En el Mundial Femenino Sub-20 que se celebra en Colombia, el equipo de Corea del Norte ha llamado la atención por su destacado desempeño en el campo de juego, y también por su enigmática presencia fuera de él.
Las futbolistas norcoreanas han sido una revelación en el torneo, y su vida en Medellín, lejos del ojo público, refleja una disciplina militar que resulta a la vez fascinante y desconcertante.
En un primaveral atardecer en Medellín, el equipo norcoreano se desplazaba en silencio hacia su hotel en El Poblado. La imagen era casi ceremonial: un grupo de jugadoras uniformadas en camisetas blancas y pantalones cortos, contrastaba con una chaqueta distintiva de color hueso con una franja rosa y la bandera de Corea del Norte.
Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.
La uniformidad era notable, no solo en su atuendo, también en su comportamiento: un silencio casi monástico dominaba la escena, mientras las jugadoras caminaban con una actitud reservada.
Algunos curiosos en la entrada del hotel notaron la similitud entre las futbolistas. A pesar de las variaciones en altura y complexión, todos compartían una apariencia que evocaba la idea de una estricta uniformidad impuesta desde el régimen de Kim Jong Un.
Aunque no todas las miembros del equipo mostraban este estereotipo; la preparadora física, la asistente del técnico y la jefe de prensa, por ejemplo, llevaban el cabello largo, lo que sugiere una flexibilidad dentro de las estrictas normas del régimen.
Fuera del hotel, varios espectadores sacaron sus teléfonos para grabar a las futbolistas. La curiosidad era palpable. Las jugadoras se dividieron en dos grupos: uno subió a sus habitaciones, mientras que el otro permaneció afuera para realizar ejercicios de recuperación. La reserva con la que se movían era notable, ya que rara vez se les ve en público y, cuando lo hacen, es en completo silencio.
De acuerdo con El Colombiano, según un voluntario del Mundial, la timidez es una característica común en el equipo, que se ve acentuada por la barrera del idioma, ya que ninguna de las jugadoras habla inglés. Este aislamiento lingüístico es un reflejo de la política educativa norcoreana, que busca mantener a sus ciudadanos alejados de influencias culturales externas y reforzar el nacionalismo y la lealtad al régimen.
La política norcoreana Jihyun Park, ahora radicada en el Reino Unido, ha ofrecido una visión interna sobre la vida de los deportistas norcoreanos. En una entrevista con el diario The Sun, Park reveló que los atletas son objeto de una vigilancia rigurosa, incluso cuando compiten en el extranjero.
Los “policías secretos” del régimen están encargados de informar sobre el comportamiento de los atletas, y cualquier desviación de las normas o divulgación de información sobre sus experiencias en el extranjero puede resultar en severas sanciones, incluyendo la posibilidad de ser enviados a campos de trabajo forzado.
A pesar de las restricciones y el secretismo que rodea a las futbolistas norcoreanas, su rendimiento en el Mundial Femenino Sub-20 es un testimonio de su notable habilidad. Corea del Norte es el equipo más goleador del torneo, con 23 goles hasta los cuartos de final, destacándose por su impresionante capacidad ofensiva. Este éxito se atribuye en gran parte a la rigurosa disciplina con la que entrenan.
En Medellín, mientras la mayoría de los equipos disfrutaban de un respiro entre partidos, las futbolistas norcoreanas continuaban su entrenamiento.
Las sesiones de recuperación y las pruebas de velocidad en terrenos planos eran parte de su rutina diaria. Bajo la estricta supervisión de su preparadora física, las jugadoras se esforzaban al máximo en cada ejercicio, demostrando una dedicación que va más allá de lo habitual.
Las órdenes eran dadas en coreano, y el ritmo frenético de los entrenamientos no permitía descanso. La combinación de una disciplina militar y un entrenamiento constante es, sin duda, el secreto detrás de su éxito en el campo.
El enfoque de Corea del Norte en el deporte es parte de una estrategia más amplia ideada por el líder Kim Jong Un para proyectar la fortaleza del país al mundo y disciplinar a su población. Esta estrategia incluye el Día Mensual del Deporte, celebrado el segundo domingo de cada mes, cuando todos los ciudadanos deben participar en actividades deportivas de alto rendimiento.