Colombiano en Estados Unidos reveló cómo son las fiestas infantiles de los niños ricos en ese país: “Uno puede jugar lo que quiera”

En un video de finales de agosto, el creador de contenido paisa y migrante en Estados Unidos Juan Giraldo registró cómo “celebran los cumpleaños de los niños ricos” en ese país.

Lejos de parecerse a las tradicionales fiestas infantiles en las que se contratan servicios de entretenimiento (inflables, mini zoológicos o payasos) y golosinas, las familias adineradas en el hemisferio norte pusieron de moda los camiones de videojuegos.

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Un vehículo modificado en el que el área de pasajeros ha sido instalada una sala oscura, con luces y pantallas gigantes para que los más pequeños se entretengan con todo tipo de consolas, juegos y películas.

“¿Cuándo habían visto ustedes un tractor de estos llenos de puros juego y videojuegos? Se sabe que acá en los Estados Unidos a los niños solo les gusta jugar videojuegos y qué más que una sala llena de plays y consolas raras”, se preguntó Giraldo, asombrado por lo ingenioso de esta idea.

Y es que los padres encontraron la manera de mantener a sus hijos entretenidos, sin tener que preocuparse por las caídas y moretones que podrían hacerse jugando por toda la casa y, en cambio, los niños se concentran en un solo espacio en el que pueden estar por horas, sin aburrirse.

“Uno puede jugar lo que quiera, Nintendo Switch, el Play, Xbox, lo que sea y esos niños entretenidos jugando”, pero eso no es todo, también encuentran “todas las películas que quieran de este mundo. Ojalá a mí me hubieran celebrado un cumpleaños así en Colombia”, insistió.

E, incluso, se dejó llevar y trató de jugar una partida, al ver a “todos los niños acá parchados, jugando puros videojuegos. Usted coge y se parcha y a celebrar cumpleaños”.

Desde Ginebra, en la frontera suiza con Francia, el colombiano Miguel, conocido como @ay_miguelito en las redes sociales, compartió una inesperada anécdota ocurrida en su lugar de trabajo que lo dejó pensativo. Según dijo, mientras realizaba labores de jardinería bajo el intenso sol del mediodía, su jefa tuvo un gesto de amabilidad que nunca había experimentado en su país natal.

Miguel relató que en pleno verano suizo, cuando las temperaturas pueden llegar a los 26 grados centígrados, su jefa, una residente de uno de los barrios más exclusivos de Ginebra, notó lo incómodo que estaba por el calor. A pesar de llevar gorra y estar cubierto, Miguel se encontraba sudando profusamente. En ese momento, su jefa le sugirió que se tomara un descanso para refrescarse en el lago Lemán.

Salió en su Mini Cooper, y luego de unos veinte minutos regresó con un short nuevo que había comprado especialmente para él. Además, le pidió que la acompañara a una playa privada a la que solo tenían acceso los propietarios del sector. Le mostró los barcos en el muelle que pertenecían a su familia y le explicó que podía nadar y relajarse en el lago hasta sentirse más fresco antes de retomar sus labores.

Este gesto de humanidad y consideración podría parecer poco común en otros escenarios de trabajo, pero tuvo un gran impacto en Miguel. A pesar de estar trabajando en un país extranjero y en una situación que, a primera vista, plantea múltiples retos, el gesto de su jefa lo hizo reflexionar sobre la amabilidad y la calidad de vida que algunas personas están dispuestas a ofrecer a quienes trabajan para ellas.

Motivo por el que decidió compartir su historia en las redes, para promover actitudes más humanas y solidarias en los entornos laborales. Algo que celebró “facturando” mientras tomaba un descansa en un ambiente con vistas hermosas: “Me dejó pensando. Hay gente que está tan tapada en plata que no sabe qué hacer con ella, pero son tan sencillos que hacen algo como comprarme un short y decirme que me meta al lago porque me ven sin calor. Así es como estoy relajado”.