La reconocida actriz de la industria pornográfica Esperanza Gómez reveló detalles de cómo fueron sus inicios en ese trabajo, al que llegó por accidente. Según detalló en una entrevista en El placer de tenerte, la curiosidad y una fantasía específica que buscaba hacer realidad, fueron las que la motivaron a hacer un primer acercamiento al cine para adultos.
“Yo en realidad no quería ser una trabajadora dentro de esta industria, sino simplemente vivir una experiencia, cumplir una fantasía que tenía desde muy temprana edad”, explicó la también modelo y empresaria.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
Esa primera escena la disfrutó, pero no resultó ser lo que pensaba. Tenía expectativas que se derrumbaron al encontrarse con la realidad de que lo que pasa en frente a una cámara no es necesariamente lo que se ve reflejado en una pantalla. “No era lo que esperaba”, precisó.
Añadió: “Todo se ve mucho mejor, más bonito y más natural de lo que en realidad es”.
Y es que existe una gran diferencia entre el trabajo en escena y lo que generalmente se experimenta en la intimidad con una persona con la que existe una relación sentimental o con la que se desea simplemente mantener relaciones sexuales. Pues, el placer propio no es el objetivo principal al momento de grabar; el enfoque está en trabajar y brindar material para publicar, así eso implicara sentirse incómoda o agotada.
“Me cansé demasiado, me dolía el cuerpo en las posiciones porque uno no está acostumbrado a esas posiciones. El inclinar y doblar todo el tiempo la espalda, y girar la cara y el cuerpo hacia la cámara, porque se tiene que estar mostrando las partes íntimas a la cámara, pero, al mismo tiempo, tienes que estar mostrando tu rostro”, aseveró.
Antes de lograr hacer su primera escena, había intentado ponerse en contacto con diferentes agencias para hacer varios castings y ser elegida para protagonizar alguna producción pornográfica. Sin embargo, no le fue bien. Se acercó a agencias de Los Ángeles, en las que fue rechazada por su timidez.
“Me dijeron que era una niña bonita en esa época, pero que era demasiado tímida. La desnudez de la parte de abajo me friqueaba, me daba mucha inseguridad”, dijo entre risas. Algunas posiciones, en las que se sentía muy expuesta, resultaban incómodas porque los responsables de la grabación acercaban la cámara a pocos centímetros de su cuerpo. “Uno siente que le están invadiendo la intimidad”, contó.
Otro de los obstáculos a los que se enfrentó fue el idioma, puesto que no manejaba el inglés y, por tanto, no entendía las instrucciones que recibía del equipo de trabajo al momento de hacer las escenas. Uno de los productores, de hecho, le recomendó regresar a Colombia, estudiar inglés, y practicar con su pareja para adquirir más confianza con respecto a exponer la intimidad al público.
“Dile a tu esposo que compre una cámara normalita, que la ponga en un trípode y te empieces a grabar con tu pareja teniendo relaciones íntimas, y así te vas ubicando y la vas perdiendo el miedo a la intimidad sexual frente a una cámara”, dijo el productor a la actriz.
Así lo hizo. Regresó a Colombia, su esposo la matriculó en el Colombia Americano para que aprendiera el idioma y compró una cámara para lograr que la empresaria y modelo perdiera el miedo a ser grabada mientras mantenía relaciones.
Fue así como, tiempo después, pudo grabar esa primera escena que resultó no ser tan alentadora, pero que la catapultó en la industria. Luego de cuatro meses sin participar en producciones de ningún tipo, las productoras empezaron a preguntar por ella. Pues esa película ganó lo que sería el “óscar de la pornografía”.