El bocadillo veleño, un dulce tradicional a base de guayaba y azúcar, es originario de la región de Vélez, en Santander, y se ha convertido en un símbolo de la cultura local.
Para conocer los secretos detrás de este producto típico, nació ‘La ruta del bocadillo’, una experiencia que abre las puertas de las fábricas artesanales para exponer el proceso de elaboración de este dulce. Este recorrido permite a los visitantes explorar la región de Vélez, Santander, y sus alrededores, donde se produce este manjar, mientras disfrutan de experiencias tanto gastronómicas como culturales.
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De acuerdo con la Federación de la Cadena Productiva del Bocadillo Veleño (FedeVeleños), “los productores de bocadillo veleño justifican la ubicación de las fábricas en la región por la presencia de guayaba regional de buena calidad, respecto al rendimiento y aroma, y la tradición que hay en la producción del bocadillo veleño, que facilita el trabajo y el mercado de sus productos”.
Durante el recorrido, los visitantes tienen la oportunidad de observar el proceso de producción del bocadillo veleño en talleres y fábricas locales. Esto incluye la cosecha de guayabas, la cocción del dulce y el envasado. Además, los turistas pueden tanto observar la elaboración del bocadillo, como aprender sobre su historia y producción, así como su proceso de envoltura y participar en ello, incluso pueden comprar productos recién hechos.
En el recorrido se puede apreciar como un experto en la elaboración de este dulce toma una pequeña muestra de la mezcla en plena cocción, utilizando sus dedos para evaluar el punto exacto de consistencia. De hecho, saber el punto de cocción exacto es clave para lograr el sabor y la textura perfecta que lo caracterizan.
Estos primeros procesos logran una jalea caliente que se esparce por un molde de madera, cubierto por plástico, sobre el cual la jalea es enfriada en un periodo mínimo de dos días. Con la conformación de las láminas de jalea, pasa a ser cortado en lonjas para armar las barras de los dos colores (guayaba roca y guayaba blanca). Tras 12 horas de secado, es empacado en hojas de bijao natural y posteriormente apilado en cajas de madera, aunque también puede ser depositado en cajas de cartón.
Una de las ventajas del recorrido es que los turistas pueden probar diferentes variedades de bocadillo veleño, así como otros productos derivados de la guayaba y participar del proceso de elaboración. También incluye visitas a sitios de interés cultural en la región de Vélez, como iglesias, plazas y mercados locales, proporcionando una experiencia completa de la vida en esta área de Santander.
Por otra parte, los visitantes pueden disfrutar de actividades relacionadas con la cultura y tradiciones locales, como festivales y eventos comunitarios.
La Ruta del Bocadillo no solo está promoviendo el bocadillo veleño como un producto emblemático, sino que también apoya a los productores locales y fomenta el turismo en esta región que no es tan conocida de Colombia.
Un producto de tradición colombiana
Fedeveleño señala que, de las 80 fábricas de bocadillo veleño que existen en la región, el 67% está ubicado en las cabeceras municipales y el 33% en áreas rurales de los municipios. Además, el 53% de estas empresas tiene más de 20 años de formadas.
La mayoría de los fabricantes del bocadillo veleño, cerca del 80%, aprendió el oficio por enseñanzas familiares, el 13% aprendió con experiencia laboral en las empresas y solo el 1% contrató a un conocedor del tema para que le enseñara, explica FedeVeleños, que agrega que la gran mayoría de las fábricas pertenecen a familias que cuentan con varios miembros vinculados al oficio.
Cada una de esas fábricas tiene capacidad para seis operarios, entre los cuales el 33% son mujeres. “El 41% emplea básicamente mano de obra familiar, el 31% contrata mano de obra externa y el 27% combina trabajo familiar, con mano de obra contratada”, indica Fedeveleños.
Además, se calcula que en las provincias productoras del veleño se alcanza la producción de 24.300 toneladas al año. De este total, la mayoría se concentra en el departamento de Santander: el 60% se encuentra en el municipio de Vélez, el 22% en Barbosa y el 18% entre Guavatá y Moniquirá, en Boyacá.