenado. Marín añadió que, pese a su confesión, debe iniciar un proceso penal cuando llegue a Colombia.
Acuerdo con la Fiscalía
Por su parte, el obispo de Pereira, monseñor Rigoberto Corredor, manifestó que hasta que los restos no se encuentren no dirá que el religioso fue asesinado. “Lo primero que tengo que decir es que no hemos recibido ninguna información de la Fiscalía. Con ella hemos hecho un acuerdo de que todo lo que podamos informar nosotros es lo que recibamos de la Fiscalía”, señaló.
El jerarca de la Iglesia Católica en esta zona del país resaltó que “nosotros no podemos decir mientras no tengamos los restos del padre Darío y Medicina Legal diga que sí pertenecen al padre Darío”.
“La angustia nuestra es total, ya se aclaran cosas, salimos de una duda terrible de tantos meses y estamos en ese proceso”, indicó Corredor, quien reveló que la madre del sacerdote ya conoce de la situación.