El Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia ha vuelto a focalizar la atención al enfatizar las tensiones actuales con el Gobierno debido a lo que llaman el incumplimiento de los acuerdos de paz previamente firmados. A través de una publicación hecha por X, Eliécer Herlinto Chamorro Acosta, más conocido como Antonio García, reiteró que su grupo insurgente no se ha desviado de los compromisos pactados: “En el ELN no hay ninguna contradicción con los acuerdos firmados”, sostuvo. No obstante, señaló que es el Gobierno el que está faltando a su palabra, creando así un entorno de creciente desconfianza y desafíos.
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García sostiene que el Comando Central (CoCe) del ELN ha sido claro sobre su demanda de que se respeten los compromisos originales: “No estamos pidiendo nada nuevo; simplemente exigimos que se respeten los compromisos adquiridos en la mesa de diálogo”, manifestó en su publicación.
Este tipo de señalamientos no es nuevo y es que en varias oportunidades la guerrilla ha asegurado que el Gobierno es quien incumple. De hecho, el proceso de diálogo con el ELN ha enfrentado varas tensiones, con el conflicto en el departamento del Chocó y la muerte de un bebé indígena debido a un paro armado decretado por el ELN.
En otra oportunidad, la organización guerrillera exigió ser removida de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO) del Gobierno colombiano como condición para retomar las negociaciones, mientras que el gobierno se muestra reacio a dicha demanda por considerar al ELN uno de los grupos de mayor peligro.
La historia de estas negociaciones tiene varios puntos clave. Los diálogos de paz entre el Gobierno colombiano y el ELN iniciaron formalmente el 7 de febrero de 2017 en Quito, Ecuador, en un esfuerzo por poner fin a décadas de conflicto armado en el país.
Avanzando significativamente en el proceso, el 25 de mayo de 2024, se logró cerrar el primer punto en Caracas, Venezuela, con la firma de un modelo de participación de la sociedad civil en el proceso de paz. Este acuerdo incluyó las demandas recogidas por el Comité Nacional de Participación, representando un logro importante en las negociaciones. La disposición de ambas partes para seguir adelante a pesar de las diferencias significativas ha sido notable, evitando el rompimiento de la mesa de diálogo y asumiendo el costo político de abandonar la búsqueda de la paz.
Con lo anterior, se confirmó que el proceso estaba en una etapa llena de incertidumbre y estancamiento. El reconocimiento por parte del Gobierno de una facción disidente del ELN como “organización independiente” ha añadido nuevas capas de complejidad al ya difícil contexto.
Los analistas coinciden en que este estancamiento en las negociaciones representa un periodo crítico. Señalan que el Gobierno debe mantener su equipo negociador y quizás activar nuevas estrategias de seguridad en confrontación al ELN, incluso en medio del conflicto armado persistente.
La Delegación de Paz
Antonio García le respondió de forma contundente a las declaraciones del comisionado de paz, Otty Patiño, quien expresó su preocupación por el estancamiento de las negociaciones de paz. García afirmó que el ELN no se siente afectado por no haber sido retirado de la lista de Grupos Armados Organizados (GAO) del Gobierno colombiano y minimizó la importancia de esta clasificación.
El 30 de agosto de 2024, la delegación gubernamental de diálogos emitió un comunicado resaltando la necesidad de retomar las negociaciones con el ELN y manifestó su disposición a abordar los temas pendientes. La delegación también urgió a la guerrilla a extender el cese al fuego bilateral cuanto antes, haciendo hincapié en la importancia de actuar con responsabilidad frente al proceso de paz.
Patiño, encargado de liderar los diálogos de paz, advirtió sobre el riesgo de un colapso en el proceso de no implementarse medidas correctivas de inmediato. Según sus propias palabras, en este momento prácticamente “no hay mesa de negociación”, lo que perjudicaría tanto al ELN como a la población que los ha apoyado históricamente. volver a la mesa busca reavivar un esfuerzo que ha enfrentado múltiples obstáculos y desafíos a lo largo de los años.
Las tensiones entre ambas partes han escalado en los últimos meses, complicando la posibilidad de alcanzar un nuevo acuerdo que formalice el cese al fuego y permita avanzar en el dialogo.
Pese a las dificultades, ambos bandos siguen bajo presión para encontrar caminos que lleven a un acuerdo duradero. Las expectativas se centran en la capacidad del Gobierno para implementar estrategias que faciliten la reanudación de las conversaciones y en la disposición del ELN para comprometerse con el proceso de paz de manera efectiva.