En lancha y con monedas: así es como se compra la gaseosa en bolsa que venden en los pueblos palafitos de Colombia

Por el tiempo y costo de transporte, llevar una botella a casa parece algo imposible entre los habitantes de buena vista

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Locales aprendieron a comprar gaseosa en bolsa, para que dure más en la tienda - crédito Don Eliath / X
Locales aprendieron a comprar gaseosa en bolsa, para que dure más en la tienda - crédito Don Eliath / X

En medio de las carencias y dificultades a las que se ven enfrentados los habitantes de los pueblos palafitos en Colombia, comprar una botella de gaseosa parece un lujo que, en la Ciénaga de Pajaral, Magdalena, locales opten por llevarse a casa una bolsita de gaseosa.

La falta de transporte terrestre y abastecimiento de algunos productos transformó la manera en la que sus habitantes van a la tienda y esperanzado en compartir la experiencia con sus seguidores, el creador de contenido conocido como Don Eliath registró el proceso.

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Su objetivo no era otro que el de enseñarles cómo se las arreglan los habitantes de Buenavista, en cercanías a Nueva Venecia (Magdalena) para “comprar un refresquito, una gaseosa, una soda”.

Sus habitantes se desplazan en canoa y compran todo porcionado - crédito Don Eliath / X

Según explicó, lo primero es encontrar una canoa e “indispensable que lo acompañe a uno un navegante que sí sepa lo que hace, pero les digo que no hay que sacudirse mucho, para no caerse del bote. Se atraviesa el pueblo para llegar a la tienda y se pide la cantidad de gaseosa que se necesite, en mi caso 500 pesos”.

Entendiendo lo mucho que tarda y cuesta el que una gaseosa llegue hasta este punto del departamento, los tenderos la venden porcionada, como si de un trozo de salchichón se tratara. Algo a lo que, los compradores ya se encuentran adecuados, tanto que guardan el cambio para una próxima bebida:

Ellos sacan la botella, el vaso con el que miden la porción y, obviamente, la bolsa en la que se empaca. El nudo es bien importante, pa’ que no se vaya a caer en el regreso en la lancha. Con su bolsada de gaseosa en la mano, ya se puede relajar un momentico y entender un poco más del paisaje en donde está, empezando porque es importante que su canoa no haga estorbo, porque hay más gente llegando a la tienda”.

Ni bicicleta ni monopatín, los niños de Ciénaga Grande en Santa Marta se desplazan en balde:

Una estrategia de supervivencia tan insólita como arriesgada ha captado la atención en redes sobre los niños y niñas de Nueva Venecia, un pueblo palafítico colombiano ubicado en la Ciénaga Grande de Santa Marta. Sus habitantes de más corta edad han ideado una manera peculiar de desplazarse entre casas, utilizando baldes de plástico que emplean remando con sus manos. Este método, que podría parecer un juego, en realidad representa un serio riesgo para su seguridad.

Este método de transporte surge debido a la falta de medios tradicionales y la carencia de recursos suficientes para que cada familia cuente con botes, canoas o chalupas. Ante esta situación, los habitantes han tenido que buscar alternativas, aunque muchas veces impliquen riesgos.

Hablar de ingenio, para algunos, es romantizar la pobreza y el abandono estatal - crédito @colombiaoscura_ / Instagram

En esta comunidad, los niños cumplen con las tradicionales tareas de hacer mandados para sus padres, pero lo hacen flotando en baldes. A pesar de que estos implementos son comúnmente utilizados en el hogar para almacenar objetos o lavar la ropa, ahora sirven como una peligrosa herramienta de movilidad sobre el agua. Según resalta la fuente, la estructura de plástico de estos baldes apenas resiste el peso de los menores, lo que incrementa el peligro de un posible naufragio.

La situación ha generado revuelo en las redes sociales, donde numerosos usuarios han manifestado su incredulidad y preocupación al observar cómo los niños arriesgan sus vidas cotidianamente. Para muchos en las zonas urbanas, resulta imposible concebir un escenario en el que la vida de un niño dependa de un balde para desplazarse por el vecindario.

Para desplazarse deben remar con sus manos, mientras, el borde del balde roza el agua - crédito @colombiaopscura_ / Instagram
Para desplazarse deben remar con sus manos, mientras, el borde del balde roza el agua - crédito @colombiaopscura_ / Instagram

Este fenómeno expone una problemática más profunda y estructural: el abandono estatal y la situación de pobreza en la que viven las poblaciones palafíticas de Colombia.

“Y así más de uno se queja”, “Así es mejor que no tengan hijos”, “Es una lastima, pero así se acostumbraron a vivir”, “Definitivamente admiro el ingenio humano cuando tiene la capacidad de inventiva a resolver problemas especialmente cuando no se tiene recursos. Pero se nota el abandono del estado y pregunto: ¿Cuál es la solución a esta problemática si todo implica un daño?”, se expone en los comentarios, varios desconociendo su realidad.

Nueva Venecia es uno de muchos pueblos que surgieron en la Ciénaga Grande de Santa Marta, habitados en construcciones sobre el agua conocidas como palafitos. La ausencia de infraestructura adecuada y la limitada conectividad complican el acceso a servicios básicos y fomentan creativas —y peligrosas— alternativas de supervivencia.

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