El país no sale de la consternación y de la indignación por el atentado terrorista que perpetró el grupo armado organizado ELN contra una base militar en el corregimiento de Puerto Jordán, en el occidente de Arauca, que dejó el trágico saldo de dos militares y otros 25 heridos al ser víctimas del lanzamiento de los denominados tatucos, armamento no convencional que elaboran de forma artesanal las guerrillas del país desde la década de 1990.
De acuerdo con la información del Ejército, en el mencionado ataque se utilizaron 17 de estos artefactos, cuyo uso se considera como una violación del Derecho Internacional Humanitario (DIH) ya que su capacidad es imprecisa por lo que pueden producir daños desproporcionados en especial contra la población civil.
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De hecho uno de los hechos emblemáticos donde se evidenció su capacidad de daño a inocentes fue en la masacre de Bojayá (Chocó) en 2002, que perpetró la extinta guerrilla de las Farc, donde murieron 74 civiles porque los subversivos no tuvieron la capacidad de controlar su trayectoria y de dar con su objetivo, que era un grupo de integrantes de las desaparecidas AUC, y los artefactos cayeron en la iglesia del municipio en el que se resguardaba la población atemorizada.
Para el caso del reciente ataque en Arauca, el hecho pudo concluir en una tragedia mayor ya que los insurgentes llevaron a cabo ese ataque a menos de un kilómetro de una escuela rural de Puerto Jordán, donde los alumnos menores de edad estaban recibiendo clases, en otra afrenta del ELN al DIH.
“Rechazamos categóricamente este tipo de actos que atentan contra la vida de la población civil, en especial de los niños y habitantes de este centro poblado en Arauca”, señalaron en las Fuerzas Militares, luego de que se conociera del ataque.
Precisamente el comandante del Ejército, el general Luis Emilio Cardozo, detalló cómo los miembros del grupo armado organizado fabricó este armamento y se valió de un automotor para lanzarlo contra el puesto de mando del Batallón de Artillería de Campaña N.° 18 del Ejército del corregimiento araucano.
“(A los cilindros) le hacen un corte en la parte superior y al interior usan un sistema que utiliza pólvora negra para lanzar unos balones bombas. O sea 19 bocas de fuego que estaban en la volqueta, y fueron proyectadas a la instalaciones”, citaron en el periódico El Espectador de las declaraciones del alto oficial.
Agregaron que para que los tatucos puedan detonar, los guerrilleros utilizan mecanismos con los que el artefacto explota una vez impacten con el suelo o alguna edificación. Pero, además, se conocen de casos en los que les adicionan otras sustancias, incluso excrementos, para que los heridos sufran infecciones.
Por eso en las Fuerzas Militares señalan que son las armas no convencionales con mayor capacidad de daño con las que cuentan en los grupos armados organizados, recordó un oficial de inteligencia en la revista Cambio.
“Las cargas son recubiertas con TNT, que es derretido en hornos a altas temperaturas, para luego colocarles granadas, a los cuales les quitan la parte delantera para ser impulsadas por una mezcla de metralla, cal y urea”, indicó.
El experto detalló que en la fabricación de tatucos también se ha identificado componentes como cobre, anfo y pentonita, con lo que se ha evidenciado que han incrementado en su capacidad de daño.
“La carga artesanal tiene la característica de explotar cuando llega a más de 1.000 pies (300 metros). En los últimos años, está siendo perfeccionada por la guerrilla”, puntualizó.
De acuerdo con el militar que consultaron en Cambio, han podido establecer esa información en los allanamientos de campamentos de los grupos insurgentes con archivos de planos, listados de los elementos que se requieren para producirlos y hasta videos de las pruebas que hacen de esos artefactos explosivos.