En libertad menor de 14 años que había sido raptada por grupos armados en el Catatumbo

El Movimiento Nacional de Madres y Mujeres por la Paz denunció el caso ante la CIDH, logrando medidas cautelares para proteger a la menor reclutada

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Sandy Juliana Carrascal Arenas fue liberada después de casi un mes de cautiverio - crédito Colprensa
Sandy Juliana Carrascal Arenas fue liberada después de casi un mes de cautiverio - crédito Colprensa

Bajo la opresión de grupos armados en el Catatumbo, la reciente liberación de Sandy Juliana Carrascal Arenas, una niña de 14 años, ha traído un respiro a su comunidad. Su rapto, que inició a principios de agosto, se prolongó hasta el 1 de septiembre, cuando logró ser devuelta a su hogar en Gramales, una vereda del municipio de Convención en el departamento de Norte de Santander.

De acuerdo con denuncias del Movimiento Nacional de Madres y Mujeres por la Paz, la niña fue engañada con la promesa de ser inscrita en un curso de enfermería y recibir trabajo. Este grupo de derechos humanos presentó el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), la cual otorgó medidas cautelares el 27 de agosto, exigiendo al Estado colombiano la protección inmediata de la niña.

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Sandy Juliana, que padece del síndrome de la articulación choledrocostal de Tietze y bronquitis aguda, se encontraba en una situación de vulnerabilidad durante su secuestro, lo que acentuó la urgencia de la intervención. La enfermedad requiere atención médica constante, haciendo aún más crítica su necesidad de estar en un entorno seguro y protegido.

El Movimiento Nacional de Madres y Mujeres por la Paz presentó el caso ante la CIDH - Colprensa.
El Movimiento Nacional de Madres y Mujeres por la Paz presentó el caso ante la CIDH - Colprensa.

El movimiento que lucha por los derechos humanos resaltó su liberación como un triunfo de la paz y la justicia. “Hoy, con lágrimas de alegría, declaramos que Sandy Juliana es nuestra primera hija recuperada de las garras de la guerra. Este es un triunfo de la paz, de la justicia, y de la lucha incansable de todas las Madres y Mujeres Colombianas que no permitiremos que la guerra siga arrebatándonos a nuestros hijos e hijas. Seguiremos trabajando, incansablemente, para que ninguna otra madre sufra el dolor de perder a su hija o hijo en un conflicto que no nos pertenece”, comentó la entidad en un comunicado. También resaltaron la importancia del apoyo comunitario y la valentía de las madres que denunciaron el caso.

Las familias campesinas del Catatumbo, como la de Sandy Juliana, se ven frecuentemente atrapadas en un conflicto armado que las pone en riesgo constante. La falta de protección por parte de las autoridades y la violencia de los grupos armados agravan aún más su situación. El Movimiento Nacional de Madres y Mujeres por la Paz exhortó al Estado a garantizar los derechos de Sandy y su familia, así como a tomar medidas para prevenir futuros reclutamientos forzados de menores.

“Exigimos al Estado colombiano garantías plenas para el restablecimiento de los derechos de la niña Sandy Juliana Carrascal Arenas y su familia. Es imperativo que se asegure la protección continua y el acceso a servicios adecuados para su recuperación integral, así como el apoyo necesario para su reintegración a la vida familiar y comunitaria. Asimismo, demandamos medidas contundentes para prevenir futuros casos de reclutamiento forzado”, detalló la organización.

La liberación de Sandy Juliana significó un triunfo para los derechos humanos- crédito Ejército Nacional
La liberación de Sandy Juliana significó un triunfo para los derechos humanos- crédito Ejército Nacional

La situación de Sandy sirve como un recordatorio doloroso de las condiciones que enfrentan muchas comunidades en la región del Catatumbo, donde los derechos humanos son continuamente violados. La demanda de acciones más robustas por parte del Estado colombiano continúa, con el objetivo de asegurar un entorno seguro y propicio para el desarrollo de los menores en esta área conflictiva.

La historia de Sandy Juliana no sólo ilumina su lucha personal, sino también la de muchas otras niñas y familias que se enfrentan al reclutamiento forzado y otras formas de violencia en su vida cotidiana. La comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos mantienen su vigilancia para que historias como esta no se repitan y se logre una paz duradera en la región.

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