El Cauca, una región del suroeste colombiano, se ha convertido en uno de los escenarios más peligrosos del país para los líderes sociales. En lo que va de 2024, se han registrado 21 homicidios de líderes en esta zona, según el Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).
La violencia en el Cauca es una manifestación cruda de la complejidad del conflicto armado en Colombia, donde la lucha por el control territorial y los intereses económicos a menudo confluyen en un escenario de alta peligrosidad.
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Eduin Mauricio Capaz Lectamo, líder indígena del pueblo nasa, ha dedicado su vida a la defensa del medio ambiente y el territorio en el norte del Cauca. Según Capaz, la región es un lugar de extrema complejidad para el liderazgo social, un problema que se refleja en las alarmantes estadísticas de homicidios.
“El Cauca es una de las regiones con mayor complejidad a la hora de ser un líder social, indistintamente de qué sector represente,” explica.
“El índice de asesinatos en nuestra región es doblemente más alto que en el resto del país, e incluso puede ser hasta tres veces mayor en comparación con otros departamentos”.
Capaz, de 39 años, describe un entorno donde el liderazgo se convierte en un acto de valentía extrema. “Hemos sido permeados no solo por la economía ilícita, sino por la cultura alrededor de esas economías,” añade. El narcotráfico y otras actividades ilegales han generado una cultura de violencia y desesperanza que afecta gravemente a las comunidades locales.
El retorno de la violencia y la falta de estado
La ausencia de una implementación efectiva del Acuerdo de Paz, que buscaba poner fin al conflicto con las Farc, ha dejado un vacío que ha sido ocupado por nuevos grupos armados. “Se depositaron muchas esperanzas en el acuerdo de paz, pero su lenta implementación y la reorganización de grupos armados han convertido varios territorios del Cauca en escenarios de violencia”, destaca Capaz.
Los excombatientes de las Farc y otros grupos ilegales han ocupado el espacio dejado por el Estado, lo que ha intensificado el conflicto y ha convertido a los líderes en objetivos de ataques y amenazas.
En respuesta a la creciente violencia, se han implementado iniciativas como la Caravana de Seguridad en el municipio de Jamundí, en el sur del Valle del Cauca. Esta estrategia, liderada por la Gobernación del Valle del Cauca, la Policía Nacional, el Ejército y el Gaula, busca garantizar la tranquilidad mediante el aumento de patrullajes y controles en las zonas más afectadas.
Jamundí: un microcosmos de violencia
En el corregimiento de Villacolombia, una de las zonas rurales de Jamundí, la situación es especialmente crítica. Este corregimiento ha sido objeto de numerosas acciones terroristas por parte del frente ‘Jaime Martínez’, una disidencia de las Farc. Las extorsiones a comerciantes, secuestros y quemas de maquinaria son prácticas comunes en la región. La presión sobre la comunidad para la construcción de infraestructuras al servicio del grupo armado ha intensificado el clima de miedo y control.
Uno de los casos más representativos es el de Yeri Edwin Gaitán, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Villacolombia. Gaitán, conocido por su compromiso con la comunidad y su trabajo en mejorar la infraestructura local, fue asesinado el 1 de julio de 2024. Su muerte ha dejado un vacío en la comunidad y ha intensificado la crisis de liderazgo en la región.
Gaitán había estado luchando contra las extorsiones y las demandas de los disidentes para la construcción de una nueva carretera. Esta carretera es crucial para el narcotráfico, ya que conecta zonas estratégicas del país y facilita el tráfico de drogas. Gaitán, como muchos otros líderes, se encontró en una encrucijada mortal: seguir con su trabajo y arriesgar su vida, o ceder a las demandas de los grupos armados.
En Villacolombia, el asesinato de Gaitán ha llevado a la renuncia de los demás miembros de la junta comunal. La falta de representación y liderazgo comunitario es un claro indicativo de la crisis en la región. Los líderes que quedan deben enfrentar un dilema cruel: arriesgar sus vidas para continuar con su labor social o retirarse para protegerse.