Luego de más de dos décadas de debate en torno al asesinato del disidente Hernando Pizarro Leongómez, el senador colombiano Julián Gallo, conocido en su época guerrillera como Carlos Antonio Lozada, admitió su participación en este oscuro capítulo de la historia del país.
Gallo reconoció ante la justicia colombiana haber ordenado la ejecución de Pizarro en 1995, un crimen por el que una persona inocente pagó con años de cárcel.
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“En algún momento en el año 2000, cuando ya avanzaban los diálogos en el Caguán, salió alguna noticia sobre la condena (de Sastoque), yo estando en una reunión con el comandante Briceño y le propuse que las Farc se pronunciaran sobre la autoría del asesinato de Hernando Pizarro porque iban a condenar a un inocente. Él me me dijo que iba a hablar, pero la conversación llegó hasta ahí. Luego se supo que en efecto lo habían condenado”, indicó Gallo.
Además, uso el espacio para pedirle perdón a Sastoque. “Quiero pedirle perdón al señor Sastoque. Yo sé que el daño causado a él a su familia es irreparable (...) firmamos un acuerdo de paz en el cual nos comprometimos a dar plena verdad de los hechos y usted es una víctima, por eso le pido perdón a mi nombre y en nombre de todos los firmantes. Espero que ojalá se haga justicia”.
Hernando Pizarro Leongómez, hermano de Carlos Pizarro, fue miembro de la disidencia Comando Ricardo Franco, vinculado a la masacre de Tacueyó ocurrida entre 1985 y 1986, en la que aproximadamente 170 personas murieron a manos de la disidencia.
Esta masacre, que involucró a personas consideradas informantes o traidores por los disidentes, se convirtió en un elemento de peso en la historia violenta de Colombia.
En un montaje judicial que incluyó allanamientos falsos, Gustavo Sastoque, joven agente del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), fue injustamente acusado y condenado por el homicidio de Pizarro. A pesar de ser inocente, Sastoque pasó más de diez años en prisión, mientras se encubrían a los verdaderos autores del crimen.
A medida que avanzan los esfuerzos de búsqueda de la verdad y la justicia, la antigua guerrilla de las Farc, transformada en el partido político Comunes, ha asumido públicamente la responsabilidad del asesinato de Pizarro y de otros actos violentos.
La vida de Hernando Pizarro
Hernando Pizarro Leongómez y José Fedor Rey fueron dos líderes guerrilleros de una disidencia de las Farc que, según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), fueron asesinados por sus propios compañeros. Estos crímenes, junto con otros cuatro, fueron reconocidos recientemente por el antiguo secretariado de la guerrilla ante la JEP.
El caso más destacado es el asesinato del exlíder político conservador y candidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado, ocurrido el 2 de noviembre de 1995 en Bogotá. Sin embargo, los asesinatos de Pizarro Leongómez y Rey también forman parte de episodios significativos en el conflicto armado colombiano.
En 1994, Hernando Pizarro fue asesinado en un confuso episodio en Usaquén, Bogotá. Testigos afirmaron que una camioneta llegó a su casa y los ocupantes se identificaron como miembros de la Fiscalía. Minutos después, el cuerpo de Pizarro apareció esposado y sin vida. Este hecho, que involucró a miembros del CTI y dejó Gustavo Sastoque encarcelado por más de diez años por un crimen que no cometió.
Hernando Pizarro, hermano de Carlos Pizarro, ingresó a la guerrilla de las Farc a finales de los años setenta, donde se encargó de gestionar armamento para el grupo. En 1980, junto a su hermano, abandonó las Farc para unirse al M-19, integrando el frente Carlos Arturo Sandoval Valero. Participó en varios operativos en el Valle del Cauca y en municipios del Cauca como Santander de Quilichao, Toribío y Miranda.
En 1985, Hernando Pizarro se convirtió en una de las cabezas del frente Ricardo Franco, junto a alias Javier Delgado, nombre de guerra de Fedor Rey. Rey, quien ingresó a las juventudes comunistas en los años sesenta, se asentó en Bogotá antes de unirse a una milicia de las Farc, donde se desempeñó como mensajero. A finales de los setenta, se trasladó a Caquetá y se convirtió en hombre de confianza de Jacobo Arenas, manejando las finanzas de las Farc.
En 1981, durante la VII Conferencia de las Farc, Rey propuso la creación de un frente urbano similar al M-19, pero su idea fue rechazada y fue expulsado de la organización, llevándose un millón de dólares con los que fundó el frente Ricardo Franco, ofreciendo salarios altos y armamento sofisticado.
La masacre de Tacueyó es uno de los episodios más cruentos asociados a este frente. Las víctimas fueron torturadas y obligadas a confesar ser miembros del Ejército, señalando a otros compañeros como infiltrados. Según el sobreviviente Víctor Rivera, diariamente se asesinaban y enterraban entre ocho y diez guerrilleros. Carlos Pizarro se enteró de estos hechos tras recibir una invitación de su hermano para informarle sobre la infiltración. Una comitiva del M-19 descubrió fosas comunes y personas colgadas y amarradas.
El 11 de diciembre de 1985, el M-19 negó que los cadáveres pertenecieran a sus miembros y anunció una investigación. El 27 de diciembre, tras encontrar 89 cadáveres, el comando superior del M-19 condenó la masacre y pidió la expulsión del frente Ricardo Franco de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.
En febrero de 1995, Fedor Rey fue capturado en una taberna de Cali por un comando élite del Ejército con apoyo de la Fiscalía, tras una semana de seguimiento basado en una denuncia anónima. Rey, quien había dado su versión de la masacre de Tacueyó poco antes de su captura, fue asesinado en la cárcel de Palmira en junio de 2002 por antiguos compañeros de las Farc.