Colombiano reveló cómo fue dormir en la calle en Frankfurt, Alemania: todo por un error de Airbnb

En su blog registró lo que hizo hasta el amanecer y advirtió que no es la primera vez que le sucede

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Junto a un amigo se vio obligado a matar el tiempo hasta el amanecer - crédito El Dane
Junto a un amigo se vio obligado a matar el tiempo hasta el amanecer - crédito El Dane

En sus constantes viajes por el Viejo Continente, el creador de contenido colombiano Daniel Giraldo, conocido en redes como El Dane, ha sufrido múltiples inconvenientes con su lugar de estadía, pero tal vez el peor escenario en el que ha llegado a encontrarse es el de dormir en las calles.

Nuevamente, vamos a dormir en la calle gracias a esta aplicación. Yo no aprendo, vuelvo y caigo en sus mentiras, y lo digo porque esta no es la primera vez que me pasa utilizando Airbnb. Estamos en Frankfurt, Alemania”, lamentó en un video desde donde se aprecia una panorámica de edificios de Frankfurt, conocida como skyline.

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Y es que, en el pasado, le habría ocurrido algo similar en sus visitas a Milán, París y Eslovaquia, pero, a diferencia de Frankfurt, logró encontrar un plan B; ya que se encontraba en temporada baja.

Sin conocer el idioma ni tener dónde hospedarse decidió recorrer la ciudad de una forma distinta - crédito El Dane

Mientras, en Alemania “había un festival muy grande (World Club Dome) en Frankfurt y todos los hostales están full (llenos) y no pudimos solucionar. La realidad es que nos toca pasar la noche en la calle y ver cómo hacemos”.

Explicó que hizo “una reserva para tres días. La gran mayoría, el 95% o más de sus lugares de alquiler son de entrada autónoma. Es decir, a usted le dejan las llaves en algún lugar, le dan un código e ingresa a la hora que pueda. Sin embargo, en este caso, no fue así. El anfitrión quería verme la cara y entregarme las llaves directamente. La cosa es que estaba fuera de Frankfurt, me cancelaron dos trenes, llegué tarde y el señor me dijo que buscara otro lugar, que no me iba a esperar más y que no le importaba si mi tren se retrasó”.

En cercanías al que era su hostal, junto a su acompañante, buscaron un lugar en el qué comer y, a pesar de que pasaban de la 1:00 lograron encontrar un sitio oriental. Pero este era solo el inicio, luego visitaron la zona de discotecas, argumentando que si debían pasar la noche en vela querían divertirse y evitar los sectores residenciales, en los que difícilmente se ven peatones en la madrugada.

El horizonte con el distrito bancario durante la puesta de sol en Fráncfort, Alemania - crédito Kai Pfaffenbach / Reuters
El horizonte con el distrito bancario durante la puesta de sol en Fráncfort, Alemania - crédito Kai Pfaffenbach / Reuters

Aunque, admitió que, si no hubiera tenido contratiempos, no habría disfrutado del hermoso paisaje modernista, de la ciudad que tiene a 4 de cada 5 rascacielos que se construyen en Alemania.

En el camino se encontró con varios globos desinflados que los locales utilizarían para inhalar óxido de nitrógeno o como se le conoce coloquialmente: gas de la risa.

Sin planes ni ganas de gastar mucho dinero, decidieron caminar para hacer tiempo y, queriendo hacerle el quite al frío y el cansancio, compraron una dosis personal de marihuana, que es legal en ese país.

Sin embargo, la noche no transcurrió en paz, pues estuvieron a punto de pelearse con un grupo de alemanas que los abordaron para hacer comentarios estereotipados sobre su relación con la cocaína, simplemente, por ser colombianos.

El Dane decidió culpar a la aplicación por no prever contratiempos como el suyo, que, de por sí, son bastante comunes entre viajeros - crédito Dado Ruvic / Reuters
El Dane decidió culpar a la aplicación por no prever contratiempos como el suyo, que, de por sí, son bastante comunes entre viajeros - crédito Dado Ruvic / Reuters

“Estaban diciendo que nosotros siendo de Colombia teníamos que consumir cocaína. Ellos no lo entienden. En Colombia no se consume, a pesar de que la gente tiene esa noción. Acá (en Europa) se consume mucho más”, lamentó.

Y luego continuó recorriendo la ciudad. “Lo bueno es que aquí en Alemania uno se siente seguro en todo lado... uno sabe que no lo van a venir a robar”.

Cuando el cansancio ya no les permitía moverse, aprovecharon su bono en el sistema de transporte público y tomaron un tren para dormir durante algunas horas. Incluso, prensaron en abandonar la ciudad y regresar, para utilizar el tiempo de desplazamiento en una silla cómoda por la que no tuvieran que pagar.

Pero, al final, estuvieron dando vueltas en la ciudad, hicieron lo mismo en el sistema de autobuses (aunque no resultó tan cómodo como el de trenes) y, finalmente, terminaron la mañana dándose una siesta en un paradero.

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