Narco José, el perro del fallecido excandidato presidencial Rodolfo Hernández, murió pocas horas después del deceso de su dueño. Esta noticia fue confirmada por la familia del ingeniero santandereano de 79 años a través de redes sociales.
En una emotiva publicación en Instagram, acompañada de fotografías de Hernández y su perro, se leía: “Y te fuiste así, en silencio, siguiendo la sombra de quien fue tu mundo. Ya no había más caminos que recorrer, ni reuniones que compartir. Ahora, donde sea que estén, se han reunido con el Inge, como siempre fue y siempre será. Fuiste su amigo más leal, y en tu partida nos dejas el recuerdo de una amistad que desafió incluso al tiempo. Descansa, Narquito, donde el tiempo no se cansa y el amor no tiene fin”.
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Infobae Colombia consultó a Víctor Oswaldo Gamboa, profesor del curso “Psicología canina: bienestar para tu perro” de la Facultad de Psicología y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de La Sabana, para entender las implicaciones de la muerte de un dueño en el bienestar de un animal.
¿Existe en los animales el sentimiento de pena moral?
De acuerdo con Gamboa, los animales pueden mostrar comportamientos y reacciones fisiológicas asociadas con la tristeza, la pérdida y el duelo, aunque el concepto de “pena moral” en los animales no sea directamente atribuible como en los humanos. “La ‘pena moral’ implica, para las personas, un procesamiento complejo en términos de las circunstancias que nos causan sufrimiento, relacionadas con valores humanos que dependen de las complejidades de nuestra vida social y nuestra cultura”, indicó el docente a este medio.
Gamboa destacó ejemplos en la naturaleza que evidencian el sufrimiento animal ante la pérdida: los elefantes muestran comportamientos “afligidos” y “solemnes” ante la muerte de un miembro de su grupo; se ha observado a chimpancés cargando el cuerpo de su cría durante semanas después de su muerte. “Los perros son muy especiales en este sentido por la coevolución con los seres humanos, que ha moldeado sus comportamientos sociales y emociones”, explicó el experto.
¿Qué sucede con las emociones de los perros cuando su dueño muere?
Gamboa señaló que “los perros, que forman parte del sistema de apego de los humanos, pueden experimentar pérdida y mostrar signos de tristeza y depresión. En algunos casos los animales pueden dejar de alimentarse o mostrar un comportamiento letárgico persistente que puede llevarlos a enfermarse e incluso a la muerte. Aunque no sea correcto atribuir una pena moral en el sentido humano, la pérdida puede tener un efecto profundo en el bienestar de los animales, en sus emociones y hasta en su salud”.
Igualmente Gambo detalló a este medio que “la pérdida puede desencadenar profundos cambios en su comportamiento como la pérdida del apetito, disminución en su actividad física, búsqueda constante del dueño, vocalizaciones como gemidos y ladridos inusuales y una necesidad de atención y contacto”.
¿Pueden los perros atravesar por la fase de duelo?
En relación al duelo en perros, Gamboa explicó que pueden pasar por fases similares a las humanas. Algunas de estas fases incluyen la negación, donde el perro sigue buscando al dueño, y la adaptación, cuando el comportamiento se normaliza ante las nuevas circunstancias.
“Las observaciones anecdóticas han llevado a que algunas historias incluso se hayan inmortalizado en la cultura popular, pero también hay estudios que han mostrado que exhiben un proceso de duelo”, precisó el profesor asegurando a su vez que, aunque los perros no conceptualizan la muerte como lo hacen los humanos, las emociones y procesos fisiológicos subyacentes pueden ser similares.
¿Qué deberían hacer las personas cercanas al propietario fallecido en estos casos?
Para ayudar a un perro a superar la pérdida de su dueño, Gamboa recomendó mantener un ambiente estable, evitar dejarlo solo por largos periodos, ofrecer afecto de manera habitual, y mantener sus rutinas de ejercicio, alimentación y adiestramiento. La introducción de otro perro puede ser beneficiosa en algunos casos, pero siempre es conveniente consultar a un etólogo o a un veterinario si el animal muestra signos persistentes de tristeza o tiene problemas de comportamiento.