Forjados en el Uruguay posdictadura, La Vela Puerca conforma, junto con No Te Va Gustar y el Cuarteto de Nos, una tríada que cambió para siempre la música latina. En el caso de la banda liderada por el cantante Sebastián Teysera, trazó su camino fusionando ritmos como el rock, el ska o el reggae de una manera personal que propulsó al éxito internacional composiciones que más de una vez abordaron temas como la justicia social, la lucha por los derechos, las emociones humanas y la vida cotidiana, siempre con un toque reflexivo o crítico.
Con tres décadas a cuestas, siguen buscando fuego y desafiando sus límites. Una evidencia de ello se encuentra en lo relativamente tarde que tuvieron su primer contacto con el público colombiano, pues fue hasta 2019 cuando se presentaron en el país por primera vez como parte del cartel de Rock Al Parque. Allí el público la acogió con el cariño y admiración que corresponde a una banda de su calibre, al punto que regresó en varias oportunidades al país.
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La Vela Puerca tiene delante dos presentaciones en Colombia en 2024. Una, el viernes 13 de septiembre, en el Pequeño Teatro de Medellín. La segunda, el próximo sábado 14 de septiembre en el Festival Cordillera, cerrando el segundo escenario a partir de las 10:15 p. m. en una jornada en la que compartirán con Systema Solar, Fonseca, Miranda!, Juan Luis Guerra, la Mala Rodríguez o Bacilos.
Previo a estas presentaciones, Infobae Colombia habló con Sebastián Teysera de la relación de La Vela Puerca con el público colombiano, la historia detrás de su canción Tormenta, incluida en Discopático (2022) y que contó con la participación de Andrea Echeverri de Aterciopelados, los 20 años de A Contraluz, uno de sus álbumes más importantes, y del lugar de Uruguay en la música latina.
Se presentan el sábado, cerrando el segundo escenario del Festival Cordillera a las 10:45 p. m., ¿cómo se sienten?
Muy contentos de volver a Colombia. Y con el festival, contentos de participar, de que nos hayan invitado y tener la oportunidad de reencontrarse con un montón de colegas y de amigos que no vemos hace tiempo, además de que uno descubre artistas y músicas nuevas, como en todo festival.
La primera vez que vinieron a Colombia fue precisamente en un festival, Rock Al Parque 2019, también en el Parque Simón Bolívar. ¿Qué tanto sabían del público colombiano hasta ese momento y con qué se encontraron?
Son las cosas extrañas que pasan. A nosotros nos sorprendió muchísimo cuando subimos al escenario de Rock Al Parque. ¿Viste esa cosa rara de que la banda que tiene muchos años y va por primera vez a un lugar y no sabes con lo que se va a encontrar?
Nos sorprendió muchísimo para bien, porque nos dimos cuenta de que las canciones en Colombia se conocían hacía mucho tiempo y nosotros, sin poderlas acompañar, digamos. También es un regalo para una banda que te pasen esas cosas, tener más de 20 años y llegar a un lugar por primera vez y ver que las canciones ya tuvieron una conversación con la gente. Ellos cantándonos las letras… nos sorprendió muchísimo. Fue una hermosura, nos hizo muy felices.
Además de Cordillera, van a tocar en Medellín en el Pequeño Teatro, ¿se preparan distinto para un festival, a diferencia de lo que sucede con un show en solitario? ¿Cómo afrontan uno y otro escenario?
Es diferente, sí. Pero bueno, siempre hay como un show de 30 temas y cambia el orden o la elección de las canciones tratando de hacer una parábola, porque son dos shows completamente diferentes.
Tampoco es tan difícil. Lo que hay que hacer es decir “bueno, tenemos un horario, una hora de show”. La parábola que hacemos en una hora… tratamos de ser certeros. Sabemos qué es lo que la gente quiere escuchar, la que nos va a ver, y sabemos qué es lo que tenemos que hacer con la gente que nunca nos vio. No hay tiempo suficiente para bajar el ritmo, o tocar cuatro o cinco temas “tranquis”. En ese momento metemos toda la carne al asador y dale que es tarde.
En un show solos podemos darnos el lujo de manejar esa parábola de otra manera. Cuando tocamos solos hacemos dos horas y cuarto, entonces, bueno… Son esas cosas que, como tenemos armado el show de 30 canciones, es sacar, poner y discutir cómo vamos a plantear lo emocional. Sabemos que en un festival tienes que ser condescendiente, sabes lo que quieren de ti y eso es lo que les vamos a dar. Cuando estamos solos estamos en la balanza de no ser totalmente condescendiente, pero tampoco ser completamente egoísta.
En un mes se cumplen 20 años de A Contraluz, su tercer álbum de estudio. Cuando retrocede en el tiempo, ¿cómo recuerda la grabación de ese disco y qué objetivos se planteaba el grupo en ese momento de su carrera?
El disco se grabó en un estudio en Buenos Aires que se llama Del Cielito. Está a las afueras de Buenos Aires, en una casita en un bosque en medio de la nada. Íbamos caminando a grabar.
Yo lo recuerdo de una manera bastante osada, porque siento que fue la primera vez que la banda se autodesafió. Creo que A Contraluz es un disco bisagra entre De bichos y flores y El impulso, porque con El Impulso si pateamos el tablero. En ese momento el estudio era de Bersuit Vergarabat, entonces hicimos una coproducción con Gustavo Santaolalla y con Óscar Righi y Pepe Céspedes, que eran el guitarrista y bajista de la Bersuit. Me acuerdo de que ellos mismos decían “acá cambiaron la pisada”. Y digo “bien”, porque era lo que intentábamos hacer, pero no sabíamos si la gente se iba a dar cuenta.
Fue el disco que un poco nos puso internacionalmente, que en Argentina y Europa nos abrió muchas puertas. Ahora son los 20 años y estuvimos jugueteando un poco con estas canciones, las volvimos a grabar en vivo como se tocan ahora. Es un disco para festejar, porque nos ha enseñado mucho, nos abrió muchas puertas y esas canciones han viajado y madurado con la gente. Se merece todo el respeto, todo el cariño, y una reinterpretación 20 años después.
En 2022 lanzaron su octavo álbum de estudio, Discopático, y en él hay una canción, Tormenta, que grabaron con Andrea Echeverri de Aterciopelados. ¿Cuál es la historia detrás de esta colaboración?
Mirá… ¿viste que ahora hay un montón de colaboraciones? Generalmente, son algo como “te invito y todos tus seguidores me van a seguir”, como un intercambio. En nuestro caso tenemos dos premisas para invitar a alguien a una canción nuestra. La primera es la amistad que nos ha dado toda esta carrera de 30 años, de hacernos parceros de un montón de personas y colegas. La otra es la admiración. Lo de Andrea Echeverri fue pura admiración.
Hacía años que teníamos ganas de invitarla porque admiramos su obra, su postura, su manera de cantar. Escuchábamos Aterciopelados en los 90. Fue de las pocas colaboraciones que nacieron de la admiración. No la conocíamos, pero hacía tiempo que queríamos invitarla.
Pero más allá de eso, la letra de “Tormenta” la pedía. Finalmente, nos conocimos en plena pandemia, y el video lo grabamos yo en Buenos Aires y ella en Bogotá. El director viajaba de Buenos Aires a Bogotá de una manera demencial. El video termina con un Zoom, y ahí fue cuando la conocí. El Zoom era parte del video, pero teníamos que hacer como que ya nos conocíamos, pero lo volvimos loco al director y nos decía “corta, corta, se están yendo al carajo” (risas).
Después nos encontramos con ella en Paraguay en un festival. La cereza del postre sería que un día nos juntáramos en el escenario a cantarla.
¿No podría pasar en Cordillera?
Nunca se sabe. Es muy difícil, por las agendas de todos. Pero va a suceder. No sé si el sábado, pero en algún momento va a suceder.
La música uruguaya dejó varios artistas e hitos que impactaron a nivel continental. Desde su punto de vista, y entendiendo que La Vela está entre esos hitos, ¿qué considera que tiene la música hecha en Uruguay que logra enganchar a todo el continente?
La historia del rock en Uruguay es muy difícil. Vivir de la música y tener una banda de rock es muy difícil. Es una utopía, te diría. Las tres primeras bandas que nosotros le llamamos vivir, pero es más bien medio sobrevivir, son No Te Va Gustar, La Vela y el Cuarteto de Nos.
Uruguay nunca tuvo esa historia de tener una banda y salir al mundo. Somos tres millones de habitantes y es una utopía. Pero cuando nosotros logramos realizar esa utopía, nos dimos cuenta de que ahora hay una camada de rock uruguayo que sí sabe que se puede. No es fácil, pero no es algo imposible como en la época de Jaime Roos o Rubén Rada, que igual son solistas, esa es la diferencia.
En una de mis primeras entrevistas me preguntaron “¿vos pretendés vivir de la música?” y le digo “Si, claro”. Y me dice “pero de la música solo viven Jaime y Rada”, y yo digo “Jaime es Jaime, Rada es Rada, y yo soy yo”. Y bueno… lo logramos.
Esa punta de lanza que logramos para mí, para el futuro del rock uruguayo, es fundamental. Decirle a tus padres “quiero vivir del rock con mis amigos” y te dicen “no, es imposible” pero dices “no es imposible, mira La Vela, mira el Cuarteto”. Es importante esa parte de romper con esa cosa imposible. Pero bueno, siempre tuvo muchas bandas en Uruguay, pero es eso, es como que tenemos el rock más under de toda Latinoamérica.
¿Qué puede esperar el público colombiano de La Vela Puerca en el Cordillera y en Medellín?
Nosotros, como siempre, vamos a darlo todo. Nos gusta el reencuentro con las canciones que han hablado con la gente acá en Colombia, pasarla bien, disfrutar, sudar, agitar… acordarte cuando escuchaste esa canción y estabas en segundo semestre de Universidad (risas). Sinceridad, diversión, honestidad, sangre, sudor y risa.